Cuando mi luz estaba consumida
y se volvían noches mis mañanas,
pues la desesperanza de mi vida,
era un cuarto sin puertas ni ventanas.
Busqué para mis penas sobrehumanas
la protección de tu ciudad querida,
y en el regazo fiel de sus campanas
recliné mi cabeza dolorida.
Y me quedé dormido bajo el cielo,
con un sueño de niño fatigado,
que sólo en descansar halla consuelo.
Para soñar desde mi noche incierta,
y volver a soñar, enamorado,
con la mujer que ahora me despierta.
Francisco Luis Bernárdez
Refugio para el alma
Este gran poeta argentino, al cual ya hemos ponderado en otras poesías, se destaca por su especial lenguaje, dueño de una gran riqueza espiritual en su mundo interior. En su vasta obra sobresalen El buque, La ciudad sin Laura, Poemas elementales, etc.
En este poema que hoy comentamos nos habla de sus penas sobrehumanas hasta que, encuentra en Córdoba y sus campanas, alivio a su dolor «y soñar enamorado con la mujer que ahora me despierta». Laura González Palau de Bernárdez fue la cordobesa que lo acompañó y apoyó toda su vida y a la que dedicó gran parte de su obra.
Silvia Bayá de Lagache
silbaya.c@hotmail.com