Lucas Raspall*, médico pediatra, psicoterapeuta, profesor universitario, papá de tres, trae una mirada positiva hacia los límites. La educación positiva apunta a la autonomía progresiva.
Tengo diez libros publicados, investigo pero la vida cotidiana…
Te muestra que lo que conocés del cerebro de los niños y las formas convenientes para el desarrollo de sus capacidades…
Te desafía apenas empieza el día o la última hora de la noche cuando llegás cansado…
No cabe pensar: “deben existir padres y madres que hacen todo bien y yo seré la única persona que lo hace mal”.
Tal vez, el recuerdo de la forma en que fuimos educados no nos invita a repetirla con los hijos o los alumnos. Hace 40 años no se reunían más de 200 padres, como está ocurriendo ahora, para pensar sobre esto. Nuestras padres, nos educaron lo mejor que pudieron, como nosotros también intentamos hacerlo con los propios.
Entre la respuesta y la reacción
Existen mil maneras de poner límites, mi propuesta viene de la mano de la crianza respetuosa, la mirada positiva y consciente: parar, pensar, mentalizar: ¿qué está pasando en la cabeza del niño? y eso va iluminando el camino cuando uno pone límites.
PARAR, PENSAR, MENTALIZAR
El pará es para construir una respuesta, no una reacción. La reacción muchas veces desatiende las necesidades del niño. Es una forma, no necesariamente violenta pero, que no facilita el desarrollo de sus recursos.
El grito, zamarrear, un golpe… no son respuestas, son reacciones que no generan orgullo. Si a la noche te viene un mal recuerdo, un dolor porque estuviste así. Es momento de pensar en reparar porque son cosas que pueden quedar grabadas en el niño.
Esa forma de poner el límite congela y es más cómoda para los padres porque consume menos energía y tiene un resultado inmediato. Es perfectamente aplicable cuando se necesita esa respuesta. Por ejemplo, cuando el hijo acerca su mano al fuego o va a cruzar una calle sin mirar.
La gran mayoría de las situaciones son otras.
Qué es una respuesta sensible
Sensible es la capacidad de la persona adulta de distinguir la necesidad del niño en este momento.
Cuando el niño se muestra desafiante, irritable e irritante, el adulto tiende a pensar que lo está manipulando, “te está tomando el tiempo”…
Una lectura sensible interpreta la necesidad
Mientras, una lectura sensible interpreta la necesidad: ¿Qué le pasa que está más desafiante?
Cuando no entiendo a qué se debe ese malestar se inicia una escalada de violencia: del no, al grito, a la amenaza, al golpe.
¿Seremos los padres quienes abrimos la puerta de la escalda?
Es una circunstancia en la que estamos fijando cuándo el no, es no. Si el no solamente es válido cuando llega el grito entonces, entonces el no ya no es no.
En cambio, si vamos por: ya te dije que no, no me lo preguntes diez veces, hemos logrado que el no sea no.
Es algo que hay que trabajar modelando con el ejemplo para que ellos también puedan poner el límite de manera asertiva.
Necesitamos que el otro registre que es no, que hay un límite. Si sigue avanzando es porque no se entendió cuándo el no, es no.
Practicado de modo consistente, el clima del hogar es bien tratante.
Contrariamente a lo que algunos piensan, en la psicología positiva, el límite es firme. Quien no pone límites maltrata, incluso, puede ser negligente en cosas serias.
Cuántos “no” hubo hoy
Vale la pena contar cuántas veces se interviene para corregir y cuántas para conectar con los hijos.
Si en un día, le dimos 30/40 “no”, estas voces dejan de escucharse. Corregimos tantas cosas que ya no se registra, conviene elegir las batallas que voy a dar. ¿En qué punto necesito poner ese no?
¿En qué punto necesito poner ese no?
A veces puedo dejar pasar, para no gastar el no y otras veces habrá que mantenerlo, pase lo que pase.
- Consistencia del no. La rutina de cada casa es particular, por ejemplo, si no se ve tele después de cenar, no se mira ningún día para que entiendan de manera clara y anticipada, que no, ya no van a preguntar. Puede haber excepciones en lo programado que tienen sus reglas preexistentes, por ejemplo los sábados ya que al día siguiente no tienen que ir al colegio. Entonces, el adulto se retira de la situación sin que ellos vayan más allá del límite.
- Explicar el límite es la única manera de que puedan ir generando un proceso reflexivo y eso es lo más importante.
La educación positiva apunta a la autonomía progresiva. Si le explico por qué no quiero que esté en la cocina mientras cocino, cuando vaya a la casa de un amigo va a saber cómo actuar.
Crianza respetuosa, positiva y consciente.
*Exposición desde el Colegio Los Arroyos para padres de jardín y primaria de APDES.
Edición: María Lescano – periodista