Navidad, reyes, cumpleaños, día del niño: todos son motivos para “regalar”. Pero, ¿cómo estimular la alegría y el agradecimiento con el foco en el sentido de la fiesta?
Macarena Ramírez Schirinian | Psicóloga
Qué valor le damos a las cosas? Esa es una pregunta que muchas veces nos lleva a replanteos existenciales ¿Dónde están puestas mis prioridades o mis seguridades? Otras veces acusamos a los chicos de materialistas, cuando somos nosotros quienes les damos ese ejemplo influyendo en su educación.
Los chicos necesitan muy poco para estar entretenidos. Basta mirarlos jugar con la caja de ese juguete tan caro y tan exclusivo que acabamos de comprar, para sentir que el gasto fue innecesario. Aparentemente, somos nosotros quienes “necesitamos” mucho.
¿Cuándo se genera esta necesidad? ¿Cuándo pasamos de mirar el envoltorio a interesarnos por el interior?
Estamos tan condicionados por la sociedad de consumo que muchas veces perdemos de vista la esencia de las cosas, compramos. Nos convencemos de que realmente necesitamos mil cosas, que hay que actualizarse, que esto nuevo es mucho mejor, que todos lo tienen. Y casi sin darnos cuenta se lo vamos transmitiendo a nuestros hijos. Porque ellos asimilan lo que nosotros hacemos mucho más que lo que decimos
[button link=»» color=»bordeaux» icon=»» size=»large»]¿cómo festejamos?[/button]
Así llega el día en que vamos a festejar alguna fecha especial y pensamos en todo lo que rodea el evento, a veces olvidándonos de qué es lo que celebramos realmente. Si es un cumpleaños miramos qué hicieron los compañeros, y no podemos ser menos porque nos sentimos mal, culpables por no darle «lo mejor» a nuestro hijo.
Enseguida pensamos en el animador, el pelotero, el salón, la comida, los globos, los regalos, el adorno de la torta, y muchas veces nos estresamos entre tantos preparativos.
La realidad es que los chicos
necesitan muy poco para estar entretenidos.
Basta mirarlos jugar
con la caja de ese juguete
tan caro y tan exclusivo
que acabamos de comprar
Probablemente el cumpleaños sea un éxito y supere las expectativas de nuestro hijo que simplemente quería soplar las velitas con sus amigos. Pero al año siguiente nosotros no queremos hacer lo mismo y pensaremos desenfrenadamente cómo superar lo anterior ya que ahora es más grande y “creemos” que querrá otras cosas. Entonces retomaremos esa corrida, compraremos más cosas y contrataremos más servicios.
El problema es que nuestro hijo empezará a ver que el valor no está en celebrar con amigos sino en tener muchas cosas nuevas y superar los cumpleaños anteriores, suyos y de otros.
[button link=»» color=»bordeaux» icon=»» size=»large»]¿qué regalamos?[/button]
Regalar es dar gratuitamente algo a otro como muestra de afecto y reconocimiento
El que recibe el regalo se siente querido y valorado por aquél que se lo dio. Entonces el regalo tendría que representar todo el cariño y la importancia que le damos al agasajado y a la fecha del festejo para que tenga un sentido verdadero.
Por otro lado, el acto de dar también nos hace solidarios, nos ayuda a tener en cuenta al otro, a pensar en él y no en mi necesidad, a ponerme feliz con él que recibe y compartir su alegría.
[button link=»» color=»bordeaux» icon=»» size=»large»]¿Para qué festejamos?[/button]
Todo festejo viene acompañado de un regalo pero ¿dónde está el centro? ¿en el regalo, o en el festejo?
Los chicos es alegran de que llegue Navidad porque llega Papá Noel y les trae regalos, se entusiasman porque vienen sus amigos el día de su cumpleaños y van a tener muchos juguetes, se ilusionan con el día del niño porque toda la familia les comprará cosas nuevas.
Por lo tanto todas las fechas tienen un denominador común: los regalos y esto se vuelve central a la hora de festejar. No importa qué celebremos, lo importante es qué recibiremos.
¡Qué bueno sería que los chicos y también los grandes viviéramos cada celebración como algo sagrado! La vida es sagrada y por lo tanto un nuevo año es un regalo en sí mismo.
Por eso en cada festejo celebramos la vida que hay en nosotros, en nuestros hijos, en nuestros amigos ¡qué bueno celebrar sin tener en cuenta lo que tendremos sino más bien lo que somos!
En esta Navidad, estamos invitados a mirar la sencillez de nuestros hijos y volver a ella para ayudarlos y ayudarnos a celebrar la vida.
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Con tu ejemplo
Los chicos absorben todo lo que ven de nosotros a través de nuestras actitudes y comportamientos. Somos nosotros los que les enseñamos a valorar las modas y las marcas, a comparar con los demás y a trabajar más para tener más. Nosotros les damos valor a las cosas ya que no tienen valor en sí mismas y eso es lo que aprenden nuestros hijos.
No comprando todo lo que piden
Los chicos necesitan tener frustraciones porque pequeñas frustraciones en la niñez son las que ayudan a fortalecer la personalidad y a superar las frustraciones que se presentarán en la vida adulta, cosa que siempre ocurrirá. También les ayudará a descubrir qué es lo que realmente quieren cuando piden algo.
Construyendo juntos un juguete
Esta es una experiencia memorable para el chico y para los padres.
Enseñales a no comprar por impulso
Muchas veces compramos cosas que no necesitamos, simplemente porque las vimos y las quisimos. Para enseñarles a los chicos a pensar antes de comprar es conveniente no comprar las cosas en el momento que las piden sino unos días después cuando haya pasado la primera atracción y evalúen que realmente lo quieren.
Controlando el tiempo frente a la televisión
A través de la televisión entra a la vida del niño un bombardeo de ofertas que pronto se vuelven necesidades. Muchas veces los programas son genuinos y hasta didácticos, pero están entrecortados con publicidad que favorece el “yo quiero”, “comprame” de cosas que no saben ni qué son.