El viernes pasado, día del Maestro y día del derrumbe de las Torres Gemelas, yo también experimenté un derrumbe que me hizo temblar.
Por Marianne Costa Picazo – @cocinadelaescritura
En este día especial, comparto mis pensamientos y sentimientos de hoy: 11 de septiembre 2020
Si hay un maestro, es mi padre, que enseñó a generaciones de estudiantes de todas las edades, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos en muchos puntos del país y en el mundo, en aulas y conferencias.
En su día, hará este viaje conducido a una residencia de mayores, su nueva casa, como si fuera a cruzar el Atlántico en barco. Prepara sus valijas, pregunta si va a poder pagarlo y si lleva suficientes libros.
Mi corazón late como si fuéramos a Praga, para la Bienal Borges Kafka. Siento que vamos a cruzar el Océano Atlántico en barco, el aire corre carreras dentro de mis pulmones y me agita. Voy a almorzar con él. A llevar buñuelos y un dulce de naranja y pomelo hecho por mí. Quiero dar este paso y estirar el tiempo para que sea eterno. Estoy llorando.
En la televisión los políticos discuten el destino de Dinamarca, en Argentina el presidente Fernández hace jaque mate a Rodríguez Larreta, cortando su presupuesto por decreto justo antes de un discurso con anuncios para la ciudad de Buenos Aires.
El sol brilla y los pájaros cantan en el jardín. Soda duerme. Viene el jardinero a trasplantar el tilo y el helecho. Como si mover las plantas moviera algo en otro plano. El gato Ezra Pound queda en la casa Usher, como la llamaba Rolando. Gloria me acompaña, a mi lado, camino coronada de gloria.
No quiero que esto sea un paso hacia la muerte, sino un paso a una vida mejor. Mientras hacía yoga esta mañana pensaba que llegaré en auto al Hogar del sol y les entrego en este acto a un Miembro de la Academia Argentina de Letras y de la Real Academia Española, personalidad destacada de la Cultura por la Ciudad de Buenos Aires, profesor de Filosofía y Letras, traductor ganador de dos premio Kónex de platino, escritor inspirado, poeta que tradujo y explicó a los más grandes poetas angloparlantes.
Aquí lo dejo, un viejo amable, sin palabras, porque ya las dijo todas, porque la palabra fue su razón de ser.
Nos abre la puerta Javier, el dueño, es una persona encantadora. “Bienvenido, sos un groso de la Academia de letras, todos los libros que escribiste y todas las personas que aprendieron con vos en la Universidad.
Escribí desde el conflicto interno y de una decisión tomada para bien, desde el cariño. Llega como si fuera a un colegio y no es nadie, no puede hablar, no puede pedir. Yo tenia un deseo de que alguien supiera quién era y fue recibido con honores.
Foto Principal, 2017 Universidad Nacional de La Rioja: Marianne Costa Picazo, Rolando Costa Picazo y Nancy Viejo.