Un amor, ¿dos casas?

 

Es frecuente que, tras el casamiento, surjan las dificultades en la convivencia bajo el mismo techo, en la misma casa. Conocerse, aceptarse, amarse en las diferencias es la aventura que están arrancando…

 

 

MARIUQUI MAGRANE

ASESORA FAMILIAR

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Mi nombre es Juan, tengo 35 años. Me casé hace dos, nos queremos, pero no sabemos estar juntos, nos incomoda todo del otro. ¿Cómo podemos hacer? ¿Vivir en casas diferentes?

 

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[dropcap]M[/dropcap] i modo de responder es generalmente preguntando, porque ayuda a pensar. Con algo de reflexión, cada uno va tomando sus decisiones.

Aquí van unas pocas preguntas que pueden servirles de guía para pensar en buscar soluciones a esta nueva situación.

 

[button link=»» color=»green3″ icon=»» size=»large»]Preguntas para pensar[/button]

Me encantaría conocer la historia de cada uno.

¿Han sido muy malcriados por sus propias familias?, ¿Vivieron solos los últimos años?

Sí, es así, es un poco más difícil, pero no imposible aprender a compartir la vida.

¿Se casaron creyendo que se conocían?

La convivencia los muestra tal cual son. Pueden reírse de la situación de compartir hasta el baño. Pueden negociar con sencillez.

¿Uno es ordenado y el otro no?

De a poco, logren acuerdos.

¿Saben decirse de buena manera lo que les gusta y lo que les incomoda del otro?

Las peleas son valiosas cuando vamos aprendiendo a conocernos, sin tratar de «ganar» todas. Dense mensajes claros, ninguno de los dos tiene el don de la adivinación.

Y algo más, en sus relaciones íntimas matrimoniales, lo que te agrada, puede provocarle rechazo y viceversa; recuerden con sentido del humor que no tienen los mismos tiempos.

¿Aceptan que hay formas de actuar, de reaccionar, de sentir muy difíciles de cambiar?

Sólo un amor sólido y generoso ayuda a convivir con las cosas del otro/a que no se entienden, por ejemplo, su forma de gastar el dinero. Son compañeros de vida, no mellizos.

 

[button link=»» color=»green3″ icon=»» size=»large»]Matrimonio y familia[/button]

El matrimonio y la familia, por ser un proyecto de diferentes personas, es fascinante y difícil. No se acomodan las piezas, como en un frasco, por sacudirlo. Las acomodamos con cariño y esfuerzo, si hay buena onda (buena voluntad). Traten de tomar las decisiones importantes de a dos, y las urgentes con libertad y respeto. Te casaste con su educación, con su herencia genética y sobre todo con su libertad.

Por último, ¿te conocés bien?, conocernos a nosotros mismos es lo más difícil, intentalo con paciencia.

 

 

Una propuesta

Traten de tomar
las decisiones importantes de a dos
y las más urgentes
con libertad y respeto

 

Te propongo poner en la puerta de la habitación un «pasacalle» con lo que le agradecés. Ojalá ella te ponga otro pero no depende de esto.

No te dejes ganar por la susceptibilidad (tipo telenovela) cuando todo te cae mal. Si te pasa esto, tratá de reconocerlo para distinguir. En las emociones, los sentimientos, se nos mezclan muchas cosas, quizás es cansancio, un dolor, un problema de trabajo, temas familiares, historia de algún amigo y no todo es lo que estás cargando a la «culpa» del otro.

Como todo ser humano, podés amar con generosidad, pasar por arriba de las pavadas. No hagan de su casa un gallinero, picoteándose por todo.

El cansancio y las preocupaciones de la vida pueden infectarnos con varios “virus” y, como las computadoras, tenemos que limpiarnos. Limpiarse matrimonialmente puede ser salir juntos a tomar aire, a pasarla bien, como cuando eran novios.

No dejes de llenarte de esperanza: si vivís a diario la grandeza del amor conyugal, te realizás como persona, y como matrimonio.

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