Aunque duela, el conocimiento personal facilita la convivencia estrecha que estamos compartiendo. ¿Lo bueno es lo perfecto?
Por Mariuqui Magrane, Asesora Familiar. consultorio@sembrarvalores.org.ar
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Mi nombre es Pedro. Tengo 28 años, cada vez que algo me sale mal, sufro mucho. Me es muy difícil aceptar mis equivocaciones y las de los demás. Por eso estoy un poco solo.
En este encierro 2020 se me hace más difícil la convivencia familiar con mis padres.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]RESPUESTA[/button]
Una de las cosas más difíciles en la vida es aprender a equivocarse, aunque no es tan complicado aceptar el error, lo más costoso es no derrumbarse con su peso. Ahí comienza el largo camino hasta lograr la tolerancia a la frustración.
Tu consulta es especialmente interesante en la realidad que estamos viviendo porque atravesamos una situación que nos lleva a profundizar en el autoconocimiento. Conocerte te hará más fácil avanzar en el crecimiento y mejora personal.
Asumamos que es muy común fallar, equivocarse, aunque trabajemos con empeño y queramos hacer las cosas lo mejor posible. Sin embargo, erramos más veces de las que nos gustaría. Entonces, con cada metida de pata aprendemos a no sentirnos humillados.
¡No se acaba el mundo porque algo nos salga mal! ¿Quién no ha tenido fracasos? Una vez que los reconocemos, podemos aprender de cada ellos y, especialmente, aprender a perdonarnos.
De los fracasos podemos aprender y, especialmente, aprender a perdonarnos.
Si volvemos nuestra mirada a lo que ya pasó, que sea para sacar todo positivo que esconde. Que sea para volver a empezar una y otra vez, poniendo ilusión, esperanza.
Cada temperamento, cada personalidad, cada modo de ser tiene sus pros y sus contras, ya lo sabés. Las personas perfeccionistas tienen capacidades muy valiosas: creen en el trabajo bien hecho, terminan las cosas de manera ordenada y prolija, cuidan todos los detalles. Pero, como todo, también tienen sus limitaciones.
Por ejemplo: es posible que vivan generalmente tensos, que sufran mucho por no lograr lo que quieren, en el tiempo que quieren, ni del modo que quieren.
Tanta perfección los hace más lentos. En conclusión, algunas veces lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Además, esa exigencia personal, los lleva a serlo también con aquellos con quienes conviven y, muy probablemente, comprobarán que los demás no son como ellos.
Quizás te reconocés con estas actitudes perfeccionistas, por eso te cuesta aceptar y convivir en este encierro de pandemia. No vivís con personas iguales a vos.
¿Te educaron sin que aceptaras tus equivocaciones como parte de tu crecimiento? o ¿no podías fallar?
Si percibís y aceptás lo que te pasa, vas a poder elegir otra forma de vivir los fracasos. Con sueños y alegría vas alcanzar otro estilo de vida, un modo más humano. Vas a comprobar que algunos fracasos nos llevan a aprender grandes cosas de la vida.
A los perfeccionistas les cuesta no derrumbarse, sobre todo si los corrigen, les resulta difícil aceptarlo.
Si bien puede ser algo habitual, la realidad es que el encierro pone más en evidencia los distintos caracteres. Por esto, resulta tan positivo el saber reponernos con sencillez de cada caída, simplemente, se trata de aceptar la debilidad tan humana. Al final, todo esto nos ayuda a reconocer nuestras las limitaciones con coraje y deseos de superación. Cuando somos realistas en el conocimiento personal, podemos alcanzar nuevas metas.
Vos sos valioso, único e irrepetible. Cada uno somos un misterio, no existe la perfección humana, existe la diversidad. Si reconocés tu forma de ser y de hacer y sos fiel vos mismo, eso te va a permitir aceptar y querer a cada uno como es.
#AprenderDelFracaso
#AhoraVuelvoAEmpezar
#ToleranciaALaFrustración
#Happy