Límites

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar.
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos.
Hay un espejo que me ha visto por última vez.
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay algunos que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años.
La muerte me desgasta, incesante.

Jorge Luis Borges

 

¿Será redundante?

[dropcap]P[/dropcap] arece una redundancia hablar de Borges en la Argentina y en el  mundo, pero lo haremos brevemente.

Nació en Buenos Aires el 24 de  agosto de 1899.

Sobresalió en todos los géneros de la escritura: ficción, poesía, cuentos. Entre sus numerosas obras se destacan El Aleph, El libro de los seres imaginarios, Historia universal de la infamia, Ficciones y muchas otras.

En 1923 publicó su primer libro de poesías Fervor de Buenos Aires. En  1955 perdió casi completamente la vista, pero superó de una manera increíble su ceguera escribiendo y dictando libros de poemas, ensayos y cuentos.

Entre otros numerosos premios recibió el Cervantes en 1980. Fue un  trabajador incansable de las letras. Murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

En este poema que hoy comentamos, nos habla con cierta tristeza de los límites que poco a poco nos va presentando la vida: el libro que ya no abriremos, la calle que ya jamás caminaremos, meditando en el devenir de los años que avanzan .

Sin embargo, le quedaría todavía mucho tiempo para vivir, ya que acababa de cumplir  cincuenta años y viviría hasta los ochenta y seis.

Sólo Dios pone los limites a los que, melancólicamente, se refiere Borges.

Silvia Bayá de Lagache
silbaya.c@hotmail.con

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