Términos gastados, ¿mal usados?, tal vez confundidos…, una experiencia positiva nos ayuda a entender.
Por Adriana Ceballos y Georgina Azócar – @coachingdefamilia @coachgeorgina.azocar @adriceballos.coachflia
Las consultas que recibimos generalmente se refieren a situaciones negativas, hoy estamos especialmente agradecidas a esta seguidora que comparte una experiencia muy linda y que nos dispara una reflexión.
Es más o menos frecuente, conocer casos en los que alguien: niño/a, joven o adulto, ha tenido algún inconveniente en los espacios donde interactúa por distintas razones que, algunas veces, cuesta compartir.
Las situaciones que más duelen las atraviesan los pequeños cuando son discriminados en las escuelas, en los lugares que frecuentan, tal vez, por alguna discapacidad poco conocida que puede generar rechazo.
Entre diversidad e inclusión
La diversidad se define como abundancia o variedad de cosas distintas, tiene que ver con las características únicas que constituyen el ser: personalidad, estilo de vida, etnia, edad, cultura, discapacidad, género; mientras que la inclusión hace referencia a la acción de contener en un grupo o conectar con alguien más, y esta actitud exige respeto y educación.
La mente humana puede constituirse en un gran escollo para la diversidad y la inclusión, sin embargo son muchísimas más las oportunidades que podemos encontrar, si así lo deseamos, mejorando y aprendiendo de otro que se muestra con particulares características. Toda persona tiene el derecho a ser reconocida, libre, valorada en su dignidad y aceptada como es, considerándola como complemento que suma en aquello que se diferencia, porque lo que tenemos en común nos une, y lo que tenemos distinto nos enriquece.
Hoy por hoy los colegios y la mayoría de los espacios públicos, tengan o no solucionado el acceso, se reconoce y respeta la dificultad motriz, como una silla de ruedas, o la falta de algún miembro. También la ceguera o la sordera, son respetadas, reconocidas y en la educación se generan espacios de convivencia.
Una historia real
Esta es la historia de nuestro personaje de hoy, el niño tiene una de esas enfermedades llamadas “raras”, que en términos médicos significa poco frecuente. Pero, en lenguaje coloquial puede resultar negativa. Raro es simplemente eso, que no son muchos los que tienen esa característica. Pasa por ejemplo, en las distintas modalidades que manifiesta hoy el espectro autista.
Este niño tiene una enfermedad rara y había tenido problemas en un colegio. Los padres, con dolor y preocupación, tomaron la decisión de cambiarlo de colegio y no sin cierta ansiedad comenzó el niño a concurrir a clase.
Unas semanas después, recibieron un «feed back» de los padres de los compañeros de su hijo: la presencia en el aula de este niño había cambiado el clima de la clase, igual en el patio, en el recreo… tanto los padres como los compañeros afirman que les ha hecho mucho bien contar con él en el cole.
Los papás que habían llegado tan preocupados pudieron decir lo mismo, están felices por ver a su hijo contento y rodeado del afecto de sus compañeros.
Convivencia y calidad de vida
La diversidad y la inclusión instalan un provechoso germen de aprendizaje, mejoran la convivencia y la calidad de vida, además de contribuir a que se eviten estereotipos.
También ofrecen la oportunidad de aplicar comportamientos altruistas, nuevas habilidades sociales y/o de acercamiento, desarrollar actitudes positivas y evitar juicios de valor, eliminando barreras innecesarias e inconducentes.
Aunque parezcamos distintos, somos iguales en nuestra dignidad de personas y todos necesitamos recibir y dar amor, convivir en armonía.
Se me ocurre esta propuesta: transitemos la vida como si fuera música… en donde las diferentes notas se funden, logrando un acorde perfecto.
Foto de entrada: Julia Roberts con los niños de Wonder y Nathaniel Neuman.
Fotos del diario La Nación de Costa Rica 2019