¡PICA PARA TODOS LOS COMPAS!

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En sus primeros años de vida, procuramos sus momentos de distensión. Ahora crecieron y alcanzaron la edad escolar en un mundo invadido por pantallas.

 

MARÍA JOSÉ CASTILLA SASTRE | DOCENTE | CASTILLA.MAJOSE@GMAIL.COM

[dropcap]L[/dropcap] a mayoría de los padres encuentran una gran ayuda, para ciertos momentos en medio de su agitado día, en el poder de atracción que ejercen las pantallas sobre los niños. Igualmente, es válida nuestra habitual preocupación por la cantidad de horas que el niño pasa frente a las pantallas, preguntándonos cuál es el límite adecuado.

¿Qué se pierde el niño que está horas frente a una caja luminosa? En sus primeros años, nos preocupamos especialmente por incentivar el juego, pues lo identificamos como una herramienta esencial para la exploración del medio y de su cuerpo durante la estimulación temprana. En su edad escolar, el juego sigue siendo una situación irreemplazable  para el desarrollo, un marco propicio para aprendizajes, en el que ya tiene identidad el otro jugador.

Interactuar con otros

En el colegio, más que la presencia de pantallas se nota la ausencia de las mismas. De pronto, los chicos tienen que pasar unos cuantos minutos de recreo “jugando” con otros. Las situaciones de roces y conflictos abundan.

Desacuerdos, enojos y reproches. Nuestros hijos no están acostumbrados a jugar con otros, con todo lo que ello implica: ceder en la elección del juego, ponerse de acuerdo en un reglamento que complazca a todos los  jugadores, identificar consecuencias válidas cuando un oponente “hace trampa”, canalizar la frustración cuando pierden. En el juego con otros, a los niños se les presentan distintas situaciones a resolver, en las cuales  despliegan herramientas propias de las inteligencias intra e  interpersonal.

Un modelo accesible, y muy presente en sus juegos, es el que reciben  cuando van a la cancha o miran un partido en televisión. La violencia se presenta entre los jugadores y entre el público como moneda corriente. ¿Qué ejemplo propondremos nosotros para contrarrestar esta situación?

Juegos eran… ¿los de antes?

Muestro mi tablet a un niño de 8 años y me pregunta si tengo tal o cual  aplicación, y en qué nivel estoy en un juego que “todos” manejan… Le digo que no lo conozco y me mira asombrado. Luego soy yo la que se  sorprende, cuando descubro que no sabe lo que son las canicas, no conoce juegos para saltar a la soga y se queda mudo cuando lo invito a jugar  alguna “ronda”.

Hablamos con nostalgia de nuestro tiempo y nuestros juegos, porque “jugadores de rayuela” parecen ser una raza extinta. Si bien es evidente que hay modas que hacen que la elección de juegos, como todo a nuestro alrededor, vaya cambiando, en lo personal me pregunto cuántos de  nuestros hijos realmente conocen estos juegos. Y ¿quién mejor para enseñarles a jugar que aquel que extraña hacerlo? Decimos “en nuestras épocas”, pero ¿acaso no es todavía nuestra época? ¿Cuándo fue la última vez que invitamos a nuestros hijos a jugar a la generala, a la rayuela al truco, a la pelota, al elástico? El escritor irlandés George Bernard Shaw declara: “No dejamos de jugar porque nos volvemos viejos. Nos volvemos viejos porque dejamos de jugar».

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El mundo es afuera

“Hay un gran mundo afuera. Entonces ¿por qué los chicos pasan sus días adentro?”* Así dice una publicidad, mostrando escenas de plazas y patios vacíos. Finalmente resulta ser el anuncio de un repelente de insectos. No estoy segura de que vaya a actuar sobre la televisión o los videojuegos, pero se enmarca en una campaña que brinda propuestas de juegos al aire libre.

*Campaña de Off – ZonaJuegos Global.

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