La cultura de la Cancelación viene tomando cuerpo en las redes sociales… Puede ser tomada como un nuevo modelo de censura y de censurados. Va más allá de la opinión, ¿cancelamos a las personas?
Irina Calverol, responsable de Comunicación en Integralis, también docente de Lengua y Literatura y escritora, nos acerca sus reflexiones acerca de un tema muy actual.
La cultura de la cancelación es un fenómeno que consiste en retirar el apoyo o “cancelar” a una persona porque dijo o hizo algo ofensivo o cuestionable para determinado grupo de personas. Este fenómeno registrado principalmente en las redes, salta a las noticias cuando afecta a nombres de “famosos” que han perdido contratos detrás de esas acusaciones.
Ahora me pregunto ¿hacia dónde nos lleva cancelar a las personas? ¿Cuáles son los límites? ¿Quién decide qué es cancelable y qué no? ¿Nos enriquece de algún modo este fenómeno? ¿Qué dice este movimiento sobre nuestra capacidad para dialogar con el que piensa distinto?
¿Por qué cancelar?
Hoy en día, pareciera que la sociedad se siente vulnerada con ciertas palabras. Todo lo que se percibe como violencia debe cancelarse y ya. Pero… ¿por qué sucede esto? ¿Tienen los medios de comunicación algo que ver? Y, de algún modo, nos exige posicionarnos de un lado o del otro.
Basta con ingresar a Twitter para encontrarnos con disputas ideológicas y cabe preguntarnos: ¿son las redes sociales el ámbito más propicio para conversar estos temas?, ¿fomentan, de alguna manera, el diálogo y la escucha?
Sin duda, necesitamos aprender a dialogar con el que piensa distinto. Mientras no seamos capaces de contrastar nuestras ideas con otros, nos estaremos encerrando en una burbuja ideológica, diciendo: “hay una única verdad y es la mía. No hay nada que puedas enseñarme”.
¿Qué es la verdad?
Esta pregunta que corre de boca en boca, de mente en mente a través de los siglos, hoy la escuchamos en voces adolescentes cuando afirman que “la” verdad es aquello que sentimos como tal. Y, su bien los sentimientos son válidos, nos preguntamos si determinan la realidad y si son siempre verdaderos.
Es entonces cuando tiene este sentido analizar estos tres conceptos: la pos verdad, la ultraverdad y la verdad realista. ¿En qué consiste cada uno?
Posverdad
Comienza por negar la idea clásica de verdad: la adecuación entre la inteligencia y la realidad. Según esta visión, es imposible conocer las cosas en sí mismas. Solo hay puntos de vista, opiniones. Lo que se considera verdadero, en realidad no es otra cosa que una construcción o la naturalización de ciertas opiniones, por lo general impuesta por los poderosos que se verán beneficiados por ellas.
Tristemente la pos verdad cae en la fatal contradicción de afirma que la verdad no existe, y esto resulta, paradójicamente, como una verdad absoluta.
Ultraverdad
Por el contrario, la ultra verdad sostiene que absolutamente toda verdad es universal y objetiva y que no hay ninguna verdad que sea cultural, personal o relativa.
Si para la pos verdad, todo es cultural -inclusive lo natural-, para la ultra verdad toda verdad es natural -aun las verdades personales o culturales-. Así universaliza cosas que no lo son y deja de lado todo aspecto singular y cultural. Esto lleva, por consiguiente, a un etnocentrismo y a un culturo centrismo.
Verdad realista
El realismo filosófico afirma que hay verdades objetivas y que nuestra inteligencia es capaz de conocerlas. Hay orden y racionalidad en el mundo y este orden puede ser descubierto por nuestra inteligencia. Como dijimos La verdad, para el realismo, es la adecuación de la inteligencia a la realidad.
Sin embargo, nuestra inteligencia no puede abarcar la totalidad de la realidad, porque esta es inmensamente rica, vasta y polifacética. Hay orden pero también hay misterio. La realidad supera nuestra capacidad limitada de conocer.
Por eso, el realismo filosófico implica una actitud de confianza y humildad. Confianza en nuestra inteligencia, en nuestra capacidad de conocimiento. Y humildad porque nuestras capacidades son limitadas, no podemos abarcarlo todo y también podemos equivocarnos.
Entonces que dejamos a los educadores
Como educadores -docentes o padres- tenemos el deber de potenciar en nuestros hijos y estudiantes el pensamiento crítico y reflexivo. Desde nuestro rol, podemos ayudarlos a reflexionar en torno a la cultura de la cancelación y advertirlos sobre sus peligros.
Podemos, también, enseñarles acerca de las fake news e advertirlos sobre conceptos como pos verdad, ultra verdad y verdad, para que sean capaces de actuar en las redes de un modo inteligente, que no se dejen llevar por lo que afirman las grandes masas.
¡A prepararse:! Se necesitan usuarios capaces de buscar y fomentar el diálogo, la escucha y la empatía.
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