Tu familia tiene una misión

Edición: María Lescano- colaboradores@sembrarvalores.org.ar  colaboradores@sembrarvalores.org.ar

En Sembrar valores nos ocupamos de acompañar a cada uno en el desafío de hacer su familia un poco mejor cada día… ¿Cómo avanzar, cómo mejorar, cómo crecer? Con una misión clara y compartida..

Hoy te proponemos hacerla y/o renovarla ¡juntos!

¿Qué es la Misión?

La misión es el motivo, la razón de ser que tiene la existencia de un grupo de personas que buscan un objetivo en común. Es frecuente conocer el concepto cuando se trata de una empresa. Y, aunque con frecuencia quede solamente plasmada en un papel, sabemos que para concretarla es necesario invertir horas y dinero en largas reuniones que definan su qué, para qué, para quién; sin dejar de ponderar los recursos y las preferencias de los socios, entre otros factores.

Y, ciertamente, todos esos aspectos, también entran en juego cuando hablamos de Misión Familia. Por eso, vamos a pensar juntos en la misión de la familia en general y en la de cada uno… en tu familia, en particular.

Si bien es una institución milenaria, en estos momentos está altamente cuestionada. Por eso, vale la pena poner sobre la mesa las características que definen a la familia y ¿por qué no? llevarlas como tema de conversación en casa.

Buscamos generar el interés de mirar de frente a la propia familia y preguntarnos: ¿conocemos a fondo hacia dónde queremos ir?, ¿sabemos qué estamos haciendo?

Misión familia

Leía a la escritora Mariángeles Nogueras que, en la familia, “se trata de crear personas felices, que en un futuro puedan cooperar con lo mejor de ellas mismas en la construcción de una sociedad cada vez más sana, equilibrada y feliz”.

Me gusta pensar que cada una de nuestras familias trasciende e influye en la conformación del barrio, la ciudad, el país, como un aporte generoso al mundo que habitamos.

Y, compartía con otro pensador contemporáneo que todas las familias están llamadas a desempeñar una misión en la historia, y que esta misión es lo que define su dignidad y responsabilidad.

Esta forma de ver las cosas nos abre una inquietud lógica: ¿Corresponde pensar hacia dónde queremos ir?, ¿dejamos que las circunstancias nos marquen la dirección?

Recalculando permanentemente

Estamos acostumbrados a guiarnos por un GPS que permite determinar la ubicación en el globo de un objeto, una persona, un vehículo o una nave, a través de señales que recibe de un conjunto de satélites.

Me imagino el momento de cargar la programación en nuestro “navegador familiar”: necesitamos conocer el destino final, pensamos en el punto de partida y tomamos en cuenta también los cruces alternativos para cuando el camino parezca complicarse.

Mi familia, mi misión

La misión orienta nuestro obrar, y deja al descubierto los motivos más profundos. Cada uno, en la familia, puede pensar su lugar como algo lleno de sentido por el cual vale la pena trabajar. La casa, escenario de la vida familiar por excelencia, no puede salir adelante de cualquier manera: hace falta pautas y flexibilidad, porque una flexibilidad sin orden puede convertirse en un caos.

Cualquier familia podrá leer con claridad cuando la pantalla marque la meta final: “Su destino es llegar a preparar personas que sean capaces de querer, equilibradas, sociales, responsables y felices. Siga para adelante”.

El desafío se plantea cuando aparecen variables a la hora de elegir el mejor camino: ¿estamos abiertos a los hijos?, ¿qué valores buscamos en su educación?, ¿cómo armonizamos la vida laboral, familiar y social?, ¿qué lugar ocuparán los abuelos?, ¿cuáles son los tiempos que elegimos para construir nuestros vínculos?

El caminar de una familia tiene etapas, momentos de paz y turbulencias; incluirlos en el itinerario nos dará tranquilidad. Siempre entendiendo que no es fácil saber de verdad lo que uno quiere ser y hacer en la vida.

Por eso, plantearse la misión de la familia significa tomarse el tiempo y hacer el inmenso esfuerzo de delinear los principios y prioridades que animan nuestro obrar, plasmados en proyectos individuales y comunes, buscando hacerlos compatibles a través de lo más profundo y distintivo que tiene una familia: la comunión en el amor desinteresado.

Créditos: Lucía Dodds de Stellatelli – Orientadora Familiar

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