LA OFICINA EN CASA

Es una tendencia mundial. A tiempo completo o parcial, el trabajo desde casa o a distancia se hace cada vez más frecuente. Como casi todo, tiene sus pros y sus contras; como en casi todo, no hay reglas fijas… conozcamos la experiencia de Ana.

MARIUQUI MAGRANE | ORIENTADORA FAMILIAR Y ASESORA EN RELACIONES FAMILIARES | MAGRANE.MARIUQUI7@GMAIL.COM

[dropcap]¿[/dropcap] Qué pasa cuando mamá o papá mudan la oficina a casa? ¿Se cumple que sea oficina de 8 a 18 y que después vuelva a ser hogar? ¿Son compatibles los ruidos familiares de los hijos, de la limpieza, de la cocina, de entradas y salidas, con los silencios necesarios en una oficina? ¿Cómo se acomodan para que no sea ni sólo oficina, ni sólo hogar?

Muchas empresas tienen empleados que trabajan dos o tres días desde sus casas. Otros mudaron su empresa a una habitación del hogar.

¿Hay ventajas familiares además de económicas? ¿Cuesta acomodarse? ¿Se le pueden pedir tareas del hogar a ese familiar cuando se supone ocupado en su trabajo? ¿Los hijos salen ganando por tener en casa más tiempo a papá o a mamá?

Los hijos menores no comprenden los horarios de oficina en el hogar. Suelen quejarse porque no pueden hablar o jugar cuando ellos quieren. ¿Se acostumbran? Parece que la gran actitud para que convivan el hogar y la oficina es el respeto. Que no se quede en pijama y ojotas todo el día mientras trabaja. Que tenga flexibilidad en los horarios.

A los matrimonios jóvenes les diría que se respeten,
sean ordenados y logren acuerdos de tiempos y espacios.

Con mi visión más bien negativa del tema, me cuesta comprender esa mezcla de familia y oficina en la misma casa, por los diferentes horarios, ruidos, silencios y un largo etcétera. Me acerqué a preguntarle sobre esto a Ana, cuyo esposo trabaja hace varios años en el balcón cerrado de su habitación matrimonial. Me sorprendieron las respuestas positivas basadas en su experiencia.

SV| ¿Desde cuándo trabaja Antonio en tu casa?

A| Hace cerca de diez años. Por razones de costos, alquiler y viajes al microcentro. Dejó su calurosa, pequeña y oscura oficina, sin ventilación, por la ampliación que le hicimos a nuestra habitación, avanzando sobre el balcón. Somos de zona norte del Gran Buenos Aires.

Llegó con sus enormes carpetas, una biblioteca chica. Las primeras semanas, me costó adaptarme. Nuestros hijos salieron ganando porque yo trabajaba ocho horas en un hospital y él se quedaba en la casa con ellos.

SV| Pienso que cuando el hombre trabaja en la casa, mejor que sea ordenado, sistemático y la mujer bastante tolerante. Vos, que lo vivís hace tanto tiempo, ¿qué decís de esta situación?

A| En casa hay horario para levantarse aunque él se queda varias veces trabajando hasta tarde, también el sábado a la noche. Nunca se queda en pijama, está con ropa cómoda, “limpito y afeitado”, de manera que le puede abrir la puerta a cualquiera.

Como papá se ocupó más de sus hijos, fue muy bueno, porque los chicos se conectaron muy bien con él. Aprendí a no usarlo de “che-pibe” para las cosas de la casa. Entendí que no se podía concentrar. En ninguna oficina le piden al que trabaja, que vaya a comprar lo que falta para la comida familiar. Nos respetamos mucho con los ruidos y charlas por teléfono, tomamos distancias para no incomodarnos.

SV| ¿Se lo recomendarías a una de tus hijas?

A| La ayudaría a pensar lo diferente que resulta si ella trabaja afuera varias horas. Hay que estar dispuestos a acomodarse sobre todo con la casa y los hijos, especialmente si son chicos.

SV| ¿Qué perdiste?

A| Al principio, él quería saber todo: ¿dónde vas?, ¿qué hacés? Me di cuenta de que tenía que conversar (para que me entendiera) de lo feo que es sentirse controlada.

Cuando tenía estrés por el trabajo, los chicos no podían hacer ruido. Logramos negociar tiempos de ruidos y de silencios. Las reuniones de trabajo las hace en un bar.

Lo espero a almorzar y a la noche. Hoy justo se fue a una provincia por una semana y lo extraño mucho, nos hemos hecho muy compañeros, compartimos mucho más la vida.

Con él en casa hay más trabajo, pero al crecer los hijos hay menos ruidos, es más fácil. Hemos discutido por el respeto al horario de comer. Hacer la comida también es un trabajo que le expliqué y lo entendió. No tenemos ayuda para limpiar y cocinar. Él se ocupa de todos los rubros de mantenimiento: electricidad, plomería, de tratar con los que vienen arreglar problemas de la casa, etc.

SV| ¿Qué te altera o molesta?

A| Me molesta que todo dependa de mí. Aunque los hijos ya están grandes, me doy cuenta de que no les enseñé bien a contribuir con los trabajos en casa. En realidad, no tiene mucho que ver con el sistema de trabajo… Pero es lo que en este momento me molesta.

SV| ¿Qué le dirías a los matrimonios jóvenes?

A| Que se respeten, sean ordenados y logren acuerdos de tiempos y espacios, para no pelearse por cada desacuerdo.

Terminó la entrevista y quedé impactada por la buena actitud matrimonial y familiar de Ana.

Será cuestión de ponerle actitud a la oficina en casa. Saber ver lo positivo de compartir más tiempo matrimonial. Vivirlo como oportunidad para desarrollar grandes capacidades. Con la mente y el corazón abiertos al otro, es posible.

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