[dropcap]T[/dropcap] erminar el año es sinónimo de análisis y reflexión, de empezarlo a proyectar. Al menos eso me pasa a mí. Por primera vez en mucho tiempo, nos fuimos de vacaciones en enero. Mis hijos tienen una “edad ideal” para llevarlos a conocer el mundo (6,8, 10 y 12 años).
Hicimos un recorrido en auto por distintos estados de México y pudieron conocer rincones escondidos de la Península de Yucatán, ver flamencos o bañarse en cenotes, hasta pasear por Playa Paraíso en Tulum y subirse a las pirámides.
Fueron días donde convivimos. Las horas del auto en familia, por mucha tecnología que uno habilite, generan momentos críticos de concordia fraternal. Aprendimos, nos conocimos, disfrutamos y sobre todo, proyectamos.
Cada uno fue compartiendo sueños. Hablamos sobre las actividades que tienen ganas de hacer, eso generaba charlas sobre el compromiso y la responsabilidad. Frente a las actividades y frente a los estudios.
A los chicos les encanta conocer nuestra historia. A veces, los inspira.
Proyectaron su año y fuimos capaces de compartir cómo queríamos proyectar el nuestro. De algún modo los hicimos parte de nuestros sueños y los animamos a luchar por ellos, a tratar de concretar los proyectos en los que pensaron para el 2018.
En el fondo creo que estoy desafiando al gran Calderón de la Barca cuando escribió en La Vida es Sueño “Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar. No le des nunca consejos al que te pida dinero. Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”.
Arantxa Escribano
Vice Presidente
Sembrar Valores Asociación Civil