La otra cara de la moneda

Tomas y Javier

alta revista 79 beccar varela 2

DEJAR DE LADO LA BRONCA Y EL RENCOR PARA DAR SEGUNDAS OPORTUNIDADES Y CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR

Francisco Ferreccio

Javier, un joven de 18 años, vecino de la villa La Cava, entró a robar en una casa de San Isidro. El médico Horacio Beccar Varela, padre de familia, recibió un grave impacto de bala en su pierna por parte de la Policía, que lo confundió con el ladrón. El drama automáticamente se viralizó y la violencia saltó por todos lados.

Dos meses más tarde la historia volvía a las pantallas, convirtiéndose en trending topic .Esta vez, por  algo que conmovió a los corazones de todos los argentinos y que generó más de una pregunta.

TOMÁS (18)

Tomás, el hijo de 18 años de Horacio, optó por dejar de lado toda la bronca que le quemaba por dentro y priorizó brindarle una segunda oportunidad a Javier para que pudiera cambiar su vida. Entonces, averiguó dónde estaba detenido Javier y se puso en contacto con su entrenador “Coco” Oderigo, fundador de los Espartanos y le pidió que lo trasaldaran al Pabellón 48.

 Espartanos, el equipo de rugby de presos del pabellón 48 de San Martín donde por medio del deporte inculcan valores, tratando de encontrar un destino distinto para los presos.

MANO A MANO CON TOMÁS

-¿Qué te motivó a hacer esto?
Me impulsó fue el hecho de tener la posibilidad de ayudar a alguien que nunca recibió un apoyo y que desde mi lugar lo único que tenía que hacer era una simple llamada. Javier tuvo una vida muy dura y sin oportunidades.

– ¿Qué repercusión tuvo en Javier?
Por suerte siempre se mostró agradecido. La verdad que mucho no hablé, honestamente me cuesta desarrollar una conversación fluida con él.

– ¿Fue difícil tomar la decisión?
No me costó mucho procesar la decisión, lo pensé unas semanas por la repercusión que podría tener en mi familia. Me pude dar cuenta de que por más complicadas que sean estas situaciones, el camino más «corto» es estirarle la mano al que te golpeó o lastimó. De nada sirve guardar el rencor, la bronca y el odio adentro tuyo. Canalizás energías por un lugar que no es sano ni para uno mismo ni para tu propio entorno.

MANO A MANO CON JAVIER (18)
alta revista 79 beccar varela 1Javier, junto con otros presos rezan el Rosario los viernes por la mañana. Chico de pocas palabras pero de gran mirada, es, según el capitán del equipo, “uno de los mejores jugadores”. El joven considera al equipo como a una familia, en la que resaltan los valores de compañerismo, amistad y unión.

¿Cuando entraste a los Espartanos cambiaste como persona?
Sí, cambié mucho. Antes era muy salvaje, por ejemplo, no hablaba con nadie. Ahora vengo acá y hablo mucho. Estoy orgulloso de estar acá.

Capaz el día que salga
pueda tener un trabajo,
una familia, volver a
hablar con mi vieja.

– ¿Qué sentiste cuando escuchaste la historia de Tomás para con vos y cuando te lo encontraste acá en el pabellón?
¡No, cuando vino no lo podía creer! No podía creer que lo haya visto. Lo reconocí, pero no podía creer que era él, no creía que era él. Sentí orgullo de poder verlo, de darle un abrazo, de sacarme una foto con él y pedirle perdón.

– ¿Estás estudiando en el pabellón?
Sí, me anoté en la escuela de acá. Estoy con muchas ganas. Ahora estoy por hacer el secundario; el primario ya lo terminé. Además, capaz tengamos algunos talleres de música, que me gusta mucho.

– Y con respecto al Rosario los viernes a la mañana, ¿qué sentís rezando con tus compañeros?
Me siento contento, nunca pensé que me iba a encontrar rezando el Rosario acá con mis compañeros de equipo. Nunca lo pensé, me llena mucho de felicidad.

Me impulsó tener la
posibilidad ayudar a
alguien que nunca recibió
un apoyo y que desde mi
lugar lo único que tenía
que hacer era una simple
llamada.

– ¿Cuáles son tus descubrimientos en este pabellón?
Me di cuenta de que siempre hay una oportunidad, y ahora capaz el día que salga pueda conseguir un trabajo, formar una familia, volver a hablar con mi vieja que hace muchos años que no la veo. Con mi viejo cuando yo estaba en libertad no me hablaba y ahora que estoy acá volví a hablar y verlo. Lo llamo todos los días, me llama y hablamos.

Sereno y en silencio, se dio vuelta agradeciendo.
Y pensé, para mí… ¡Qué lindo poder contemplar el poder del perdón y ver las consecuencias de las nuevas oportunidades! Agradecido por conocer a Tomás y a Javier, me pregunto…

¿Cuán distinto sería el mundo si desde nuestro espacio les diéramos lugar y valor al arrepentimiento y el perdón?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *