NARWEN

[Lorena Alejandra Bauzá]

 

¿Es una historia más? No lo creo, cada historia es única. Con ganas de compartir tantas, elegimos este testimonio que derrocha vida y alegría.

 

María Lescano | Periodista | marialescan@gmail.com

 

[dropcap]N[/dropcap] arwen, en uno de los idiomas inventados por Tolkien, quiere decir dama de fuego. A Lorena sus amigos la llaman Narwen y, cuando tiene que elegir su nombre artístico, ya lo tiene.

Cantante, actriz, diseñadora de ropa, escribe poesías… su corazón está en el heavy metal. Vegetariana, vegana, ambientalista, ama la naturaleza, las plantas, los animalitos y “parece que eso está reñido con la vida de las personas. Apoyo la vida en todas sus formas”, nos dice.

SV| Ese amor a la vida, ¿tiene que ver con que te tocó pelearla desde antes de nacer?
LAB| Es algo que se recuerda en cada cumpleaños (3 de julio). Luego de dar a luz a mi hermano, mamá empieza a tener problemas de riñón, le hacen muchos estudios que incluyen más de 40 radiografías seriadas. Ella tenía un atraso, pero pensaba que era por el estrés. Cuando se entera que, en realidad, tenía un embarazo de 11 semanas, va a ver a su obstetra, que la había atendido muy amablemente cuando tuvo a mi hermano.

En ese momento era otro hombre, otro médico; al enterarse de la situación se puso muy rígido y le indicó que sí o sí habría malformaciones y, además, su vida estaría en riesgo. Sin hacer ni sugerir ningún otro tipo de estudio, la semana siguiente dice que haría el legrado.

Y más: le dijo que llegara al hospital simulando un sangrado, así entraba al quirófano como si fuera un aborto espontáneo.

SV| ¿Tu mamá estaba sola?
LAB| En ese momento, sí, y fue todo en una sola consulta. Mamá llega a casa muy angustiada, se lo dice a mi padre, quien se molestó por la prepotencia del médico, que ya había resuelto por ellos lo que debían o no hacer. Agilizan contactos contrarreloj, consultaron a cinco médicos. Tres de ellos decían “por las dudas” es mejor abortar… “si fuera mío, abortaría”.

Todo fue providencial, consulta -de pasillo- con un genetista que llegaba de Estados Unidos. Habían estado investigando con prostitutas que iban a abortar, le hacen radiografías y comprueban que el porcentaje de malformaciones era el 1%. Mamá lo miró con dudas y él le dijo: “No vas a tener ningún problema”.

SV| ¿Tus padres son profesionales?
LAB| No; mamá es ama de casa y papá comerciante. Ellos no se movieron por una cuestión intelectual sino por sentido común, personas que no quieren ser atropelladas por lo que otros les dicen.

SV| ¿Y qué hicieron?
LAB| Fueron a ver a su médico, pero él no estaba para acompañarla en esta decisión. Buscaron uno nuevo, quien hasta que nací tampoco estaba muy positivo.

SV| La familia, ¿qué actitud tenía?
LAB| Mis tíos, mis abuelos, estaban todos muy asustados y con todo el amor hacia mamá, no apoyaban la decisión. Actuaron como muchos de los que dicen sí al aborto: lo hacen porque creen que puede ser lo mejor para esa mujer o para esa pareja, sin ver más allá.

SV| ¿Cómo fue tu llegada?
LAB| Yo me adelanté, casi no llega el obstetra, todos lloraban de alegría. Mamá no tuvo ninguna complicación. Parto natural, rápido igual que el de mi hermano mayor y el del que me sigue.

SV| A vos, ¿te faltaba un riñón, tenés alguna anomalía?
LAB| No, para nada. Además a mamá, después de que nací, se le pasaron las molestias del riñón. Mi abuela, con esa sabiduría popular que se pasaba de padres a hijos, le decía: “cuando tengas una hija mujer, se te va a curar”.

SV| ¿Infancia normal?
LAB| Sí, hice la primaria en la escuela pública y la secundaria en la Escuela Kennedy, becada por mejor promedio, me recibí como abanderada. También en la universidad fui mejor promedio, abanderada en la Perito Moreno y en el Conservatorio de Música Manuel de Falla, donde hice canto. Toda la vida dedicada al estudio, con mucha pasión en lo que hago.

SV| Y ¿tus hermanos?
LAB| Mi hermano mayor está casado, vive en Tucumán. Al poco tiempo, ella queda embarazada. Y aquí se repite un poquito la historia. Empiezan los estudios, había algo, afortunadamente nada muy concluyente, así no recibía ninguna presión.

Mi sobrinito, Tomás, nació con síndrome de Down. El momento del nacimiento fue un cimbronazo para toda la familia. Cuando tenés un hijo, no querés que haya ningún problema, ni pie plano, nada. Al instante fue amado. Hoy por hoy, Tomás es la alegría de todos. Es verdad lo que decían, son seres luminosos; sin él, qué sería de nuestra vida. Mis papás, al fin, son abuelos.

SV| ¿Buscaste un camino para resignificar tu vida?
LAB| Sí, siempre tuve esto de querer ayudar al prójimo. Vivo en Wilde, un lugar de muchos contrastes. Vengo de familia súper trabajadora, pero pude estudiar, trabajar. Yo tuve esa oportunidad pero el otro no puede, no lo ve.

Yo me siento profundamente feminista porque puedo sostenerme con mi trabajo, tomar mis decisiones, pero no todas las mujeres tienen este empoderamiento.

Entonces, vi un cartelito que decía “Grávida, ayuda a la vida naciente”. Es una de las grandes periferias. Me acerqué y me gusta porque es acercarme a la mujer, sin juzgar, asistirla, acompañarla. Necesité formarme, no basta la buena voluntad. Empecé a ver en cada mujer a mi mamá, en cada bebé a mí misma.

SV| ¿En qué consiste esta ayuda?
LAB| Lo primero es escuchar, no decir qué estaría bien o qué estaría mal. Es un amor concreto. Empecé a preocuparme por lo que pasa después, la pena, el trauma silenciado… lo que no aparece en la tele, lo que no es políticamente correcto decir. Es doblemente silenciado porque cuando la mujer quiere decir algo, los mismos que la empujaron al aborto le dicen: “Bueno, pero lo elegiste vos, fue tu decisión, ya pasó, seguí para adelante”. Y no importa la edad, el tiempo que haya pasado… llegan chicas de 16 años con cuatro abortos, mujeres de 40 con 22…

Ves que la realidad no es lo que te dicen. Me molesta eso de que te obligan lo que tenés que sentir o no. ¿No va a pasar nada porque vos lo decís? Como si fuéramos un cúmulo de órganos al que “no
le pasa nada”.

 

[notification type=»information» title=»Mi música, mi opinión»]

Uno puede usar cualquier música como canal.
El folklore, para lo costumbrista, lo del lugar.
El punk, el rock y el heavy metal son más contestatarios, estridentes.
La música tropical, cuando arranca, habla del amor. Se va desvirtuando.
Ahora se impone el reguetón que es muy machista tanto en las letras como en el ritmo y en lo visual. Cosifica a la mujer y a las relaciones entre las personas. El hombre y la mujer están para lo sexual, no hablan de amor; la mujer, siempre, en posición inferior respecto del hombre; él la descarta. Ahora esta y después otra. No hay empoderamiento de la mujer.
El adolescente escucha eso todo el día y cree que es la realidad.

+info Narwen.net 

 

[/notification]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *