Si no te gano, te empato

A veces recibimos consultas muy específicas.
Otras son más 
frecuentes, como la que elegimos para esta edición.

 

MARIUQUI MAGRANE  –  ORIENTADORA FAMILIAR Y ASESORA EN RELACIONES FAMILIARES

ENCARGADA DEL CONSULTORIO DE SEMBRAR VALORES

 

[dropcap]D[/dropcap] iscutimos por la forma de educar a los hijos, en qué gastar el dinero o cómo vivir con muy poco, por la forma de pasar nuestro tiempo libre y por los tiempos en las diferentes pantallas.

Estas discusiones son valiosas porque significan que razonamos, ser un matrimonio que razona está buenísimo.

Obvio que cada uno es una persona que razona y la conclusión a la cual se llega puede ser diferente. Pero eso no implica que sólo uno tenga «la» razón. Probablemente haya aciertos y desaciertos en cada posición. Es probable, también, que esos aciertos sean más frecuentes en cada uno de acuerdo con sus conocimientos y su formación previa.

[notification type=»success» title=»»]Es una queja popular, más común que tomar mate. Muchos matrimonios de todas las edades se lamentan: «El otro/a siempre quiere tener la razón en todo, y eso cansa». ¿Por qué nos pasa tanto?[/notification]

Entonces, vemos que son dos cosas muy distintas razonar y tener razón. Razonamos cuando discutimos y defendemos nuestra posición, cuando damos argumentos para que se vea que nuestra actitud o idea es la correcta, la más conveniente. Pero sepamos que no es la única, las ideas no se pueden imponer a la fuerza a nadie, y menos a nuestra pareja.

En estas conversaciones, cada uno busca con honestidad lo mejor para resolver  el tema.

Habitualmente, hay mucho de subjetivo en nuestras discusiones. A veces, hasta nosotros mismos dudamos de lo que estamos afirmando pero no lo queremos reconocer y seguimos defendiendo lo que pensamos y lo vamos arreglando porque… ¡si no te gano, te empato!

¿Por qué será? ¿Cuánto de orgullo hay en estas situaciones que no nos permiten dar el brazo a torcer?

¿Qué será mejor: tener razón o tener buena voluntad y honestidad en mi relación matrimonial?

¿Cuántas veces decimos “tenés razón”? ¿Y lo decimos sinceramente o nos cuesta aceptar nuestras equivocaciones?

“Piensa el ladrón que todos son de su condición”. Cuando ponemos buena voluntad, ¿pensamos que el otro también la pone? No es lógico pensar que siempre tengo razón, y que el otro siempre está equivocado.

El cambio de actitud pasa por comprender que cuando fracasamos al tratar de imponerle al otro nuestras razones seguramente aprendemos otras cosas, entonces, deja de ser un fracaso. Por otro lado, el tener la razón o no tenerla no nos hace inferiores ni superiores al otro.

¿Hay alguna llave maestra para abrir ciertas cerrazones en las parejas? Una es admirar algún rasgo del otro o de la otra, tratar de ser honestos.

 

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