Por una comunicación asertiva

¿Cuál es la emoción más fuerte en tu personalidad? Te proponemos este ejercicio, para que, al conocerte mejor puedas tener una comunicación asertiva en tu vida de relación familiar, social, laboral…

Por  Lic. María del Pilar del Campo – Psicóloga.  Miembro de la British Psychological Society y The Royal Society of Medicine 

Edición Inés Catalano. Estudiante de Comunicación.

Universidad Austral.

 

 

 

 

Vivimos una circunstancia muy especial que se convierte en un buen momento para buscar herramientas que nos ayuden a resolver problemas relacionales y pedir cambios en las conductas.

De esta manera, estaremos mejorando la calidad de vida propia y ajena, consiguiendo nuestros objetivos sin perder de vista el respeto por los derechos del otro.

¿Sabías que más de una vez, las discusiones y roces son producidos por un enojo, por el insomnio, por una contractura, por el cansancio o el desánimo que no tiene nada que ver con el tema que estamos discutiendo? Podemos romper o dañar un vínculo por un malestar físico.

Llegamos a enrarecer el clima familiar por un problema en el trabajo y, al revés, llevamos al trabajo los problemas de casa y no rendimos lo necesario.

En estas situaciones, nos asaltan pensamientos de desaliento acerca de nosotros mismos, o los demás o el mundo, así surgen los sentimientos de ansiedad, frustración, tristeza, nerviosismo, que -en definitiva- nos impiden solucionar los problemas.

Total: la comunicación asertiva, con uno mismo y con los demás, es necesaria más que nunca para resolver conflictos, diferencia de ideas u opiniones y también para tomar decisiones.

¿CUALES SON LOS OBSTÁCULOS QUE DIFICULTAN LA COMUNICACIÓN ASERTIVA?

Acá te proponemos que la lectura te lleve a encontrar si alguna de estas «distorsiones» están en tu forma de percibir.

¿Qué son las distorsiones cognitivas?

Son sesgos sistemáticos en nuestra percepción y evaluación de la realidad, que todos podemos tener, en mayor o menor grado, y que pueden interferir en nuestro bienestar y en nuestras relaciones interpersonales. Podemos señalar algunas de Las distorsiones cognitivas más comunes, mientras…

Vos pensás si te identificás: mucho, poco o nada

Sobregeneralización/etiquetas globales

Consiste en sacar conclusiones generales de un solo hecho. Por ej. Si alguien cometió un error en una ocasión esperamos que vuelva a cometerlo siempre. Una vez se olvidó de algo y decimos que es muy distraído y tal vez por esto no le confiamos en algo que podría resolver perfectamente. Decidimos que “siempre se olvida de todo”. Siempre y todo son dos palabras inapropiadas para hablar de nuestra personalidad o de otros.

Filtraje

Se magnifican los rasgos negativos o positivos y no se perciben o desvalorizan los aspectos discordantes. Es un genio que te resuelve todo en un momento, decimos. Sin tomar en cuenta que rara vez una persona es un genio y, aun así, no resolvería «todo» y menos en un momento. Una expectativa, tan alta, pone en riesgo la valoración real de la persona. Puede tratarse de uno mismo o de otros.

Pensamiento blanco o negro

No se ven los matices, el término medio, se piensa que las cosas son buenas o malas, incluida la misma realidad. Se piensa de uno o de la persona que debe ser perfecta o es un desastre.

Razonamiento emocional/Sesgo confirmatorio

Se cree en algo es así solo porque nosotros lo sentimos así. Si sientes antipatía por alguien, sacas la conclusión de que esa persona es odiosa.

Entonces las cosas se perciben y recuerdan sesgadamente para que «encajen» con mis ideas preconcebidas. .

Leer el pensamiento

Creemos saber qué sienten y piensan los demás y por qué se comportan de la forma en que lo hacen, sin basarnos en los hechos, en la realidad, ni en la lógica. Ocurre en conversaciones muy frecuentes, por ejemplo, a raíz de algo que vemos o leemos como noticia y somos capaces de “conocer” las intenciones de los actores.

Personalización

Pensar que todo lo que la gente dice o hace es una forma de reacción hacia nosotros. Si alguien está serio, a lo mejor, le duele la cabeza.  Pero, pensamos que es porque está enojado con nosotros.

Sobreestimar los errores ajenos y minimizar los propios

Es una tendencia bastante común, consiste en captar preferentemente, e incluso exagerar los fallos de los demás, mientras que ignoramos o minimizamos los propios. ¡Qué mal!, el otro hizo trampa en el juego que yo gané. Yo también hice trampa, pero en mí no tiene importancia, total es un juego.

Te ofrecemos este test anónimo que puede servirte de guía para reflexionar.

https://www.survio.com/survey/d/X7D5S8Q1D5U3V6O9H

 

 

 

 

 

 

 

OTROS PROBLEMAS AL RELACIONALES

Atención… ¿cuáles de estas cosas pueden estar afectando tus relaciones interpersonales? Es el momento de detectarlas para trabajar postivamente en ellas.

Por ejemplo, veamos cuáles son las creencias erracionales básicas.

Exigencias

Son creencias mantenidas en forma rígida e inflexible, acerca de cómo debería ser uno mismo, los demás o la vida. Por ejemplo: «debo hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los demás».

Las exigencias suelen relacionarse con los valores o creencias personales sobre lo que consideramos bueno, importante y valioso. Por ejemplo, la consecución de ciertas metas, la justicia, la sinceridad, la honestidad, la amistad, etc.

Los valores influyen notablemente en nuestras emociones y conductas. Solemos sentir desconfianza e incomodidad cuando nos relacionamos con personas cuyas valoraciones son diferentes a las nuestras y los conflictos interpersonales son más frecuentes.

Entonces, para tratar eficazmente con los demás, vamos a tener en cuenta cuáles son sus valores y la importancia que les otorga. Y, al mismo tiempo, vamos a revisar nuestros valores para comprobar si  son realmente los que deseamos tener y vamos a rectificar cuando resulte necesario o conveniente.

De la exigencia a la preferencia

La actitud que los hace problemáticos es la rigidez y su carácter coercitivo. Así cuando no se alcanzan o no cumplen, reaccionemos sintiendo ansiedad, culpabilidad, inhibición o ira excesivas. La falta, en lo que vimos como exigencia, nos lleva a pensar que es terrible, que no podemos soportarlo y que el responsable es un ser indigno y condenable.

Las exigencias hacia nosotros mismos suelen llevarnos a comportamientos inhibidos cuando cometemos errores, mientras que las exigencias hacia otras personas, favorecen las conductas agresivas y la ira, cuando los demás cometen una falta.

La de los valores compartidos como la justicia, la urbanidad, el respeto, la puntualidad, etc., resultan más efectivos en la convivencia, si los adoptamos como preferencias.

¿CÓMO EXPRESAMOS LAS EXIGENCIAS?

Suelen expresarse con términos como:

 

 

 

 

 

Debería, no debería, habría que, es necesario que, o tendría que, es importante, es fundamental… También se asocian con frecuencia a palabras como: siempre, nunca, absolutamente, totalmente o perfectamente.

Arrastramos también una cantidad de exigencias que son irracionales pero obstaculizan la asertividad en las relaciones humanas. Veamos algunos ejemplos:

1- Debo ser querido y aceptado por todas las personas a las que aprecio.

2- Nunca debemos cometer errores.

3- Los demás deben siempre actuar de forma agradable y justa.

4- La vida debería ser fácil para mí y conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo o incomodidad.

5- Siempre hay que anteponer las necesidades de los demás a las propias.

6- Debemos actuar siempre con justicia.

7- Debo intentar cambiar a los demás siempre que su comportamiento nos parezca incorrecto.

La exigencia y preocupación por ser queridos, no cometer errores, ser exitosos, sólo genera una enorme expectativa muy poco realista ya que la vida nos enseña que no todos nos quieren y valoran, el éxito no siempre se alcanza, los errores son inevitables parte de nuestro aprendizaje.

Naturalmente, existen y existirán personas que actúan de manera que estimemos desagradable y poco justa. No siempre será posible anteponer las necesidades de los demás a las propias, ni actuar con absoluta justicia, como tampoco vamos a cambiar a los demás, aunque nos pareciera deseable.

Por tanto, es necesario ser flexibles, entender que hay excepciones y circunstancias especiales, mantener los valores intentando cambiar las exigencias por preferencias.

Por medio de una comunicación asertiva, que facilite la consecución de nuestros objetivos, estaremos generando, también, una atmósfera de respeto y abierta a la escucha de las necesidades y requerimientos de los demás.

Una respuesta a “Por una comunicación asertiva”

  1. Muy buena, el test me sirvió para poder reflexionar en mi forma de relacionarme con los demás para lograr la comunicación asertiva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *