[dropcap]E[/dropcap]l domingo 10 de agosto celebramos el Día del Niño y pocos días atrás, el 26 de julio, el Día de los Abuelos. Esta vez, no me pareció una coincidencia que caigan tan cerca estas fechas y me recordó uno de los puntos prioritarios para las Naciones Unidas en este Año de la Familia.
Con el típico «síndrome de la hoja en blanco», se me vienen tantas ideas a la cabeza que voy a intentar ordenar.
La propuesta de la ONU consiste en cuidar de los niños y de las personas mayores, hacer conscientes a los jóvenes de hoy de la necesidad de estar cerca de sus padres, de no abandonarlos cuando declinan sus fuerzas, de ser ejemplo en esto para quienes vienen detrás.
Por un lado está esa parte de la realidad que es tan dura, los ancianos olvidados, los niños sin techo, los que no llegan a ver la luz… y para todos ellos quiero tener un recuerdo lleno de cariño.
Por otro, no puedo olvidar ese ambiente que me rodea y que me hace tan feliz, siempre rodeada de chicos y grandes, adolescentes y ancianos que aman profundamente la vida y con sus dolores y alegrías tiran para adelante unos de otros.
También resalto nuestra experiencia editorial. Los cientos de mujeres a cargo de familias que hemos entrevistado en estos años han destacado el valor de la red familiar, el abuelo que da una mano en la crianza de los hijos, que cubre cuando la madre no está por razones laborales, por problemas de horarios, etc. Y también, esos nietos que cuidan y acompañan a sus abuelos. Esos abuelos que disfrutan y miman sin parar.
Por unos y por otros se construye nuestra realidad, la que tenemos y la que queremos mejorar.