NO DA LO MISMO

Deportes

 

Ernesto García González, psicólogo deportivo, padre de familia y deportista aficionado, nos ayuda a transitar con los hijos el camino hacia el deporte.

 

Entrevistó Lucía Argibay | Editó María Lescano | luciaargibay@gmail.com | @Luciaargibay 

 

[dropcap]P[/dropcap] edro, muy contento y decidido, comunica a sus padres:
– Este año voy a hacer rugby, tenis y fútbol.
Ellos se miraron, revivieron sus experiencias deportivas en la niñez y adolescencia, y recordaron que había buenas y no tan buenas. Siguieron conversando y surgieron muchas preguntas: ¿cuál es la mejor edad para empezar a practicar un deporte?, ¿qué es esperable en cada etapa evolutiva?, ¿cómo acompañar a los hijos en una buena experiencia deportiva?

[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]   Perfil del entrenador   [/button]
SV| ¿Qué deberían tener en cuenta los padres al llevar a sus hijos a un club?
EGG| Los papás tendrían que mirar el ambiente que se vive en ese club y ver cómo se sienten allí los niños. Preguntarse si los valores que se viven en casa se relacionan con los del club. También, conocer a los entrenadores porque son referentes muy importantes tanto en la infancia como en la adolescencia.

Dentro de la formación de un entrenador, es importante que conozca muy bien la etapa evolutiva de sus alumnos. A los 5 y 6 años el deporte tiene que ser recreativo, un juego donde no hay tantas reglas, no importa quién gana ni de qué equipo sos. La diversión debe estar presente siempre. Gradualmente se irán agregando más reglas y competencia. En el rugby, por ejemplo, las divisiones infantiles duran hasta los 14 años.

SV| ¿Es bueno que los padres sean entrenadores?
EGG| Si el padre conoce el deporte es bueno que sea el entrenador hasta cierta edad. Cuando los chicos van llegando a la adolescencia, lo ideal es que el padre se vaya corriendo a un costado y que sean otras las figuras de autoridad. En la adolescencia, el hijo necesita su propio espacio con amigos.

[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]   Aprendizajes   [/button]
SV| ¿Cuáles son los valores que se pueden esperar en la enseñanza de un deporte?
EGG| Los valores sociales: amistad, compañerismo, generosidad, respeto y valores más personales como la perseverancia, la autoconfianza y la disciplina. Por ejemplo, yo puedo lograr que mi hijo prepare su bolso y sea su responsabilidad y así aprenda a ser disciplinado. También deberá privarse de algunas salidas, bancarse jugar de otro puesto o quedarse afuera un tiempo.

El respeto es el valor que se debiera exigir y el que considero más importante: respeto a la autoridad y a los compañeros. Tanto en un deporte de equipo como en uno individual, tu rival es tu compañero; sin él, no tendrías partido.

En infantiles convendrá trabajar el valor de la diversión y la alegría, que coincide con la época en que el deporte es más recreativo.

A partir de los 14 será oportuno hablar de tolerancia a la frustración, desapego del triunfo, saber que se puede perder y no pasa nada, aprender a frustrarse… que para la vida es bastante importante.

[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]   Tu hijo especialmente dotado   [/button]
no da lo mismoSV| ¿Cómo actuar cuando un hijo está especialmente dotado para un deporte?
EGG| Cuando un padre ve que su hijo tiene talento, quiere que su hijo libremente elija el deporte, pero a la vez, no lo quiere soltar del todo. ¿Cuál es el límite? Porque si el padre está muy presente, quizás el chico siente que lo están empujando; pero si al padre no le importa, el chico dice: “no me venís a ver, no te importo…” Entonces el padre se pregunta: “¿Lo voy a ver o no? ¿Lo aliento o no?”

SV| Cuando quiere faltar a entrenamiento…
EGG| ¿Lo banco? ¿O le digo que tiene un compromiso? Esto mismo puede pasar en el deporte, en el colegio o en otros ámbitos. Una pregunta superadora que los padres nos podemos hacer es: “¿esta pasión es mía o de mi hijo?” Y si podemos reconocer que es nuestra, es un alivio para ambos. Un padre me comentaba que cuando él era chico era un muy buen jugador y sus padres nunca lo fueron a ver jugar. Y, preocupado, me decía: “Yo no quiero hacer lo mismo, pero tampoco quiero forzar a mi hijo a hacer un deporte que a mí me encantaba y que él quizás termina odiando porque no fue su libre elección”. ¿Dónde está el límite? Depende de vos.

Depende del padre preguntarse: ¿Quiero que mi hijo juegue en el mejor equipo, quiero que juegue en la A, como yo, que jugué 20 años en primera? ¿O quiero que él se divierta?

Depende de tu hijo, de conocerlo bien y ver qué necesita. Si tu hijo necesita que lo empujes un poco… tendrás que empujarlo un poco más. Si ves que tu hijo está motivado, lo podés soltar.

SV| El gran dilema, ¿motivar o no motivar?
EGG| Tampoco lo puedo motivar demasiado, no lo puedo vestir para que vaya a un partido. Sí puedo decirle: “Flaco, tenés un compromiso, llamá a tu entrenador. Hacete cargo de no querer ir”. Ver bien quién es uno como padre. Ver bien quién es su hijo, conocerlo y darle lo que necesita. Ni más, ni menos.

 

[notification type=»information» title=»Ernesto M. García González»]

(Buenos Aires, 1982) es psicólogo, especializado en Psicología deportiva y Terapia sistémica. Educador.
Fue Director de secundaria y actualmente es profesor y tutor.
Amante del deporte, jugador de rugby y corredor de aventura y triatlón. Finisher Ironman 2010 y 2014.
Casado con María y papá de Beltrán.
Trabaja en temas de liderazgo, e imparte talleres de Psicología deportiva. Su lema: «A Dios rogando y con el mazo dando», que significa que hay que jugar con las cartas que uno tenga, siempre.

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