La plata no alcanza

 

La inflación y la crisis económica es, tal vez, la preocupación más fuerte que nos impacta en familia.

 

 

Mariuqui Magrane siempre atenta a nuestros seguidores, sintetiza en un caso las consultas y respuestas que ha ido dando desde hace varias semanas y, para qué negarlo, se repiten cíclicamente.

 

 

 

Mariuqui Magrane

Orientadora familiar

magrane.mariuqui7@gmail.com

 

PARA TUS DUDAS, CONSULTAS, TEMORES:
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Tengo tres hijos, el último es un bebé. Soy argentina y vivo en la Capital. Mi familia y yo estamos pegadas a los noticieros desde que se desató esta crisis en el país, ya no hablamos de otra cosa, hasta nos cuesta salir a trabajar porque vivimos muy nerviosos, nunca sabemos qué manifestación nos va a agarrar o dónde estarán los piqueteros. ¿Se puede vivir familiarmente esta crisis? Es una crisis económica pero que nos afecta en la serenidad que necesitamos y en la incertidumbre que genera.

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[dropcap]R[/dropcap]ecibo tu consulta y pienso en las crisis económicas y también en los conflictos, a la vez diferentes y con varios puntos en común, que se viven en países vecinos. Toda esta coyuntura nos pone mal, estamos nerviosos, tensos, en espera. ¡Es lógico! Pero tenemos que llenar a nuestras familias, sobre todo a nuestros hijos, de esperanza.

Estar bien enterados de lo que pasa en el Congreso, en el Gobierno, en las provincias, en la Plaza de Mayo, en la quinta presidencial, es “ver” con dolor lo que muchos “viven” en nuestro mismo país, que son nuestros compatriotas, nuestros hermanos, con voluntad de acompañar, aunque de algunos estemos lejos físicamente y a veces también desde nuestro proyecto personal o país.

 

Podemos construir,
desde cada familia,
ciudadanos conscientes
de los derechos institucionales,
que defiendan sus valores y principios.

 

Pero, atención, que no sea el «mono tema» familiar negativo y crítico y se dejen de lado los intereses de los hijos como sus estudios, sus amigos, sus buenos hábitos, o se le dé la comida al bebé viendo “todos” los noticieros, tuits o el último mensaje de las redes y sin mirarlo serenamente a él un minuto.

Podemos construir, desde cada familia, ciudadanos conscientes de los derechos institucionales, que defiendan sus valores y principios.

Sería muy “sano” seleccionar algunos noticieros o programas de análisis que nos parezcan completos y confiables, de la tele, la radio, los diarios, todo accesible individualmente en nuestros dispositivos. Así no nos dejamos ganar por los nervios o la rabia, sino por la esperanza. Un periodista, a quién admiro, murió durante alguna de estas crisis recurrentes, nos dejó este mensaje: «Hablen con sus hijos de este momento que vive el país».

Si toda esta crisis sirve para que enseñemos a nuestros hijos los derechos y deberes que tenemos como ciudadanos, el “poder” de nuestro voto libre, crecerán como argentinos de bien desde chiquitos.

No nos dejemos ganar por los nervios
o la rabia, sino por la esperanza.

Enseñémosles a participar en la construcción de una moderna alternativa capaz de defender políticamente: la república, la democracia, los derechos civiles, la justicia, la honestidad, el federalismo, la propiedad privada, la familia, la vida y una excelente educación para todos. Y para esto, quizá tengamos que formarnos primero nosotros, los adultos.

Podemos construir, desde cada familia, ciudadanos conscientes de todos estos derechos institucionales, que defiendan sus valores y principios; que generen, se formen y colaboren. Así damos espacio a futuros líderes políticos: nuevos dirigentes y técnicos que sientan la vocación del servicio público con honestidad, valores y liderazgo político, para que en el futuro formen un equipo de transformación de la Argentina. Generaremos el cambio desde adentro de las familias, educando y animando a nuestros hijos no sólo con críticas, sino participando positiva y activamente en la vida pública.

El país nos lo pide, no cerremos los ojos a esta oportunidad.

 

 

 

      Todos a formarse para ser desde la familia
activos constructores.

 

 

 

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