Innovar permanentemente es el enorme desafío de todo docente. Cada chico tiene sus tiempos, sus debilidades y fortalezas. Padres y maestros junto al niño, para una autoestima sana.
Por Cristina Márquez. Profesora de Filosofía y Pedagogía. crismar23@fibertel.com.ar
Muchas veces los chicos CREEN que no saben, que no pueden, que no entienden. Y se quedan dentro de ese pensamiento, que en realidad es como una creencia, que está más pegada a la emoción que a la razón. Inconscientemente, están tan convencidos que no pueden “correrse” de ese lugar. Creo que a los adultos también nos pasa muchas veces…
Las prácticas escolares formales no siempre ofrecen un espacio, una oportunidad, para que los chicos puedan darse cuenta de que sí pueden.
Mis estrategias
Me ha pasado como docente y también en tratamientos individuales, que los chicos se asombran al descubrir sus habilidades, al darse cuenta que en realidad ¡PUEDEN!
Y, ¿cómo intento lograr esto?, digo intento, porque a veces no se puede y hay que probar otras estrategias.
Se trata de ofrecer actividades, nunca escolares, nunca formales y, generalmente, no aritméticas, donde ellos deben poner en juego nuevas habilidades. En algunos momentos, el desafío está en descubrir que esa actividad no tiene solución. Mi sensación es que cuando logran resolverlo, o se dan cuenta de que es una trampita y por lo tanto, es imposible de resolver, sus caras brillan.
A veces, les pido que sólo dibujen para resolver la situación que les presento. Otras, tienen que investigar una situación detectivesca con pistas, o solucionar juegos lógicos.
Saliendo de los esquemas
Los chicos están tan “escolarizados”, tan “automatizados“, que, en ese contexto, difícilmente piensen de manera distinta a lo que hacen en el colegio.
Por ejemplo. Un día propuse a los chicos descubrir cuántos años tenía la maestra. Les dije que en una clase había 20 mujeres y 7 varones. ¿Cuántos años tiene la maestra?, ¿saben qué hicieron? Sumaron o restaron.
Solamente uno dijo:
-Pero, ¿qué tiene que ver eso con la edad?…
También les presento situaciones donde los datos sobran, o que tienen que intentar abrir su forma de pensar.
En fin… Es tratar de desestructurar y liberar los pensamientos para descubrir lo que pasa y llegar a una resolución.
Desafíos simples
Arranco planteando situaciones sencillas, aunque no demasiado, para que les resulten desafiantes y para que vayan adquiriendo seguridad y confianza.
Así empecé hace muchos años, con estas experiencias que me llenaron de satisfacción por los logros que veía en los chicos, por sus avances, por verlos sonreír felices ante sus descubrimientos, y porque tanto los padres, como los maestros fueron cambiando esta «lectura» del chico “flojo”, del que “le cuesta”, del que “no puede”… a una lectura más positiva e integradora.
Un chico no es un compartimento matemático, ni lingüístico, ni histórico, ni físico. Es un TODO.
No trabajo para vencer una dificultad sino para integrarla a su personalidad y superarla. El sabe que la tiene y que la puede atravesar. Un chico no es “su” impedimento. Es una unidad.
Y, si mejora su imagen, si nivela para arriba su autoestima, nada lo detiene. No tendrá un techo.
Todo empezó cuando advertí, como maestra, que había chicos que realmente sufrían al darse cuenta de que en el colegio no podían ser iguales a los demás. No podían valorar otros logros, como los deportivos, artísticos, estéticos, etc.
Claro, en el colegio sobresale el “capaz”, el resaltado racional. Y, ¿qué es ser realmente “capaz”? Eso fue lo que motorizó en mí la búsqueda. Hasta terminé armando, con un grupo de trabajo, un proyecto provincial para integrar a chicos con capacidades diferentes en los colegios comunes. También me pregunte qué es eso de ser común… normal… etc…, sólo etiquetas…
Lo cierto es que los chicos PUEDEN tener logros, PUEDEN cambiar su propia imagen, PUEDEN estar CONTENTOS con ellos mismos, PUEDEN sentirse mejor en el grupo y en sus casas, si tienen una autoestima alta, si sienten que PUEDEN.
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NdeR: Agradecemos a las familias que comparten sus fotos.