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Guido una vida normal
[dropcap]M[/dropcap]e levanto temprano, me doy un baño, me visto, me preparo el desayuno y salgo para el trabajo. Me tomo un colectivo, siempre el mismo. Lo siento venir, me subo y me doy cuenta que llegamos porque voy contando las curvas. Sé que después de la curva hacia la izquierda me tengo que bajar.
Me arreglo bien con las actividades de la casa y reconozco que planchar un pantalón o una remera es fácil pero es más difícil planchar una camisa. Casi siempre vengo a dar clase con camisa pero tampoco me importa venir alguna vez en remera, me acerca más a los alumnos.
Presentación
Me llamo Guido y tengo 19 años, vivo con mi mamá y mis hermanos en San Miguel. Estoy a 15 minutos de la escuela y también cerca de la facultad.
¿Por qué cuento estas cosas? Porque la gente me las pregunta; piensan que porque soy ciego no voy a poder hacer una vida normal.
Siempre uso mi bastón blanco, es indispensable, de otra manera me chocaría con todo y los demás me chocarían a mí, tampoco reconocería los desniveles del camino.
Conozco lo esencial, tengo el sentido de caminar derecho, en casa y en la escuela no necesito usar el bastón.
Un accidente
No nací ciego pero cuando era chico me atropelló una regadora municipal. Lo que menos pensaron en mi familia fue hacerle algún juicio a la municipalidad, lo único que les importaba era salvar mi vida.
Tengo recuerdos de mi infancia, de cuando yo veía, pero ahora perdí casi totalmente la visión, a veces veo a las personas como bultos pero sólo si están cerca de mí.
Del momento en que sufrí este accidente no me acuerdo nada, perdí mi memoria de esos momentos, estuve 20 días en coma.
Vivimos en varios lugares de Gualeguaychú, Entre Ríos. Desde Gualeguaychú me trasladaron inmediatamente a Paraná porque en mi ciudad no se podía hacer nada. Según me contaron, mamá quería ir conmigo en la ambulancia, pero el médico de la emergencia le negó el derecho a subir al móvil y le dijo: su hijo va a morir durante el viaje, y nosotros ¿qué hacemos con usted en Paraná?
Mamá estaba desolada pero corrió a buscar a mi hermano más grande y él la llevó al hospital donde yo estaba, no se despegó de mí ningún día. Ella estaba segura de que yo me iba a recuperar.
Después de esos 20 días, cuando empecé a incorporarme, estábamos tan felices que ni nos dábamos cuenta de que yo estaba ciego, para mí no era importante ver o no ver, lo importante es que estaba con vida y rodeado de mis seres queridos.
Vuelta a la vida normal
Me reincorporé a la escuela, ¡los chicos me hacían cada pregunta! Si me bañaba solo, si dormía con mi mamá, no sé qué cosas se imaginaban.
Pero bueno, yo acabé el colegio secundario y ahora empecé la universidad. Estudio Ciencias de la Educación en la Universidad de San Martín y trabajo en el Colegio Manuel Belgrano de José C. Paz. Dentro de la materia Ciudadanía, doy los talleres de valores. El colegio privilegia la inclusión desde todos los niveles, no sólo entre el alumnado sino también entre los profesores. Por eso, aquí encontré mi lugar. Sé que es su primera experiencia y confío en que será exitosa para todos.
Antes de tener el accidente era demasiado
tímido, ni siquiera me animaba a preguntar en la escuela, después tuve que sobreponerme».
No tengo como Roberto Carlos un millón de amigos. Nunca pude tener los mismos amigos porque nos mudamos mucho y en cada lugar se vuelve a formar un grupo. Me junto con los amigos, una vez es un asado, otra una pizza, no creo que porque sea ciego en eso haya que hacer diferencias o adaptaciones.
Ahora vivo hace cinco años en San Miguel, donde terminé el colegio y ahora empecé la universidad.
Estudio, trabajo. En el tiempo libre… tengo que estudiar mucho, el fin de semana largo me lo pasé estudiando filosofía política. Suelo decir leyendo, porque hablo como todo el mundo pero en realidad el sistema es así: el texto que está en papel en la universidad lo escanean y pasa a ser una imagen, esa imagen la pasan a textos y el lector de mi computadora me lo lee. Yo escucho y tomo notas, hago mis síntesis.
Es doble trabajo. Lo que escribo en la computadora, me lo lee y así estudio. Y, a la hora del examen, depende un poco del profesor, está el que me toma oral y el que me dice que me lo trae en Word, con la computadora lo leo, lo resuelvo y se lo vuelvo a entregar en un pendrive.
Un trabajo
Conseguir trabajo no fue fácil pero tampoco tan difícil, como para todo el mundo.
Gracias a la periodista Patricia Lafratti conocí una empresa que se llama Manpower: con ellos me capacité en entrevistas, tomé un curso de oratoria que me ayudó mucho pero el trabajo no aparecía. Me presenté a una pasantía en Danone pero tampoco quedé. Finalmente, acá, en el colegio me abrieron las puertas.
El curso de oratoria fue mi
primer viaje a la capital. Yo no
conocía Buenos Aires pero no
me importó. Me subí al tren,
en el viaje de ida no había
problema porque sabía que
me bajaba al final del recorrido.
Y después, preguntando y
preguntando, llegué.
Además tengo muy buen oído, reconozco enseguida el tema pero no me vayan a pedir que cante, eso no. Tengo mis cantantes favoritos, por ejemplo, me encanta Arjona, Las Legras, la diversidad de vocabulario que utiliza. También me gusta mucho la comedia, los programas de humor.
En el aula
Siempre estoy con el espíritu para arriba. Antes de tener el accidente era demasiado tímido, ni siquiera me animaba a preguntar en la escuela, después tuve que sobreponerme porque a veces hasta tenía que pedirle algunas cosas a los profesores.
Por ejemplo, y aún hoy me pasa, cuando el profesor señala el pizarrón le tengo que pedir que no diga “esto” o “lo de la derecha” porque yo no lo veo, no sé de qué están hablando. Me cuesta especialmente en las clases de matemáticas.
Como profesor, el primer día de clase hago hacer a mis alumnos una experiencia, se apagan las luces y todos a caminar por el aula. Es muy divertido, se chocan las cosas, chocan entre ellos. Como no puedo hacer la prueba con todos, entran uno o dos grupos y les cuentan a los demás cómo se sintieron, qué hicieron y así comprenden un poco mejor mi posición.
Además les digo que en las clases tienen que participar, cuando veo que no participan les largo: saquen una hoja. Se asustan y empiezan de nuevo a participar. Trabajan casi todo en equipos y eso ayuda.
Para preparar las clases uso especialmente la bibliografía que encuentro en internet y también pido consejos a los profesores de la licenciatura. Ellos me sugieren material y técnicas respecto de la manera de dar los temas porque me importa que los chicos incorporen los valores de los que hablamos. Me anoté en pedagogía. Tengo un profesor que es un genio y me viene como anillo al dedo. Pero me preocupa un poco porque veo que me estoy interesando demasiado en lo que es mi trabajo y tengo que estar atento para no descuidar la facultad.
En José C. Paz fui a la escuela 503 para personas ciegas y disminuidas. Allí aprendí braile, orientación y movilidad y actividades de la vida diaria. Hice también un curso de computación para ciegos.
«El primer día vimos con los
chicos: qué son los valores
formales e informales y en
qué circunstancias de la
vida usarlos».
Al colegio no me vengo en ojotas y bermudas, visto más formal. El primer día lo vimos con los chicos: qué son los valores formales e informales y en qué circunstancias de la vida usarlos. Soy muy práctico con los ejemplos, les digo: si vas a buscar trabajo, no le vas a decir al empleador: «Che chabón, ¿me vas a dar laburo?» Hay cosas que tienen que aprender y con el ejemplo se matan de risa.
Con lo que les cuento, ¿qué mensaje quiero pasar? Que sí se puede. Me pone muy mal cuando dicen de alguno que no le da la cabeza, que no va a poder o mirá como está vestido. No me gusta hacer distinción.
Guido está divertido con la nota y se deja sacar las fotos pero pide por favor que la editemos y lo pongamos rubio.
[notification type=»information» title=»EL MUNDO DE LOS TIFLOS»] ¿Sabías que a los ciegos, por su discapacidad, los confinaban en la isla de Tiflos? Por eso, entre los ciegos hablamos del Mundo de los Tiflos para hablar de nuestras necesidades especiales.[/notification]