José Antonio Martínez Suárez
GRACIELA FALABELLA | CORREO@SEMBRARVALORES.ORG.AR
En el lobby del emblemático Hotel Hermitage me espera Eduardo Martínez Suárez, presidente del XXX Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Estoy emocionada, es un figurón del cine local. Él es la sencillez y la serenidad.
SV| ¿Qué es lo que más le gusta de su trayectoria profesional?
JM| Esto. Ser director del festival porque es el trabajo más difícil que me ha tocado en estos casi setenta y cinco años de profesión. No he hecho otra cosa que cine, hablar de cine y hacer cine. Ahora estoy haciendo festivales, es muy difícil, por eso es hermoso, me obliga a tener mucho ingenio para solucionar los problemas y para que el espectador esté satisfecho con lo que ve.
Mi lema es: “haz lo correcto”,
aunque a veces me duela.
SV| ¿Cómo le gustaría ser recordado?
JM| Buena pregunta, como una buena persona. Mi lema es: “haz lo correcto”, aunque a veces me duela. He tenido que negar películas a amigos que después me vinieron a decir: “pero, ¿no eras mi amigo?” “Sí, pero tu película no alcanzó los niveles necesarios como para ser programada”. Algunos directores me retiraron el saludo; está bien, problema de ellos, no mío.
SV|¿Qué fue lo más lindo en su vida y qué lo más desagradable?
JM| Tal vez mi infancia y lo más desagradable… todavía no me pasó.
SV| Cuénteme sobre «Cine de pueblo, una historia itinerante», el documental que se estrenó en el Bafici.
JM| Ese fue un juguete que hicimos, fuimos un día con un alumno que es muy imaginativo, Sebastián Hermida. Se le ocurrió filmar lo que estábamos haciendo y yo decía «qué ganas de perder el tiempo». Al final me dijo: «voy a hacer una película con esto». Yo le dije que no se podía, pero él me demostró que sí. Una de las cosas que más me gusta es cuando la razón la tiene el alumno y no yo. Lo interesante es que no se hizo como documental, estaba jugando con la cámara, yo hablaba con los amigos, iba al cine, a la biblioteca, al club, lo que había sido mi casa. Iba a ver al cura de mi pueblo, que lo quiero mucho, el padre Riganelli.
SV| ¿Añora esa vida en Villa Cañás?
JM| Mucho, muchísimo, por suerte hay algunos amigos que todavía siguen vivos y los que están muertos, también están vivos en mi recuerdo.
SV| ¿Con quiénes quisiera encontrarse en el Cielo?
JM| Hay una anécdota muy linda. Llega una señora al Cielo, es recibida por San Pedro y dice ¡qué hermosura es esto!, ¿dónde está mi hijo? No, señora, su hijo no está acá, su hijo no fue una buena persona. Y la señora le dice: ah, entonces esto no es el Cielo.
SV| Y a usted ¿quién le gustaría que lo recibiera en el Cielo?
JM| Pausa larga y con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, responde: «Mi padre… mi madre… mi hija».
SV| ¿Qué piensa que le dirá Dios cuando lo reciba?
JM| Él sabe mi nombre, me diría… trabajó mucho. Y yo le contestaría: Sí, Señor, me gusta trabajar.
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José Antonio Martínez Suárez
Nació en Villa Cañás, Santa Fe, el 2 de octubre de 1925 Hermano de las mellizas Silvia y Mirtha Legrand.
Entre sus películas destacan «El crack» (1960) y «Los muchachos de antes no usaban arsénico» (1976).
En su taller de enseñanza de cine se han realizado más de 120 cortometrajes premiados en festivales de todo el mundo. Desde 2006 preside el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
En 2002 recibió el Premio Cóndor de Plata a la trayectoria por parte de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, el máximo reconocimiento del cine en el país.
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