Mujeres en batalla

Mujeres en batalla

 

 

Ponete en «modo» stand up y ¡no te pierdas este personaje!
Esta vez, con Guadalupe Batallán (19)

 

 

 

 

 

[dropcap]¡Hola![/dropcap] Soy Lupe Batallán, activista provida y voluntaria de la ONG Frente Joven.

Hoy probablemente les puedo hablar sobre el aborto con una posición más segura y más intransigente, pero no siempre fue así.

Al principio, cuando arrancó este debate, pensé en mantenerme al margen, en no molestar con mi opinión, total era un tema que ni siquiera se iba a tratar en el Congreso.

Pero todo mi medio social, en su mayoría provenientes del Nacional Buenos Aires, de donde soy egresada, era verde.

Recuerdo que eran días de entrar a las redes sociales y que todo terminara con el #SeráLey. Al punto de que mantenerme callada se hizo imposible. Empecé a cuestionar, a publicar mi postura en un intento de decir: “Acá estoy, tal vez sola, pero en contra del aborto”.

En ese momento, mis argumentos no eran los que son ahora. Eran muchísimo más básicos.

Cuestionaba los inverosímiles “500 mil”, las muertes “que no se registran”: cosas evidentes. Pero lo sorprendente era que esos pibes recontra bochos con los que yo había cursado, eran incapaces de analizar todas esas mentiras. Y esa incapacidad los llevaba a expresarse con mucha violencia. Los mismos compañeros que durante el secundario me habían pedido los apuntes y me contaban sus cosas, fueron los primeros en atacarme por pensar distinto. Se comportaban como animales disfrutando el ataque a la que consideraban “débil”.

Por eso, al principio fue difícil. Pero, en el fondo, sentía que tenía que hacerlo porque era una causa personal para mí. Vengo de una familia marcada por el aborto, con una mamá que empezó su maternidad a los 15 años y que, a pesar de todo, del “te vas a arruinar la vida” y del prejuicio social, decidió con coraje jugársela por su hijo. Si mi vieja, siendo una pendeja, había podido hacerle frente al mundo por mi hermano mayor, ¿cómo yo no iba a poder salir a dar la cara por esto?

Yo sabía que el aborto destruye mujeres, que no es la solución y que tampoco es libertad.

 

Por experiencia, conocía de cerca realidades donde el aborto había sido una imposición para mujeres vulnerables. Pero también sabía que ese “conjunto de células” que se empecinaban en deshumanizar, era una persona a la que le estaban queriendo violar sus Derechos Humanos.

Así que fue ponerme “manos a la obra”. Había estudiado en Medicina el maravilloso proceso por el que pasamos para convertirnos en lo que somos; conocía algo del Derecho y el resto lo fui completando.

 

EL COLEGIO

El Nacional Buenos Aires me marcó la vida y le estoy muy agradecida. Me dio las Olimpíadas de Química y de Biología, concursos literarios, modelos de la ONU y a mis amigas. Es el mismo que me dio las herramientas para encarar Medicina y, el año pasado, esta lucha. Las herramientas que más me sirvieron fueron la curiosidad por buscar, el saber expresarme… hasta la “chicana fácil” me la dio “El Colegio”.

 

El colegio me dio herramientas
para encarar 
medicina.
El año pasado,  cuando vino
el debate 
por el aborto,
pude afrontarlo gracias a esa 
curiosidad
por buscar y buscar…
sacar cosas 
de aquí y de allá.
Saber discernir de qué fuentes 
servirme y cuáles no.

 

Y, por todo eso, volvería a elegirlo una y otra vez, a pesar de su tendencia a la izquierda, al feminismo y al aborto.

 

UN PASO ADELANTE

El 13 de junio me llamaron de una radio, donde el locutor era un alumno de mi mamá con quien había debatido en las redes. Era mi primera vez en medios de comunicación, pero iba a  debatir con dos estudiantes. Recuerdo que temblé de pies a cabeza durante toda la entrevista,  con un miedo tremendo a que los nervios no se me notaran en la voz. Pero, cuando terminó, sentí que había valido la pena. Salí contenta, con esa sensación de que había salido a jugar y volvía ganando.

Argumentativamente, hasta ahora siento que no pudieron ponerme “en jaque”. Creo que tiene que ver con todo el estudio que hay detrás. Nos formamos mucho, estamos atentas al último argumento, a la actualidad, a las noticias falsas y a cómo contrarrestamos eso. Termina siendo casi como un juego de coleccionar “la mentirita verde” que todavía no tengo.

Pero hay cosas que no son mérito mío, como por ejemplo, la imagen. Tenía algunas cosas que me hacían inimputable: mujer, joven, estudiante de Medicina, egresada del Nacional Buenos Aires, atea, antifeminista. No era el modelo de provida “dinosaurio” que querían imponer.

Además, nunca fui políticamente correcta.

Cuando me preguntan qué pienso del aborto por violación, digo que estoy en contra y no me importa la cantidad de calificativos que quieran ponerme porque sigo pensando que hay otras soluciones. Me hablan de la lucha del feminismo y pienso que lo que está haciendo el feminismo es una porquería y no tengo problema en decirlo con todas las letras.

 

DOS PASOS MÁS ADELANTE

El debate con la feminista Raquel Vivanco fue una parte de suerte y otra de preparación. La había estudiado y sabía que hablaba sin parar, sin dejar espacios y diciendo una mentira tras otra.

Tenía que elegir con cuidado cuál de todas iba a responder porque, si no, me iba a quedar sin tiempo.

El azar estuvo en lo que más impactó: el libro. Quería llevar imágenes de fetos pero mi impresora no tenía tinta, así que fui con lo que tenía a mano: el Carlson de Embriología.

Después de eso me buscó un asesor de la Senadora Silvia Elías de Pérez para que fuera a hablar al Senado. Querían que fuera la contracara de las chicas verdes que habían pasado: Juana Garay -la Presidente del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires-, una chica de un colegio privado de Salta y Ofelia Fernández, la chica de 19 años que quiere ser diputada.

 

Me preparé para cada debate, no improvisé,
no 
es así. Ellas tampoco improvisan y,
además, 
disponen de muchos recursos
que nosotros no 
tenemos.

 

Preparé el discurso y las preguntas. Y salvo algunos detalles, fue muy bien. Recuerdo que el Senador Mera me ofreció un vaso de agua cuando terminé de leer, esperando que empezaran las preguntas.

Silencio. Ni una. Entonces me retiré y se me acercó una una persona de Prensa, que me dijo:

“Es bueno que no hayan preguntado.
Quiere decir que no tenían ningún flanco por donde atacar”.

 

¿DOCENTE?

El mes pasado estuve en Tucumán para un cierre de campaña y además aprovechamos para ir a hablar a algunos colegios. Fue una experiencia lindísima de la que aprendí mucho pero que también me dio la oportunidad de pasar un gran mensaje de lo que nos toca a los jóvenes frente a toda esta mentira:

   Debemos ser curiosos. No quedarnos con lo que nos dicen. No importa si es alguien de confianza, todo se chequea.

   Compromiso (no solo con la militancia). Yo encontré mi espacio en Defensores de Mamás, donde veo la realidad todos los días. No es solamente decir “no al aborto”, es buscar  otras soluciones porque es una deuda que tenemos. Y, para encontrar, primero hay que conocer.

   Militar la causa, en las redes y en la calle. En casa y afuera. Es incómodo y no estamos acostumbrados, pero tenemos que empezar a estar en el momento y lugar adecuados.

   Compromiso cívico. El voto es una de las herramientas más importantes que tenemos. No sólo tenemos que saber a quiénes votamos y dejar de elegir al “menos malo”; también tenemos que prepararnos para ser, en un futuro, los que se postulen y lleven estos ideales al Estado.

 

UN CAMBIO NOTABLE

A principio de año, sentí que no podía seguir con Medicina.

Después de aprobar el CBC y las materias más difíciles de primero y cursar el segundo año de la carrera, sentí malestar por la situación de la medicina, por las cosas que los médicos hacen y por las que pueden estar obligados a hacer.

Volví a mi vocación inicial: ahora estudio Letras y Periodismo.

Sentí la necesidad de salir a decirlo, a explicarlo. Mamá dice que empecé a hablar al año y no paré nunca más.

Estrategia: yo voy vestida de blanco con peinado infantil, para suavizar con mi presencia lo que serán mis palabras. Pero no puedo decir que están matando  seres humanos con una sonrisa.

Tengo un grupo enorme de gente pro vida que me acompaña; ellos son más sensatos, les cabe la misericordia y el perdón… es algo que yo por ahora no consigo. Tal vez porque ellos lo viven desde la Fe.

 

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