papá y mamá presentes
Consensuar entre papá y mamá es mucho más que ponerse de acuerdo. Es conocer de una manera más profunda a ese hijo.
Clara Naón de Aberastury | Orientadora Familiar | claranaon@gmail.com
[dropcap] E [/dropcap] steban y Graciela se casaron hace 17 años, tienen dos hijos. y hoy están divorciados. Tuvieron una separación difícil, muchas discusiones, muchas cuestiones sin resolver, un divorcio complicado. De ahí en más, los acuerdos sobre la educación de los hijos fueron imposibles.
Uno de los chicos, Gonzalo, quiso cambiarse de colegio y habló con su papá. Esteban, sin consultar a Graciela, organizó todo para que Gonzalo rindiera examen en el colegio que había elegido. Graciela se enteró cuando estaba todo cocinado y en esa instancia, dar marcha atrás era para más pelea. Pero no era un colegio más: a Graciela no le parecía el adecuado para su hijo, no coincidía con los valores que buscaba para él, no le gustaba el ambiente de amigos que tendría. No había sido consultada en una decisión que era importante.
Federico y Sole están casados hace 15 años y tienen tres hijos. Federico trabaja todo el día, Sole puede arreglárselas para ir a la oficina cuatro horas por día y el resto del trabajo manejarlo desde su domicilio. Ella se ocupa de todo: de lo que hace falta en la casa, de educar a los chicos, de tomar todas las decisiones y de esperar a Federico con una rica comida para que él no se ocupe de nada, ya que a la noche llega muy cansado.
«Fede no se ocupa de nada», quiere decir de nada, ya que Sole se ocupa de todo y muy bien… ¿muy bien?
Marcos, el hijo mayor, está con problemas de estudio pero Sole no le contó a Fede para que no se preocupe. Ella creyó poder resolverlo sola, pero a fin de año se dio cuenta de que Marcos se llevaba todas las materias, y no supo qué hacer. Recién ahí Fede se enteró. Seguramente, de haberlo sabido antes, podría haber aportado luz al caso.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Foco [/button]
Para educar, el centro, el foco, es nuestro hijo. Es él quien que nos va a mostrar el camino para que nosotros, sus padres, seamos su guía.
Conocer a nuestro hijo, conocer sus fortalezas y debilidades, o sea, ponerlo como centro, nos va a permitir saber qué es lo mejor para él. Qué tipo de educación va a necesitar, qué tipo de colegio. Así como qué tipo de límites, de estímulos, de miradas, etc.
Pero ese conocimiento siempre es más completo cuando la mirada es desde su papá y su mamá. Las mamás muchas veces tendemos a decidir solas sobre la educación de nuestros hijos porque, a lo mejor, pensamos que los conocemos más. Pero la mirada del papá y su rol es fundamental. Es mejor si el tipo de educación es consensuada. Se necesita que cada uno pueda confiar y estar abierto a lo que el otro tiene que aportar sobre su hijo.
Muchas veces no será fácil, hasta puede parecer imposible, pero la mirada será más completa si es de los dos.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Aceptación [/button]
A partir del conocimiento y de la aceptación de las luces y sombras de ese hijo, que seguramente no es como lo soñábamos pero igual queremos con locura, será el momento de consensuar entre los dos, papá y mamá, qué es lo mejor para él.
A LOS CHICOS LE PASAN COSAS Y VAN
CAMBIANDO, Y EL PROYECTO EDUCATIVO TENDRÁ
QUE SER FLEXIBLE Y CAMBIAR TAMBIÉN
Nos llevemos bien o no, siempre para nuestro hijo lo mejor va a ser que se dé cuenta de que todo lo que hacemos es por su bien.
Esto le va a dar una doble confianza en sus padres: primero, porque sabe que lo que hacen, los límites que ponen, los estímulos, son para su bien y no por capricho, y segundo, porque él va a confiar en su papá o mamá por igual, sin tratar de congraciarse con uno para tratar de ganar su cariño, sino que va a sentir que los dos lo quieren por igual y que no es un trofeo al que tienen que lucir o ganar.
Y nosotros, los padres, aceptemos también la mirada del otro y abrámonos a lo que nos aporte sobre nuestro hijo. Más de una vez nos vamos a sorprender y a comprobar, ante algo que dábamos por cierto, que el otro nos abre los ojos y nos muestra que es mejor de otra manera.
Marcos, el hijo mayor,
está con problemas de
estudio pero Sole no le
contó a Fede para que no
se preocupe.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] ¿Fácil? [/button]
Cuando entre mamá y papá hay desavenencias o no están juntos, probablemente ese consenso va a ser más difícil. Pero también los matrimonios bien avenidos necesitan generar tiempos para llegar a este consenso y no simplemente darlo por hecho.
Si papá y mamá actúan o deciden por separado y no se sientan habitualmente a hablar sobre cada uno de sus hijos, se van a equivocar más fácilmente.
A los chicos les pasan cosas y van cambiando, por lo tanto el proyecto educativo tendrá que ser flexible y c ambiar también.
Por eso digo que no es fácil y que esas charlas para consensuar acerca del proyecto educativo de los hijos necesitan ser periódicas, que en esos encuentros vamos a intentar escucharnos sin filtros para aceptar lo que el otro ve sobre nuestro hijo, y que es deseable que la conversación no se desvirtúe para que el foco sea sólo él.
Así se va logrando que las decisiones sobre su educación lleguen a ser entre los dos, desde las aparentemente más triviales como un permiso hasta las más importantes como la elección de un colegio.
En el día a día hay medidas que no se consensúan, que se van tomando en respuesta a las necesidades que surgen. Si el proyecto educativo está claro y compartido, podremos actuar en coherencia con ese plan.