PASIVOS O PROTAGONISTAS DE SU INFANCIA

chiquitos

 

El juego abre a los niños un espacio para la creatividad y la imaginación. ¿Estamos alertas para detectar si hay señales de sobreestimulación?

 

Lic. María Catarineu | Psicopedagoga especializada en bebes y niños en primera infancia Coordinadora de RAYUELA Tiempo de juego | mcatarineu@hotmail.com

 

[dropcap]E[/dropcap] s sabido que la infancia es el tiempo de “la primera vez”, de los cimientos de aprendizajes que quedan como prístinas huellas de iniciales conquistas del conocimiento. Decía Chesterton que con cada niño el universo se pone a prueba.

Comienzan sus primeras aventuras, al jalar el floreado mantel para alcanzar su vasito, al vencer las leyes de la gravedad con sus primeros pasos. Aparecen sus primeras picardías, enojos, lastimaduras y los misteriosos “por qués”. El grito de la tierra al descubrir la letra de su nombre en un cartel. El compartir del baño al inaugurar su pelela. Las primeras frustraciones ante la pérdida de su muñeca, el primer gol, el gran paso hacia su primer grado.

Al verlos crecer, los padres desean que sus hijos sean fuertes, sanos y felices, que desarrollen su inteligencia, que resuelvan problemas activando su creatividad, que conozcan nuevos amigos. De la mano de estos deseos, surgen las preguntas en relación a cómo acompañar estos despliegues, de cómo equilibrar la balanza para no “pasar la raya” entre lo que se ofrece, se regula o se habilita en el recorrido de la niñez.

[button link=»» color=»yellow» icon=»» size=»large»]   Menos es más   [/button]
Actualmente se presentan infinidad de ofertas y un consumismo desenfrenado, y a pesar de que los días continúan con 24 horas, el tiempo no alcanza. Esta vorágine también llega hasta los más pequeños.

Debemos estar alertas para poder decodificar las señales de sobreestimulación que tanto los afecta. El exceso de estímulos deja al niño en una posición muy pasiva donde se ve entorpecida la posibilidad de activar sus propios deseos y ponerse en contacto consigo mismo. La sana receta es estar disponibles y poder brindar menos cosas y más abrazos.

Resuenan en los rincones del hogar las sinfonías de “¡estoy aburrido!” Los padres corren desesperados ofreciendo opciones para que sus hijos no atraviesen esta “tediosa” experiencia: aparecen pantallas, agendas infantiles abultadas o nuevos objetos de distracción.

¿Qué ocurre en esos momentos? Esa puerta hacia la inspiración se cerró, quedando invadido, taponado y adormecido el pensamiento, quitándoles las riendas de su propia acción, de poner en marcha sus propios recursos.

PODEMOS HABILITARLOS A QUE SE ABURRAN,
YA QUE DONDE NADA OCURRE …
TODO PUEDE PASAR 

Muchas veces cuesta a los adultos sostener y tolerar el aburrimiento.Debemos confiar en que los hijos van tomando lo que los padres les ofrecen. Hay que darles permiso para que se aburran, ya que donde nada ocurre… todo puede pasar. Desde la atmósfera de esa pausa nace lo propio, lo nuevo. El aburrimiento es la antesala de la creatividad y la imaginación. Para ello es importante aprender a escuchar los silencios, y sobre todo respetar los ritmos de cada niño.

[button link=»» color=»yellow» icon=»» size=»small»]   Ofrecer tiempos de juego   [/button]
El juego es el espacio fundante de encuentro y de conocimiento mutuo entre padres e hijos, en el que se construye un vínculo de seguridad y confianza entre ellos, donde al mismo instante se activan y despliegan todas las funciones de desarrollo del niño.

LA SANA RECETA ES ESTAR DISPONIBLES PARA
BRINDAR MENOS COSAS Y MAS ABRAZOS

En esos instantes de disfrute una función tira y despliega la otra, dando paso al nacimiento de la inteligencia, a la aparición del lenguaje, al despliegue de la motricidad.

A veces se imprimen tiempos de juego sin saberlo, en la simpleza de las rutinas cotidianas: durante el baño, la comida, o en el cierre del día con el cuento.

En otros momentos, debemos “hacer con” nuestros hijos para después soltar. Ya que jugar es hacer. Desde los primeros juegos cara a cara, las persecuciones entre las sábanas, las guerras de almohadas, las escondidas tras las cortinas, el refugio para atrapar al lobo y el auto de cartón para llegar sanos y salvos a casa.

protagonistas de su infanciaEs en el juego donde se experimenta un cambio radical y surge la capacidad para explorar, ya que lo que “falta” se inventa, experimentando una omnipotencia frente al mundo donde se lo puede dominar, manipular. El juego, como decía Einstein, es el más alto nivel de investigación.

 

[button link=»» color=»yellow» icon=»» size=»small»]   Buscando el equilibrio   [/button]
Para jugar no hace falta una nave espacial ni un montón de objetos con luces de colores. Hace falta, principalmente, estar de acuerdo. Se crean acuerdos con otros y nos conocemos también a nosotros mismos; jugar es construir vínculos. Al ofrecer tiempos de juego desde el seno familiar, ofrecemos la balanza que equilibra y enriquece la salud de nuestros hijos; acompañándolos en la aventura de la vida para convertirse en protagonistas y apropiarse de la sorpresa de cada día

 

 

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