[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]NUEVAS REALIDADES[/button]
¿Malogrado?
Todo estaba bajo control, nada hacía prever la tormenta. Una historia de amor, desilusión y tristeza… con final abierto
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[dropcap]H[/dropcap] ola, Clara (se escucha una voz endeble y angustiada al otro lado del teléfono)
-Hola, Sofi, ¿qué te pasa?
-Pedro se fue….
A Sofía le había pasado un tsunami por encima. Después de 25 años de casados, Pedro resolvió arbitraria y privadamente, darle fin a su matrimonio.
– Pero… Sofi, ¿qué me estás diciendo? ¿A dónde se fue? ¿Te sentís bien?
– Sí, Clarita, Pedro ¡se fue! Agarró cuanto bolso y valija había en casa y se llevó todo. Se fue sin decir una palabra, sin dar ninguna explicación.
Sólo susurró “no te quiero más”, “perdón, chicos, es la única manera que lo pude hacer”.
Pedro y Sofía tienen dos hijos, más que adolescentes, menos que adultos, profesionales e íntegras personas.
Dos hijos y una madre vieron derrumbarse la familia una tarde de domingo de primavera.
¿Y ahora qué?
Sofía ejerce su profesión desde hace sólo diez años porque, aunque la situación económica no era holgada, Pedro y Sofía habían decidido que era mejor que la mamá se dedicara a los niños.
Lunes y… ¿ahora qué? Medita, mientras se baña, porque el lunes fue a trabajar.
Llora y se indigna, llora y se culpa, sigue llorando y se enfurece con ella, con Pedro, con el universo.
Está triste y confundida. Siente que todo es un sueño y que ese lunes se quedó dormida.
Se mira al espejo, no se reconoce. Se pregunta ¿cuándo fue?, ¿cómo fue?, ¿qué pasó?, ¿nunca me quiso?, ¿fui yo?, sí, ¡la culpa la tengo yo!
Se maquilla tratando de ocultar las huellas del llanto, respira intensamente y sale. Mira el cielo, recuerda a su papá y su expresión frente a situaciones límite o difíciles: “Nunca hay que resignarse, siempre hay que enfrentar las cosas por malas que sean. A grandes males, grandes remedios”. Y allá, Sofi marchó.
Unos meses después…
– Hola Sofi, ¿cómo estás?
– Acá, gorda, triste, mirando el mar y terminando este espantoso año. Los chicos salieron a festejar Año Nuevo.
Un nuevo año. Sofía descansa con sus hijos pero sin Pedro. Ella no supo nada de Pedro hasta pasado el año. Nunca recibió una llamada, un mensaje. Nunca una charla. Pedro la había borrado de su vida. Lo poco que sabía, era por intermedio de los chicos. Por ellos se enteró de que su partida era definitiva, que nunca más volvería a casa, que era el fin.
Ella tampoco lo llamó ni se comunicó, no sabe por qué. El tiempo le confirmó que así fue mejor. De este modo se despejaron el horizonte y sus pasiones.
Sofía tuvo que aprender a hacer aquello de lo que se ocupaba Pedro, los bancos, el mecánico. Todo era su responsabilidad. El tiempo no le alcanzaba.
Alcanzó a entender que la culpabilidad la inmovilizaba,
que rastrear el pasado no le daba respuestas,
que aceptando, también, su responsabilidad
lograría emprender un camino nuevo.
Le costaba rearmarse. Su cabeza y su alma transitaron por las emociones más impensables, angustia, desazón, dolor, desprecio, resentimiento, bronca, rencor, culpa, compasión, desasosiego.
Grandes males y remedios
A Sofi le rondaban constantemente las palabras de su padre.
Sus amigas, esencialmente Eva, y sus hijos, son su sostén. Extensas y lacrimosas conversaciones telefónicas, largas y sollozosas charlas en la cama, interminables y desconsolados cafés. Todos y cada uno sembraban semillitas que iban a aclarar su paisaje y su corazón.
Alcanzó a entender que la culpabilidad la inmovilizaba, que rastrear el pasado no le daba respuestas, que aceptando, también (como le decía su padre) su responsabilidad lograría emprender un camino nuevo.
Sofía estuvo, durante 25 años, bordando el tapiz de una familia e impensadamente, quedó sin terminar. Hoy tiene que comenzar otro.
Sus heridas están cicatrizando, cada día son menos perceptibles, pero están.
Se descubrió capaz de hacer cosas que nunca había imaginado. La sorprendió su fortaleza y su goce por el trabajo. Aprendió a darle valor a cada momento.
Sus hijos están, la cuidan, la protegen, la acompañan pero continúan sus vidas y así tienen que hacerlo.
Sus amigas siguen siendo su puntal, aunque confiesa que algunas ya no lo son “tanto”. Retomó algún estudio inconcluso en su adolescencia.
Espera esperanzada
Es pues un tiempo de esperanza y no de simple espera. La espera no es más que la actitud paciente de aquel que aguarda la llegada o la aparición de alguien o de algo que está ausente.
Sofi no quiere sólo esperar, no quiere sólo distraerse, “matar el tiempo”, no quiere sufrir por el deseo. Sofía espera con esperanza. La esperanza es como la sangre, no se ve, pero está. Es la vida. La esperanza hace sentir vivo. Sin ella quizás estés entero, pero estás muerto.
Para pensar
Jung afirma sobre la mitad de la vida:
“(…) La obra consiste en tres partes: darse cuenta, resistencia y acción. La psicología se necesita sólo en la primera parte, en la segunda y en la tercera parte la fortaleza moral es quien tiene el rol predominante.”
“(…) El problema fundamental de este cambio consiste en que el hombre cree que puede dirigir esta segunda mitad de la vida con los medios y principios de la primera.”
“(…) La vida humana puede compararse con el recorrido del sol. Por la mañana asciende e ilumina el mundo. Al mediodía alcanza su cenit y sus rayos comienzan a disminuir y decaer. La tarde es tan importante como la mañana. Sin embargo, sus leyes son distintas. Para el hombre esto significa el reconocimiento de la curva vital que desde su mitad ha de ajustar a la realidad interior en lugar de a la realidad exterior.”
“(…) Los problemas con que se tropieza el hombre en la mitad de su vida dependen de la tarea que la segunda mitad de la vida le exige y en los que tiene que empeñarse.”
[notification type=»information» title=»»]VARÓN – MUJER EN CRISIS
La edad media de la vida junto al matrimonio puede ser una oportunidad concluyente; una es la crisis del matrimonio en sí, y otra, la crisis de cada uno de los cónyuges.
La crisis de la mitad de la vida conduce, indefectiblemente, a la aterradora pero redentora pregunta: «¿Quién soy yo separadamente de mi historia?», «¿Quién soy además de los roles que cumplo?» Es el momento de repensar.
El hombre siente que «el piso se le mueve» y la angustia lo invade. Frente a esto la mujer suele tener una notable plasticidad y adaptación. El hombre encuentra que la vida se le ha rutinizado; en tanto, la mujer, con hijos ya crecidos, se siente más libre y aborda una segunda parte de la vida. El hombre puede sentirse abandonado si su mujer decide trabajar, continuar sus estudios, o sencillamente salir con sus amigas.
Es difícil decir de cuáles factores depende la estabilidad del matrimonio en estas circunstancias, pero la capacidad de tolerancia de la mujer para desafiar la crisis del marido, es un componente decisivo. Por lo tanto, los sueños, metas de vida, ilusiones forjadas veinte años atrás, suelen no servir ahora. Descubrir que no alcanzaron los objetivos soñados, puede causar horror a muchos y decidir patear el tablero.
Esta crisis se presenta como una oportunidad para redefinirnos y reorientarnos. Vivir este paso con conciencia le da sentido a la vida; transitarlo sin conciencia hace que uno permanezca cautivo del “triunfo” de lo pasado.
El paso por la edad media de la vida, representa una gran oportunidad para revisar nuestro sentido de ser. El desarrollo del hombre y la mujer depende, en este tiempo, de la propia capacidad de internalizar y de hacerse responsable. Para ello se necesita voluntad, esfuerzo y valentía.
La invitación es a intentarlo y a aceptar la responsabilidad de la aterradora “mitad de la vida”.
Prof. Marcela Barbera. Lic. en Cs. de la Educación[/notification]
[notification type=»note» title=»»]TRAER A LA MEMORIA
> – La comunicación: Una de las quejas más comunes entre esposos cuando atraviesan estas crisis es la pérdida de la comunicación. Durante los primeros años, probablemente, la comunicación en cantidad y calidad era suficiente. Ahora se modifica el tipo de necesidad y aun la calidad. También los temas a comunicarse se van transformando y se vuelve necesaria una profundización.
> – El compromiso: No desatender la necesidad de ambos cónyuges es, en esta etapa, de una responsabilidad mayor.
> – La relación: Poner énfasis en el tema de la relación de pareja, los gustos de ambos y los sentimientos.
> – El conocimiento: Estar atento a lo que piensa el cónyuge e interesarse por sus preocupaciones, miedos, sueños, anhelos y proyectos, son modos de mostrar cariño y cultivar admiración y respeto por el otro.
> – La oportunidad: No olvidarse de…encontrar tiempo y maneras de sentirse conectado emocional, mental y físicamente con el cónyuge.[/notification]
[notification type=»grey» title=»»]UN NUEVO CAMINO
– Buscar compañía, consuelo, consejo o apoyo, enaltece.
– Ir al encuentro y buscar sostén en el otro, afianza.
– Asumir sin complejos ni vergüenzas la nueva situación, fortalece.
– Aprender de los errores, consolida.
– Asumir que existe un futuro nuevo, anima.
– Actuar, aunque no siempre dé los resultados queridos o cause dolor, nunca es fracasar, es tener el valor de actuar.[/notification]