Reconociendo y regulando emociones

Si no las tenemos reconocidas, las emociones pueden jugarnos muy malas pasadas. Están en nuestro interior pero se manifiestan exteriormente.

Por  Lic. María del Pilar del Campo – Psicóloga.  Miembro de la British Psychological Society y The Royal Society of Medicine 

IG: @mdpdca

En un año emblemático en que, bajo amenaza de enfermedad y muerte, el mundo frenó su actividad por tiempo indeterminado.

No queremos ni oír hablar de rebrote.

Por otro lado, resulta innegable la convulsión política y económica que esta nueva situación trajo aparejada en nuestro país y en el mundo.

Reconociendo emociones

El aislamiento obligatorio y la restricción de nuestras libertades básicas como transitar, trabajar, reunirnos acentúan aún más el sentimiento de frustración, impotencia, desvalimiento, inseguridad.

Los repetidos intentos malogrados para ajustar nuestra rutina nos confirman en nuestra ineficacia personal para la resolución de problemas y muchas veces tiñen de gran frustración también las relaciones que nos rodean.

Frente a situaciones difíciles se genera incertidumbre, estrés, ansiedad preocupación, nerviosismo por pensamientos sobre el futuro, el trabajo, la familia, la convivencia, y surgen conflictos personales e interpersonales, resultado de estas emociones que nos dominan.

La inseguridad y el miedo nos llevan a sentirnos amenazados y suman desajustes con el horario de descanso, de trabajo, de esparcimiento.

Si a todo esto añadimos el encierro y lejanía de los amigos llega un mal humor que dificulta el reajuste y adaptación en la convivencia y la comunicación con los demás.

Estamos cansados, no nos soportamos ni a nosotros mismos, pensamos que hemos llegado al límite de nuestra tolerancia a las pantallas, los barbijos, de las reuniones por zoom o whatsapp.

Reconocerme para comunicarme

En este marco de frustraciones, cambios y  adaptaciones, se nos despiertan el pesimismo, el miedo, el desánimo y tantas otras emociones negativas.

Es necesario, por tanto, desarrollar una comunicación asertiva positiva con uno mismo.

Para comunicarnos bien con los demás, precisamos de la integración entre la mente y el cuerpo en una unidad indisoluble entre lo que pienso, lo que siento y mi actuar.

Se impone el ser consciente de estos sentimientos en mí mismo para comunicarme con transparencia y no enturbiar las relaciones con los más cercanos y para no hacer responsables a los que me rodean ya sea de mi malhumor, frustración, miedos, apatía o enojo.

Pienso, quiero, siento, actúo

Coherencia entre lo que pienso, quiero, siento, pasa a ser la consigna, para ver si actúo en consonancia.

Si le demuestro afecto con las palabras y actitudes, gestos, a quienes quiero y aprecio, si “me” castigo por cada error u obstáculo en mi camino, o hago responsables al mundo, a la política, a los demás de mis propias frustraciones por no encontrar una solución.

Cuando tomamos conciencia de que nuestros pensamientos ideas y creencias producen emociones, maneras de hablarnos a nosotros mismos y a los demás notaremos que influyen considerablemente en nuestra felicidad diaria, y en nuestras emociones positivas

A mayor cantidad de pensamientos realistas positivos asertivos, se seguirán mayor cantidad de emociones positivas y, por tanto, mayor felicidad.

Entonces resulta crucial recapacitar acerca de cómo nos hablamos a nosotros mismos, qué pensamos de nosotros, del mundo y de los demás, porque todo influirá en cómo me sentiré conmigo mismo, con el mundo y con los que me rodean.

Emociones unidas

Estas áreas se retroalimentan y están indisolublemente unidas.

Nuestras emociones nos inspiran ideas, decisiones o formas de actuar, de crear y, de hecho, producen muchas veces, un conflicto entre lo que queremos y pensamos que sería correcto y lo que sentimos.

Obviamente, todo esto repercute de manera ineludible en el cuerpo.

Los pensamientos influyen y producen emociones que terminan repercutiendo en nuestras reacciones físicas.

Veamos algunos ejemplos, un gesto crispado con el enojo, una cabeza gacha con la tristeza, un dolor en el pecho u opresión con el miedo, una contractura con la asunción de una responsabilidad que se siente pesada, dificultad al respirar o insomnio, falta o aumento de apetito, con la ansiedad, la angustia, etc..

Emociones reguladas

Una relación de comunicación asertiva con nosotros mismos, y como consecuencia también con los demás, incluye la capacidad de reconocer:

*nuestros propios pensamientos, ideas y sentimientos para ser capaces de regularlos sin dejar que nos desborden,

*creencias y pensamientos, haciéndonos conscientes de las emociones que nos generan.

Incluye también la capacidad de graduar las expectativas sobre nosotros, sobre los que nos rodean  y sobre el mundo en general.

Puede parecer arriesgado pero, vale la pena intentarlo.

 

Créditos. Las imágenes son de la Película Intensamente (Disney-Pixar)

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