Por Adriana Ceballos y Gerogina Azócar – @coachingdefamilia
¡Hola! Tengo un bebé de 1 año y 7 meses, y otro de dos semanas. Desde que llegó el pequeño, el más grande enloqueció sobre todo con el sueño, lo que hace que esté mal todo el día. Me pueden orientar con eso? Gracias.”
Con la llegada de un hermanito, el niño -que hasta ese momento era hijo único- puede sentir que pierde su lugar.
Al ver cuánta atención necesita ese bebé tan pequeño, puede malinterpretarlo como una sensación de pérdida de su posición, como una competencia y desventaja ante el cuidado y atención que sus padres y otros mayores le brindan.
Su comportamiento comenzará a basarse en esta interpretación e intentará recuperar el lugar especial que cree perdido pudiendo aparecer conductas regresivas. Los celos ante la nueva configuración del hogar son normales e inevitables.
El papel de los padres es comprender, acompañar desde la presencia hasta que este dolor pase, permitiéndole fortalecerse. Colabora también prestarle palabras para describir sus enojos, y expresarle que su lugar es suyo y no van a perderlo. Mamá y papá, cuando llega otro hijo, no quieren menos al que ya tenían.
Ante estas situaciones, evitemos el enojo y la reacción.
Aceptados, valiosos
En vez, intentemos ayudarlo a expresar esos celos que desde nuestra racionalidad parecen absurdos y para nuestro hijo son la realidad tal como él la está interpretando y que lo lleva a sentir una gran incomodidad.
A los niños los motiva sentir pertenencia, sentirse aceptados y valiosos. Para reforzar estos sentimientos, dediquemos momentos “posibles” de encuentro exclusivo con papá y/o mamá y procuremos involucrarlo en pequeñas tareas relacionadas con el nuevo bebé.
El sueño
En el área del sueño, específicamente, los retrocesos son esperables hasta que el ritmo circadiano esté completamente regulado, sin embargo es altamente probable que en este caso el retroceso pueda mejorar considerablemente si disminuye la ansiedad, la angustia y el miedo a la pérdida ante la llegada del hermanito.