Sos mamá… sos amiga

adolescentes

A medida que nuestros hijos crecen nos asalta una duda. Por ser compañeras, ¿estaremos perdiendo autoridad? Hice una pequeña experiencia, acá está.

 

MALE PINEDO | Orientadora Familiar | malepinedo@yahoo.com.ar

 

[dropcap]A[/dropcap] l comenzar esta nota, miles de ideas venían a mi cabeza: mi experiencia como hija, como madre, como orientadora y por tanto testigo de tantas otras experiencias… y las conclusiones que fui sacando durante mi vida, mezclando práctica y teoría.

Sin embargo, sentía que faltaba una voz: la de los hijos. Si nos perdemos de escuchar esta voz, desperdiciamos un medio para comprender mejor la realidad.

Entonces les pedí a mis hijas de 17 y 18 años que hicieran, con su visión, un aporte a la nota. Sus escritos me emocionaron mucho. Aquí están, acompañando mis reflexiones.

Una clave: el equilibrio

Como tantas veces ocurre en los temas humanos, la clave es el equilibrio.

Si somos amigas ¿dejamos de ser madres? Si somos madres… ¿no podemos ser amigas?

Quizás lo mejor sea no rotular las relaciones y transitarlas viendo que sean positivas y que hagan crecer a ambas partes.

Creo que la faceta de compañía y sostén en la maternidad comienza a darse cuando los hijos entran en la adolescencia. En la etapa de la niñez las exigencias son otras, la demanda es grande, y los chicos necesitan las funciones nutritivas y normativas, me animaría a decir, de una forma casi unilateral. Si bien es infinito lo que recibimos de ellos desde el mismo momento de la concepción, la relación se vuelve más pareja en el dar y el tomar cuando ingresan en la adolescencia o cuando se van volviendo adultos.

Generalmente entramos con mucho temor a esta etapa: los peligros del ambiente, las adicciones, la inseguridad, los nuevos códigos que van ganando terreno. Todo esto nos coloca en un lugar, a veces de miedo, del que es necesario salir. Porque este temor puede generar un cuidado excesivo que nos aleja del disfrute que esa etapa puede traer a nuestras vidas. La adolescencia tiene mala prensa y a los padres… ¡no nos conviene comprar esa idea!

Otra clave: la confianza

Como en todas las relaciones, la confianza es la clave, pero es de esperar que en la adolescencia los chicos no confíen en nuestros criterios, o no estén al cien por cien de acuerdo con ellos… ¡es que están formando los propios! Es una etapa de cruces que conviene sortear con seguridad en nuestras decisiones y sin miedo a lo que un enojo pueda provocar.

Pienso que lo mejor es intentar explicar nuestros miedos, nuestras incertidumbres, mostrarnos también vulnerables y compartir con ellos que a veces nuestro rol de padres nos llena de  cuestionamientos. Mostrarnos más humanos sos mm sos amiganos vuelve ante los ojos de nuestros hijos seres más reales.

Más claves: la autoridad

Quizás tengamos miedo de perder autoridad al mostrarnos vulnerables o “amistosos”. Es bueno recordar que la palabra autoridad deriva de “augere”, que hace referencia a sostener, hacer crecer. Es esa fuerza que nos viene dada por la paternidad para sostener a nuestros hijos en su crecimiento.

La autoridad puede ejercerse de dos maneras: con afán de dominio o con afán de servicio. Según cuál prevalezca estaremos ejerciendo un autoritarismo, o estaremos sosteniendo a nuestros hijos en la valiosísima tarea de desarrollar su libertad y su autoestima. Nada más… y nada menos.

Viendo así la autoridad, lejos de ser un peso para los padres, es nuestro mayor tesoro. Es la perla que tenemos para darles a nuestros hijos. Y requerirá de nosotros una gran introspección. ¿Es esta decisión que estamos tomando un servicio a nuestros hijos o hay algo que internamente nos mueve a querer ejercer en ellos algún tipo de dominio?

Palabras clave

Si tuviera que elegir las palabras clave que iluminan este dilema de madre-amiga, y teniendo en cuenta las coincidencias con mis hijas, sin duda optaría por: autoridad, roles, confianza y equilibrio. Y los invitaría a que cada uno las llene de sentido con sus propias vivencias

 

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Ines (18)

Mamá y amiga. Dos conceptos fuertes que van juntos, pero separados. Dos roles que se dan de la mano pero que, a veces es necesario que se separen. Lograr el equilibrio siempre es lo que más cuesta. Que la mamá sea tu amiga no quita que siga siendo tu mamá. Y que sea tu mamá, no quita que pueda ser tu amiga.

La relación madre e hija para por varias etapas.

Primero cuando nacemos no queremos separarnos. Inconscientemente hacemos todo lo posible para estar cerca de mamá, la admiramos con locura y resulta ser nuestro todo.

Segundo, la adolescencia. Empezás a conocer nuevas amistades y a creer que sos mas independiente. Las diferencias empiezan a surgir y pensás que no tiene razón en nada de lo que dice, o por lo menos en casi nada. Ella insiste en que es para tu propio bien pero vos solo querés divertirte y ella solo quiere cuidarte sin importar si estás de acuerdo o no. De vez en cuando se llevan bien, se cuentan cosas, pero ambas se sorprenden cuando pasa.

Y finalmente cuando te das cuenta de que tu mamá es tu amiga. Que fue la que siempre estuvo y está en cada momento, a quien llamas primera para darle las buenas noticias pero también las malas. Es con quien tenés una relación única una complicidad especial. Es tu confidente. No entendés como no le hacías caso. Las diferencias están pero ahora son capaces de charlar y no de pelear. La relación cambia. Hasta tal punto que a veces te olvidás de que es tu mamá y que es ella quien pone los límites y a quien debés respetar.

En fin es tu mejor amiga. Pero también es tu mamá. No dejes que ningún rol sobresalga más que el otro. Hacé lo posible para mantener el balance. Cuando seas grande vas a agradecer su amistad y su fidelidad tanto como su enseñanza durante tu etapa de crecimiento.

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Agustina (17)

A veces resulta difícil imaginar una amistad cercana entre padres e hijos. Mucha gente puede pensar que si pasa esto el rol que ambas partes cumplen puede ser afectado por el abuso de confianza. Creo que esto no siempre tiene que ser así. Por la experiencia con mamá puedo decir que no se pierde el respeto a un padre o ellos su autoridad.

La confianza es la clave de todo vínculo. Una mamá puede confiar mucho en sus hijos si les da la oportunidad de demostrar que van a ser leales a sus promesas. Y al revés también.

No hay nada que me haga más feliz que tener una mamá que es amiga. Yo sé que puedo contar con ella para lo que necesite y ella conmigo, porque eso es también una amistad. Sé que con mamá como amiga puedo desahogarme lo que sea cuando sea y ella nunca me va a decir que está demasiado cansada para oírme.

No siempre me deja el espacio que necesito y nunca va a faltar la pregunta «¿en qué estás pensando?» pero eso es porque es una madre. No puedo enojarme porque haga esas cosas se que es simplemente porque me quiere y se preocupa por mí.

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