[En el Día de la Madre]
Para homenajear a las madres en su día les regalamos estos testimonios ya que todas se verán reflejadas de un lado o de otro.
[dropcap]M[/dropcap]Mi única hija mujer acaba de ser madre primeriza en Chile y me faltó tiempo para estar allí desde unos días antes y después del parto.
¡Es tan conmovedor ver a tu hija convertirse en madre! Y con su primer bebe en brazos surge el deseo de brindarle apoyo, mimos y consejos. Ahora, ellas ávidas de que uno se los dé. Por supuesto que son solo consejos, sin querer imponer lo que una piensa que sería mejor.
Esta vez, todo lo tomaba con agradecimiento. ¡Qué unión tan fuerte logramos esos días!!
Al pensar en esos días, compruebo que lo que hacía eran pequeñas cosas: acomodar almohadones para la lactancia, ordenar, lavar la ropita de la beba, hacer las compras y hasta cocinar un postre que a ella le gustaba desde chica, o estar atenta a cambiar a la beba para que pueda dormir un rato más entre mamada y mamada. Las últimas noches, antes de volver, me la llevaba a mi cuarto y hacía de “nurse” porque notaba que venían de unas cuantas “noches de baile” sin poder dormir más de dos horas seguidas.
Tanto ella como su marido estaban abiertos a recibir mi punto de vista cuando alguna situación nueva los sorprendía y angustiados me preguntaban si era normal.
Y mi yerno, flamante papá, estaba muy conmovido por ese ser tan chiquito y frágil. Me resultaba gratificante ver que se adelantaba a mimar a mi hija, a ocuparse también él de cambiar pañales e involucrarse en el día a día del recién nacido.
En esto se nota un cambio positivo muy grande que se ha dado en los últimos años.
Para los cuatro fue dura la despedida porque, aunque sabemos que en unos meses vendrán de visita, “sólo” nos separa la Cordillera…
Con el nacimiento de la hija de mi hija nació un lazo muy fuerte y una gran sintonía femenina que ni la distancia nos podrá quitar.
Ya de vuelta, encuentro en mi perfil de Facebook un mensaje que comenzaba con
“GRACIAS, MAMÁ por cuidarnos estos días” y a continuación el post sobre “La madre de la madre” escrito por una periodista brasilera. No pude evitar humedecer el celular con mis lágrimas: describe al pie de la letra los sentimientos vividos estos días.
Teresita Casaubon de Puiggari
[notification type=»success» title=»La madre de la madre, por Marcela Feriani»]
Mientras los ojos del mundo están en el bebe que acaba de nacer, la madre de la madre ve a su hija recién convertida en madre. El papel de abuela puede esperar, porque es su niña quien llora, con sus pechos doloridos. La madre de la madre frota ropa manchada, barre el piso, asegura un almuerzo. Compra camisones con botón. Sabe lo duro que es volverse madre.
En el silencio de la madrugada, piensa en la hija, despierta. ¿Cuántas veces ha sido? ¿Aguantará la mañana con una sonrisa?, y le lleva algo caliente y su postre favorito y puede ver todo lo que le pasa a su hija, a la nueva madre, mejor y antes que nadie. Ocupada, la madre de mamá sufre en silencio. En cada elección de su hija, recuerda las propias. Delante de la nueva madre, nuevo bebe, mucha leche y tanto regazo, cuestiona todo lo que hizo, hace tiempo. Tiempo que no vuelve. Si hoy es lo que se tiene, entonces hoy es lo que es. Mira a los ojos, trae pan y café con leche. Ese es el regazo, esa es la leche ahora. Aquí y ahora, presente. La madre de mamá ayuda a su hija a volar. Cuida todo lo que está en sus manos para que se reconstruya, descubre su nueva identidad. Ahora es madre, pero siempre será su hija.
Toda madre recién nacida necesita el cuidado de otra mujer que entienda lo frágil que es este momento. La madre de la madre puede ser una hermana, suegra, amiga, vecina, tía, abuela, cuñada, conocida. El hecho es que el puerperio necesita unión femenina, de esa comprensión que solo otra madre puede tener. Tribu femenina pero sobre todo y si es posible, «a mamá», la madre de la nueva madre.
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[button link=»» color=»bordeaux» icon=»» size=»small»] La historia se repite [/button]
Cuando volvimos a la Argentina después de ocho años en Miami y dos en Chile no pensé que me tocaría revivir mis experiencias en el exterior. Mis tres hijas mujeres quisieron repetir la historia: tenían el mejor recuerdo de esta aventura nuestra de empezar la vida familiar en un país ajeno.
La alegría de saber que mi hija mayor se convertiría en madre fue enorme. Con mi marido no dudamos en que había que viajar para acompañarla. Yo estaría un mes ayudándola en todo.
Cuando mi yerno volvía de
su trabajo, me quedaba
sólo un momento para
dejarlos a ellos compartir
su intimidad.
Mi rol consistió en brindar todo mi tiempo en lo que me necesitarán. Limpiar, cocinar, preparar mamaderas, lavar ropa, ordenar y cuidar al bebe para que la
madre pueda descansar. Así se resumen mis tareas y lo hacía feliz.
Cuando mi yerno volvía de su trabajo, me quedaba solo un momento para dejarlos a ellos compartir su intimidad. Me iba a caminar y a dormir; necesitaba reponer
energías para el día siguiente.
Esto ya se transformó en una costumbre y en los tres últimos años me tocó acompañar a las nuevas madres por un mes. Aprendí muchísimo sobre la lactancia, cómo lograr que duerman bien a la noche, sobre reflujo, prematuros y también las costumbres de Estados Unidos y Panamá.
Acompañar en la tarea de ser madre es la satisfacción más linda que puedo tener. Eso sí: trato de no dar consejos porque ahora todo se hace distinto, aunque la esencia de la maternidad es la misma.
La emoción de ver a mis hijas convertirse en madres, la ternura de ver esos bebes tan dependientes es algo inimaginable hasta que uno lo vive.
Agustina Pitt de Breard
[button link=»» color=»bordeaux» icon=»» size=»large»] De familia en familia [/button]
Nuestros hijos fueron un regalo muy preciado. Tuvieron muchos problemas de salud y esto le da a la vida un significado especialmente profundo.
¡Qué difícil me resulta poner en palabras lo que significa ser madre de la madre! Tengo dos hijas que son madres, y las dos viven en el exterior.
Tuve el privilegio de estar
en los cinco partos de mis
hijas porque ellas y mis
yernos quisieron compartir
conmigo ese momento tan
importante de sus vidas.
Cuando mi primera hija anunció su embarazo fue como un sueño que se hacía realidad. Por más que a los hijos siempre los sentís como bebes en tu corazón, la vida te muestra que han crecido y forman su
propio proyecto.
Tuve el privilegio de estar en los cinco partos de mis hijas porque ellas y mis yernos quisieron compartir conmigo ese momento tan importante de sus vidas.
Ellos como padres, yo como abuela. Fue muy fuerte ver el hijo que crece dentro de su madre desde las primeras ecografías, los primeros latidos de sus corazoncitos. Se suman razones: son mis nietos, mis bebes son ahora madres y las veo en el proyecto más importante de sus vidas.
Al vivir lejos todos tuvimos que hacer sacrificios para compartir esos momentos. Mi marido solo pudo estar unos días pero fueron muy generosos él y mis otros hijos al hacerme fácil dejarlos con el fin de acompañar a las chicas en esta etapa, donde mi presencia pudo ser un verdadero apoyo para ellas.
Los primeros días sentí un cierto temor y curiosidad por saber si serían o no buenas madres, si sabrían descubrir las necesidades de su bebe, cómo se manejarían ante las nuevas situaciones.
Reconozco que han sabido elegir buenos compañeros de ruta y que tienen la confianza de llamarme cuando están angustiados por una u otra razón. Me reconforta pensar que “tan mal no hicimos las cosas”.
En definitiva, ser «la madre de la madre» es una experiencia que vivo con mucho amor y nunca antes pensé todo lo que se llega a sentir por los nietos. Y duele, duele que crezcan lejos, duele no poder estar en cada momento de la vida de ellos. Pero tengo la enorme satisfacción de comprobar que están creciendo como familia y de acuerdo con lo que quisimos transmitirles.
Y, especialmente, de saber que son felices.
Mariana Gotelli de Querol
[notification type=»information» title=»Tiene un plus»]
Mamá acompañándome en mis partos que han sido muchos, variados e intensos, es increíble. Se anticipaba a lo que podía llegar a necesitar, me cuidaba el descanso, al resto de los críos y atajaba el bebe.
Ella ha vivido lo mismo, sabe de solo mirar. Tiene el plus, mira queriendo que sea lo mejor para mí, respetuosa de mi estilo. Su forma de ser serena, en estos momentos es invaluable. Podemos conversar, reírnos, llorar, compartir aquello tan único y especial como es la maternidad.
Junto al «gracias», va un: «ojalá lo sepa hacer yo así, siempre atenta a lo que se necesite». Estoy segura de que cada una de mis hermanas podría decir lo mismo.
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