Suenan guitarras

Navidad

Las fiestas vienen acompañadas del tradicional Jingle Bells. Sin embargo,un episodio ocasional, este año me sugiere guitarras. ¡Que no nos agarren envueltos en conflictos! Probemos vivirlas con paz.

MAGDALENA PINEDO DE ALDAO | ORIENTADORA FAMILIAR | MALEPINEDO@YAHOO.COM.AR

Hace unos días, en el museo de mi pueblo hubo un concierto de guitarras con importantes músicos que venían de afuera. Por algún motivo, el público fue muy escaso. Los músicos, vestidos de negro, valientemente
tomaron su lugar. Uno de los concertistas tomó su guitarra, acomodó sus pentagramas y, mirándonos, declaró: “Estamos los que tenemos que estar”, y la música comenzó a sonar con la misma pasión que si estuvieran en el Teatro Colón colmado de gente. Me conmovió su talento, pero más su amor a lo que saben hacer, su entrega sin pensar en la respuesta, su dedicación sin esperar resultados. ¡Cuánto aprendí esa noche, además de gozar de las guitarras! Inmediatamente pensé en esta nota que estaba esperando en las gateras: las fiestas, la Navidad. Nuestros fines de año suelen ser acelerados, llenos de tensiones, con calores sofocantes, compras apuradas… y la Navidad llega en medio de ese caos, queriendo festejar un nacimiento.

¿Qué pasaría si tratáramos de recibir lo que cada uno tiene y puede dar? Propongo buena disposición, respeto y empatía.

Esperamos de los otros

En este correr que impone la época, cualquier cosa pareciera irritarnos, y se vuelve casi imposible que en algún momento los demás no terminen por sacarnos de las casillas. Pero… ¿son los demás?, ¿somos nosotros? o ¿somos todos? Creo que la palabra que más nos conviene meditar en estos tiempos es la aceptación. La aceptación implica respeto y empatía. Poder frenar un poco y darnos tiempo para ponernos en los zapatos del otro, contemplando sus problemas, sus dolores, sus propios apuros. Muchas veces la Navidad desata conflictos que estuvieron solapados y, cuando llega el fin de año… afloran. La mayoría de las veces, la causa está en lo que esperamos de los otros: que Fulano ponga la casa, que deje de ofrecer la casa; que mi cuñada haga el vittel thoné, que lo deje de hacer porque estamos cansados; que por esta Navidad tal hermano deje de mostrarse hosco; que los tíos no arruinen la noche discutiendo sobre política… y sigue la lista interminable. ¿Qué pasaría si tratáramos de recibir lo que cada uno tiene y puede dar? Si empezáramos a mirarnos para adentro y ver qué tenemos de bueno para ofrecer en estas fiestas. Si en vez de enumerar incansablemente lo que los otros tienen que cambiar, nos miráramos un poco más nosotros mismos, para ver cuáles de mis actitudes generan en el otro malestar. Propongo: buena disposición, respeto y empatía. Digámonos unos a otros con alegría, imitando al concertista: “Estamos los que tenemos que estar” y, ¿por qué no? agregar: “Como tenemos que estar”. Y vamos a poner toda nuestra pasión para que esta fiesta sea un verdadero encuentro familiar. ¡Que suenen las guitarras!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *