El estudiante del Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE) se ha transformado en un representante de los chicos que desean volver a las clases. Expresa su preocupación por el problema de la educación y resalta el desinterés de los políticos.
Se han cumplido seis meses desde que las aulas cerraron sus puertas. En un año sacudido por la pandemia, los jóvenes argentinos han tenido que adaptarse a modalidades online y estar lejos de sus compañeros y docentes. Muchos, sin embargo, se han quedado en el camino, poniendo en evidencia la brecha educativa que persiste en el país. Ante este panorama incierto, los estudiantes han alzado sus voces para fomentar el regreso a las clases, frente a la falta de respuestas de las autoridades. Valentino Díaz Fontau, alumno del ILSE, es uno de los que encabezan la iniciativa y advierte sobre la problemática de la educación en la Argentina.
¿Cómo fue tu experiencia educativa durante los meses de cuarentena?
Creo que este año aprendí más que en muchos años. Pero no en cuanto a las formalidades del colegio, es decir, no aprendí más de matemática o de física. Aprendí mucho más de la educación en sí. En mis 18 años de vida, nunca había visto tan denigrada a la educación. Yo no milito, no estoy afiliado a un partido, jamás fui a ninguna convocatoria. Pero defender a la educación como lo estamos haciendo, y ver a las personas agradeciéndome es una experiencia única. Me eduqué solo de una manera excepcional. De lo que pudo haber sido un año de poco aprendizaje, fue uno de los años en los que más aprendí.
¿Cómo te afectó el cambio?
Estoy en 5to año. Fue un año difícil por todo lo que conlleva eso: las materias, las fiestas de fin de año, los rituales de fin del colegio. Eso se perdió. Pero pude continuar con mis estudios. Incluso, estoy rindiendo materias de UBA21, puedo rendir evaluaciones, mantener notas buenas y seguir con este tipo de convocatorias. Lo que pasa es que a veces la gente centraliza a los damnificados por un rango etario. Es decir, piensa que los más dañados en este contexto fueron los chicos de 1ro y 5to año. Y la verdad es que, si me dieran la posibilidad de volver a la presencialidad, se la quisiera otorgar a uno de los 6.000 chicos de CABA que no tuvieron esa continuidad. Los más afectados son aquellos que han perdido la conectividad.
¿Y a todos los estudiantes?
Es difícil de englobar a todos. No soy nadie para hablar por todos los chicos, aunque muchos me han dicho que se sienten representados. Creo que todos sentimos un abandono pedagógico. La escuela ya no es la institución física como tal, ya no es aquello que representa el lugar a donde uno va a educarse. El concepto se ha ramificado. Es un actor social, y el Estado ha implementado esa conceptualización de la escuela. Sin embargo, me parece que se ha abandonado esa responsabilidad social. Nos sentimos abandonados, a la deriva. Dejaron a 10 millones de alumnos en una modalidad online de repente. Como se pensó a la virtualidad de la noche a la mañana, creo que se pudo haber pensado una presencialidad progresiva en seis meses.
¿Cuál fue la respuesta de los docentes ante tu iniciativa de la vuelta a clases? ¿Te sentiste acompañado?
En ese ámbito he sentido y no he sentido un acompañamiento. Muchos docentes me han escrito. Jamás sentí tal emoción del contacto con ellos. Lo que mejor resume sus mensajes es la palabra “esperanza”. Pero, si doy esperanzas, a veces siento que la gente carga en mí la preocupación de la educación, y es mucho peso. Es triste que un país deposite la esperanza de la educación nacional en los hombros de un chico de 18 años. Quiero que esa gente entienda que, más allá de darles esperanzas, quiero darles motivación. Hay una frase que dice: “Los problemas de la sociedad son muy pesados para que los sobrelleve un solo corazón”. La gente tiene que motivarse, hacer movidas en su localidad, hablar, reflexionar sobre la educación. Quiero a los docentes, padres y alumnos adelante. Los quiero conmigo peleando por la educación porque es el futuro nuestro de los chicos, de sus hijos, de sus alumnos.
Hay varios docentes que todavía no quieren volver a las clases, ¿qué les dirías?
Todos tenemos miedo. Nadie ignora el riesgo sanitario que hay en el país, somos conscientes de eso. Pero, el miedo no inhibe nuestro derecho a una educación. Hoy escuché una frase que decía: “Una cosa es tener miedo, y otra cosa es temeridad”. Debemos tener miedo, pero no quedarse helado ante él. Nadie quiere que vuelva la presencialidad automáticamente. Pero, tenemos que retornar progresivamente a la clase. El otro día hablé con un legislador y me dijo que a veces la gente busca en mí una solución. Pero ¿por qué uno tiene que presentar una solución y no solo hablar el problema? Hay que pensar si estamos de acuerdo en que hay un problema en la educación. Si estamos de acuerdo, los invito a pensar las soluciones juntos.
Incluso, te diría que las soluciones no nos corresponden a nosotros. Votamos para elegir a los que tienen que encontrar las soluciones para estas situaciones, y no lo están haciendo. Hay un desinterés político por la educación, de todos los sectores. Hay que estar juntos frente al problema, no dividirnos por la solución.
¿Cuál es tu mensaje para todos los estudiantes?
Para todos los estudiantes, desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, mi mensaje es: “Es momento”. Con la educación no se juega. Es nuestro futuro. Es el momento de que se levanten, de que seamos protagonistas de esta iniciativa. Hay que demostrar que todos valemos, que cada provincia vale, porque esto va a afectar a las generaciones futuras. Alguien tiene que decirles basta.
Y hay algo que tiene que escuchar la gente de los estudiantes: no nos estamos yendo del país porque queremos, nos vamos porque nos echan. Lamentablemente, no nos están permitiendo quedarnos. Aquel que no se molesta frente a un ataque a la educación, está echando a un joven indirectamente. En un país donde se perdió la meritocracia, donde ya no es válida la educación, se está echando a un joven. Y es algo horrible.
¿Qué lugar tiene la educación en tu vida?
El lugar que tiene ahora es el de formarme como persona, instruirme, darme valores y todo aquello que me construye como individuo: aprender, mejorar, progresar, reflexionar, crecer. Esa es la educación: crecer. Me gustaría que eso tenga valor en todo el país, pero no lo tiene. Eso es lo que estoy buscando, que tenga el mismo valor. Que la gente se esfuerce, que gane lo que merece, que tenga un futuro, que quiera progreso. Eso merece la gente que se esfuerza.