Pornografía ¿está cada vez más cerca y accesible?

Lo encontré a mi hijo viendo la pornografía, una y otras vez. Me recordó la experiencia con mi padre. El decía que se tomaba algo porque estaba cansado, o porque era fin de semana, o porque se encontraba con los amigos… tenía adicción al alcohol.

Por Dra. María Amalia Caballero – periodista – direccion@sembrarvalores.org.ar

El especialista Armando Duarte, tiene una capacidad didáctica como pocos… Puede llevarte lentamente, y paso a paso, a descubrir las realidades más difíciles, duras y profundas. ¿Qué le pasa a tu hijo, niño, adolescente, joven?

Seguramente le pasa lo mismo que a todos o a casi todos a estas edades y más ahora que está al alcance de la mano, con solo un click sin embargo, los adultos, los padres, los educadores, necesitamos estar preparados, atentos a educar tomando en cuenta estas nuevas realidades que exigen de los adultos capacidades y capacitación adecuada.

Semáforo en verde

El profesor Duarte utiliza la imagen de las luces del semásforo para facilitarnos el detectar cuáles son las circunstancias de tu hijo, de cada uno, varones o mujeres.

El semáforo verde es en el que se ubica el hijo que quisiéramos tener, el que está más permeable a las orientaciones que podamos darle, a potenciar sus proyectos y amistades. Es ese chico que buscando algo para hacer su tarea o porque fue a la casa de unos primos un poco más grandes o de amigos con una dosis más alta de picardía resultó que vieron imágenes o videos pornográficos.

No niegan que les gustó pero tienen oportunidad de conversarlo con sus padres

No niegan que les gustó pero tienen oportunidad de conversarlo con sus padres. O, mejor aún, ya le habían advertido que esto podría pasar pero que él tiene todas las condiciones necesaria para rechazarlo, y no volver a buscar, incluso, tiene una imagen vinculada a algo sucio. La pornografía te mancha.

Semáforo en amarillo

Nos habla también de un semáforo amarillo, es esa luz que se enciende para advertirle a tu hijo que está entrando en un camino más difícil y que le resultará complicado salir. Si bien el semáforo amarillo tiene la ventaja de que hay advertencia y que el hijo intenta rechazar o pasar de largo de estas imágenes, ya le resulta más difícil. Entró en un punto en esa variable.

¿Qué le pasa?, empieza a disminuir el tiempo de familia o con amigos para pasarlo a solas con sus dispositivos. Su imaginación está más activa y aplica esas imágenes a los cuerpos de sus padres, dirige su mirada no ya a los ojos que hablan de la profundidad de la persona. Su vista se dirige hacia las partes más eróticas del cuerpo de los demás y también del propio.

El “peligro” del semáforo en luz amarilla es que dura muy poco.

La “necesidad” de consumo de pornografía va pasando a ser diaria y creciendo a más veces al día…

Tal vez, el “peligro” del semáforo en luz amarilla es que dura muy poco. Es difícil mantener la “batalla” en ese límite.

Semáforo en rojo

Cuando el semáforo está en luz roja, ya la demanda es continua, la pornografía lo hace sentirse poderoso, gratificado, energizado pero pasa también al estado contrario a la depresión. La dopamina que se activa con el consumo es como la de cualquier adicto, ataca la zona del cerebro donde la satisfacción es cada vez más efímera. La relación entre emociones y control se va deslizando como por un tobogán.

La sexualidad que es algo tan bueno en el matrimonio, la vinculación entre la excitación y el goce tan necesarios para la preservación de la especie, se convierte en un placer solitario que a la larga y a la corta te deja vacío.

La pornografía se convierte en un placer solitario que te deja vacío.

Los chicos en esta etapa, muchas veces no esconden, lo exhiben como símbolo de “normalidad”, pelean frecuentemente con sus padres, porque los consideran cerrados mientras ellos son libres y con mentes abiertas que caen cada vez más bajo en la pornografía que es progresiva, adictiva y destructiva.

Insisten en que no hacen mal a nadie, no gastan, no van a contraer ninguna enfermedad, tampoco van a embarazar a nadie. Pero resulta que cada vez el placer pide más, y ese consumo que al principio es gratis empieza a costar dinero. Así está armado el negocio.

Padres, ¡atención!

Hay padres que reaccionan con mucha velocidad para que los niños o la pareja no vea su celular, porque los “amigos” mandan muchas cosas… ¿Podrías decirles a los amigos que no manden, o será que lo estás consumiendo? El ejemplo es siempre el mejor educador.

La atención a las circunstancias también puede ayudar mucho a los hijos, por ejemplo si observamos la existencia de “rituales”. Después de comer se encierra en su cuarto con el celu o elige quedarse solo en casa cuando salimos. También podemos darnos cuenta si está durmiendo menos, se despierta más tarde, cuesta “sacarlo de la cama”.

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