El cansancio, el fin de año, corridas, apuros… pueden desgastar el amor matrimonial. ¿Cómo superar errores y deficiencias “mutuas”?
Felipe Yofre | Escribano | Presidente de @ProtegetuCorazón
Cuando estamos cansados no tenemos casi ganas de hablar, además estamos más irritables y sentimos que no llegaremos a hacer todo lo que querríamos. Entonces, aparece una imagen sugestiva.
Titanic
No hablo de la película, hablo de la vida real… Corría abril de 1912, el Titanic ese barco que ni Dios podría hundir… chocó contra un iceberg, murieron más de 1.500 personas. Estaban de fiesta, pero sólo en cuatro horas se hundió esa ciudad flotante.
Pequeñas, muy pequeñas dosis de agua congelada construyeron pacientemente durante años ese enemigo mortal. Ese hielo cuya dimensión es varias veces mayor que lo que vemos.
Me enteré que están formados por agua dulce, no por agua de mar. Es decir, agua cuyo primer destino debiera haber sido el calmar la sed, ser compartida, dar fecundidad a la tierra, en definitiva, dar vida, pero en ocasiones termina matando.
Flotando en el mar, pueden tardar meses o hasta años en derretirse.
Qué tiene que ver el iceberg
También nuestro diálogo tiene esa capacidad de dar vida o muerte.
Podemos de a poco, ir armando “iceberg” interiores que cambian el diálogo -que fue pensado para comunicarnos “vida matrimonial”- por hielo, frío, pesado, duro. Eso no se hace de un día para el otro, ni de un mes para el otro.
¿Cuáles son las capas que lo construyen? Es una mezcla de cerrazón de corazón, incomprensión, malos modos, ombliguismo, mezquindad afectiva y otros atributos parecidos, sin darnos demasiada cuenta podemos generar enormes témpanos, de los cuales en apariencia solo vemos lo poco que sobresale, pero el resto es enorme y descansa paciente en lo oscuro de nuestro corazón hasta golpear, incluso mortalmente en el momento menos pensado. Y, los momentos de tensión como los que estamos viviendo pueden incluso, ocultar la punta que aparece y dirigirnos directamente contra el témpano.
Esos iceberg afectivos
Los silencios helados que se dan en algunas parejas:
“Cuando Luis se enoja no me habla quizás por cinco días seguidos”. Pocas, muy pocas cosas pueden ser tan nocivas como que se vayan formando témpanos interiores que distancian nuestras relaciones.
¿Cómo se forma un iceberg interior? De a poco, en silencio. He estado con personas que por discusiones, enojos o rechazos a actitudes del otro, no se dirigen la palabra por varios días. Eso es tremendamente destructivo. Generador de enormes masas congeladas difíciles de derretir. Ese hielo se vuelve tan frío que a veces se pierde la noción de hasta porque se comenzó el silencio. Es una ponzoña mortal.
Para peor, en ese camino no es cierto que la pelea no continúe. Nosotros le ponemos la voz y los argumentos al otro dentro nuestro en un sordo diálogo que continúa. En consecuencia ambas partes toman rumbos diferentes en un encierro que quita oxígeno, que enfría, que lastima y saca lo peor de ambas partes.
Tiene muchos beneficios patentes y escondidos la inmediatez.
No deja aparecer el hielo, transmito al otro que no hay distancia, que necesito de su afecto y que pase lo que pase me importa caminar siempre juntos.
Se va generando un iceberg que tiene dimensiones mucho más grandes dentro nuestro de la que ve el otro. Y un día estamos tan pero tan lejos que la reconciliación parece imposible. El agua ya entró en nuestro casco.
¿Qué nos pasa?
♥ Sensación de rechazo: cuando uno se encierra en su silencio la otra persona en primera instancia se siente rechazada y ese silencio pasivo termina siendo una forma “cobarde” de represalia. Si hay algo malo entre los dos, enfrentémoslo, hablémoslo, discutámoslo, siempre en el marco del respeto y el amor que no pone condiciones.
Enfrentémoslo, hablémoslo, discutámoslo, en el marco del respeto
♥ Se agranda la distancia: Si nos quedamos callados frente a quien nos pide con sinceridad que hablemos, sólo conseguiremos ensanchar la brecha que nos separa y disminuir la buena voluntad. La peor forma de silencio es no prestar atención a la presencia del otro.
La peor forma de silencio es no prestar atención a la presencia del otro.
♥ Disminuye la autoestima: Si la otra persona no me escucha y me ignora, percibo que no le importo, en definitiva que no soy lo más importante de su vida, que no valgo. Mi autoestima se deteriora, aumenta mis inseguridades, me vuelvo mucho más vulnerable, se afecta la fortaleza de la relación.
El perdón es el arma más poderosa del amor.
Las ofensas no perdonadas
van creciendo en dimensión con el tiempo.
El perdón caldea, reconduce,
derrite el hielo interior.
La lógica nos indica que cuanto “más chico sea el hielo” es más fácil de derretir. O sea cuanto antes lo expongamos a la temperatura ambiente de nuestro matrimonio, antes se derretirá, e incluso quedará en su lugar agua dulce, que sacia sed y fecunda nuestro corazón, para que haya muchos frutos.
Para leer más: https://sembrarvalores.org.ar/web/hay-hielo-en-el-amor-de-la-pareja/