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Segunda entrega de las entrevistas con los «Lingotes de oro», grupo de amigos de edad madura que nos aportaron conceptos valiosos sobre la vida y la familia.
PAULA SLAPKA DE SAGUIER | ORIENTADORA FAMILIAR | PAULASLAPKA@GMAIL.COM
Mis charlas con los «Lingotes de oro» encontrados en Bella Vista continuaron hasta que acabaron las clases de 2014. Pude hablar largo y disfrutar de la sabiduría de cada uno. Después me dispuse a ordenarlas un poco. Este es el resultado.
Recuerdos de Justicia
Horacio (70) era oficial de Justicia y de allí nace la amistad con quienes son ahora sus amigos del bar. Es de los primeros que se lanza a hablar.
“Los periodistas nos trataban como villanos y nos hacían creer que lo éramos. Sin embargo, yo cumplía con mi trabajo a costa de todo. Nunca se me ocurrió que me pudieran llamar la atención por cobardía. Hubo un caso donde el diputado en vez de sacarme ‘carpiendo’ tendría que haberme llamado para ofrecerme su ayuda y que yo pudiera cumplir con mi deber, y no al revés. Es más -agrega-, si fuese necesario, yo me tiro contra el presidente de la Nación, ¡me importa un bledo! Ante semejante afirmación, le pregunto:
SV| ¿Cuál es el motor principal para ser valiente?
HV| La dignidad. Es el común de todos los que nos juntamos en este bar. Es difícil que nos obliguen a hacer lo que estamos convencidos de hacer o no hacer. Es más, me animo a poner las manos en el fuego por que ninguno de los que estamos acá ha sido comprado alguna vez.
En dos ocasiones, en diferentes momentos de mi vida laboral me han pegado por ejercer mi función. La primera vez, el juez metió preso al demandado al día siguiente de haberme golpeado. Años después, recibí otro golpe y la secretaria del juzgado me dijo: ‘Hemos pasado esa etapa; felizmente ya superada’.
Se refería a que no iban a castigar ni meter preso al delincuente. Mi reacción fue inmediata: ‘Quiero decirle, doctora, que yo puse la cara, pero a quien le pegaron ¡fue a usted!’ Me estaba refiriendo a su autoridad.
SV| ¿Qué cosas que hacen diferente a la época actual respecto de su etapa laboral?
HV| Nacimos en otra época, cuando la dignidad era más importante que el bolsillo. No estoy acostumbrado a que la gente dude de lo que yo digo. Yo no tenía por qué no decir aquello que sí debía decir, o a la inversa. La desconfianza, las acusaciones falsas, no las concibo. Yo creo que esto es un
común denominador de la gente de antes. Creo que los amigos de acá somos en esto todos iguales. En esa época, la justicia era la justicia, el juez era el juez y nadie se animaba a decir nada. Hoy por hoy la autoridad está minada, y de ello puedo darte miles de ejemplos.
La justicia era la justicia, el juez
era el juez y nadie se animaba a
decir nada
El trabajo tenía sus cosas desagradables pero también sus cosas lindas, como el haber generado una amistad de tantos años con estos amigos. Nos apoyábamos mucho, nos consultábamos, teníamos situaciones difíciles que afrontar y generalmente debíamos resolverlas solos, por lo menos a las diligencias íbamos habitualmente solos. Si la situación se ponía muy fea, buscaba que me acompañara la policía. Hoy en día no es así. Los oficiales
de Justicia están muy solos, a la deriva, la policía no los acompaña, no los avala.
Recuerdos de un hombre ocupado
Hernán (77) tiene un gran sentido del humor y recuerda que su madre, cuando no quería o no podía hacer algo, tenía siempre a mano alguna respuesta de este estilo: «Tengo cosas que hacer, lugares donde ir y personas que ver”. Ahora también él las utiliza porque siempre está ocupado. Aun así, me dedica un buen rato y se lo agradezco.
Además de sus colegas oficiales de Justicia, Hernán tiene un grupo de amigos amantes de la vida campestre, los caballos, la música folklórica. Ellos se juntan los miércoles, cada uno lleva algo para tirar a la parrilla mientras comparten alguna lectura criolla o invitan a algún músico. Y los sábados sale a andar a caballo con sus amigos ecuestres.
En primavera tuvieron una cabalgata por las sierras de Córdoba: «Fue una maravilla, parecíamos equilibristas», dice.
Al hablar sobre la familia, él lo hace con pasión como alguien que siente los ataques que hoy recibe de parte de algunas leyes. Por ejemplo, me dice que «la familia es una sola, la fundada en un hombre y una mujer», mientras reclama coherencia, la que él procura vivir a diario. Pero, como no le falta sentido del humor, agrega, «por lo menos lo intento, y si no lo logro… que no se note». Y se ríe.
Tras este perfil tradicionalista, sorprende con una actitud de avanzada. Comparte su experiencia de aquellos tiempos en que no era frecuente que la mujer trabajara fuera de su casa: “En los primeros años de casados, mi mujer trabajaba en la municipalidad de San Fernando y ganaba más que yo.
Vivíamos en la casa de mis padres, y todo con naturalidad, sin ningún trauma”.
Recuerdos de un romántico
Teddy (73), que pasa la mayor parte del tiempo en una chacra, regalo de su hijo y su nuera cuando se jubiló, es un romántico. Para él y su mujer, mirar para arriba es casi un rito. Cuando estaban recién casados, salían a pasear y cada vez que veían una cúpula se daban un beso.
SV| ¿Qué puede decir respecto al matrimonio?
TB| Creo que es algo que se construye. Lo importante es saber que pueden estar juntos y que pueden darse a otros.
El matrimonio, para mí, es una tercera persona, es como dos fósforos encendidos que al unirse se transforman en otra llama distinta. Cada uno tiene que alimentar su propia llama y además el amor por sí mismos
no existe si no se transmite a otros. El amor es dar. Todo es querer; si se quiere, se hace.
Cuando el hombre se jubila, pierde su rutina y empieza a ser una molestia para su mujer, un agregado, mientras que para la mujer la rutina no termina nunca.
Antes era la casa, los hijos, el marido. Después se suman los nietos y el marido que se jubila y empieza a ser un estorbo hasta que se reacomodan.
SV| ¿Qué cosas le dan felicidad?
TB| Un día completo para mí es: atardecer en el campo, un whisky mirando los caballos, y un abrazo a mi mujer al irnos a dormir… ¡esto último yo no lo cambio por nada en el mundo!
SV| ¿Qué le gusta de la vida?
TB| Vivir. Poder respirar -sufre de EPOC, de modo que respirar se ha convertido en algo vital en su mente-. Poder hacer, caminar, amar, tomar un whisky sin estar «chupado».
Recuerdos, gustos y temores
Guillermo (79) es juez, se jubiló a la edad correspondiente pero continuó ejerciendo hasta los 75. “Tenía un equipo buenísimo que colaboraba con todo”. Actualmente se siguen juntando en carácter de amistad.
Le gustó mucho su trabajo y pudo hacer cosas para el bien los demás y de la sociedad.
SV| ¿Qué cosas le gustan de la vida?
GG| Me encanta escuchar música clásica y jazz. Me gusta vivir. Estoy agradecido de poder seguir viviendo, me encanta tirarme en el sillón del jardín y ver los árboles, el cielo. No me gustaría nada que de más grande me lleven a vivir al centro, a la ciudad.
La familia, especialmente, a los nietos, los gozo mucho. Una vez por mes, aparecen todos los hijos y los nietos. Si bien siempre hay algún hijo dando vueltas, una vez por mes nos juntamos todos. Me gusta mucho quedarme
en casa y que nos vengan a visitar.
SV| ¿Qué le gusta de su familia?
GG| Me gusta la unidad. Entre los hijos se ven mucho, más allá de las críticas entre ellos, hay un cariño de fondo.
SV| ¿Miedo a la muerte?
GG| Me intriga cómo será el otro lado. Tengo temor de dejar cosas inconclusas. También me da pena que mis nietos más chicos no me hayan disfrutado tanto.
Nacimos en una época en que
la dignidad era más importante
que el bolsillo.
Agradecimientos
Quiero agradecer enormemente a cada uno de estos caballeros, apodados cariñosamente por mí como «Lingotes de oro», por su tiempo, por su confianza en abrir su corazón y su mente.
Gracias por dar luz al camino que muchos tal vez tengamos que recorrer, tan sólo por vivir más años de los que hemos vivido.
Gracias a Guillermo porque estando en un momento delicado de salud no quiso faltar a su compromiso de ser entrevistado.
Gracias a todos por haberme regalado horas muy ricas de cafecitos, medialunas, sonrisas, carcajadas y sabias reflexiones.
Gracias por hacerme saber que les hizo bien este encuentro, hasta uno me lo
confesó con un abrazo.
Gracias, también, porque ninguno me dejó pagar mi café.
¡Me gustan los caballeros de antes!
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MIS «LINGOTES DE ORO»
Horacio Vidal y Vedia (70):
Jubilado como oficial de Justicia. Casado, vive con su mujer. Cuatro hijos: (43-40-39-37); tres casados y una discapacitada. Nietos: ocho.
Escribió dos libros sobre ópera. Actualmente integra la comisión directiva de Bella Vista Cultural.
Hobby: Escribir y escuchar ópera.
Hernán Jantus (77):
Jubilado como oficial de Justicia. Casado y vive con su mujer. Tres hijos: (41-38-37). Nietos: seis.
Ocupación: administra propiedades de un hermano que vive en el exterior.
Hobby: fanático de los caballos, cabalga con amigos una vez por semana, lectura referente a lo equino.
Guillermo Galli (79):
Jubilado. Profesión: juez. Casado y vive con su mujer.
Integra junto con Horacio la C. D. de Bella Vista Cultural. Cinco hijos: (47-45-44-40-34).
Hobby: Teatro, cine, lectura.
Eduardo Bourse (Teddy, 73):
Jubilado como oficial de Justicia. Casado y vive con su mujer el 80 % del año en una chacra en Mercedes. Seis hijos. Nietos: 13. Es scout.
Hobby: la chacra, los caballos.[/notification]