Un ingrediente creativo e innovador

Estábamos entre amigos y de repente, alguien larga: me siento muy mal, a cualquiera que veo lo siento me enemigo capaz de contagiarme el virus.

Edición María Lescano – Periodista

De repente, todos somos infectólogos y aparecen “inevitables” las posturas extremas… enseguida etiquetamos:

-Los jóvenes no se cuidan, se juntan con amigos, no usan barbijo ni respetan distancias. Después traen el virus a casa.

-A Angie hace dos años que no la veo, hablamos siempre, pero ella no sale de casa, sigue lavando con lavandina todo lo que llega. Claro, ella sabe que es población de riesgo.

-El mar es gigante ¿cómo te vas a contagiar? A la pileta hay que ponerle mucho cloro… el cloro mata el virus. Además el virus no vive en el agua.

-Estuvimos en la misma fiesta, necesito avisarte que me dio positivo COVID…

Así, infinitas visiones. Pero cuando llega el momento. Un amigo contagiado enseguida viene la pregunta y ¿sabés cómo se lo contagió? ¿Quién trajo ese virus?

Entonces de nuevo, diferentes opiniones que generalmente señalan culpables. Incluso escuchás a personas que se vacunan y cuidan de modo extremo y la razón que presentan, casi como excusa, es porque «no me quiero sentir culpable», mi papá es diabético o mi abuela está muy grande y necesito ir a verla.

La palabra culpa está presente más veces de las que amerita

Pero, la palabra culpa está presente más veces de las que amerita… ¿por qué?

Porque de este virus mucho no se sabe, por el momento tiene un comportamiento tan errático.

Y ¿si, por esta vez, el culpable soy yo?

¿Qué tal probar vivir en paz?, ¿qué tal dejar de culpar al otro, de juzgar sus actitudes y actos? ¿Qué tal si el culpable soy yo?

Es una propuesta que traspasa el tema COVID, es una invitación a desconfiar de nosotros mismos, de nuestras habilidades.

¿Tuviste una discusión, un mal entendido con alguien? En seguida está la salida fácil, la excusa me encaró mal, yo estaba nervioso… OK

Probá disculparte, reconocer la parte de culpa que te toca, poca o mucha. Es una dosis de humildad que nos humaniza (somos humus, no te olvides) y acerca a los demás.

Confianza Mutua y Desconfianza en Uno Mismo

En el matrimonio esa confianza mutua y desconfianza en uno es un ingrediente creativo y superador. Lo recomiendo.

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