La Beby

ESCRIBINOS

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¡Y no te olvides de decirnos
de dónde sos!

 

Entre los incontables saludos recibidos con motivo de la partida de “la Beby” a su casa definitiva, elegimos para publicar la carta que escribieron sus nietos mientras la velaban

 

[dropcap]M[/dropcap]aría Teresa B. de Caballero, más conocida como “la Beby”, además de sponsor principal, fue una madre para Sembrar Valores.

Sus hijas María Inés, Marcela, María Elena y María Amalia colaboran desde el comienzo, después se sumó María Teresa, su nieta Dolores es socia y su yerno Enrique (Toto) Bayá Casal es quien ideó y fundó este proyecto.

Querida Abuelita Beby:

El 28 de julio, Toto propuso que compartamos en familia recuerdos tuyos. Surgieron memorias desde los tíos más grandes hasta los primos más chicos. Como decía el abuelito, “somos muchos”, también son muchos los buenos momentos y enseñanzas que nos dejaste.

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Entre mensaje y mensaje, pudimos valorarte en todos los momentos chiquitos que nos habías regalado.

GRACIAS por incentivarnos a juntarnos en asados de los domingos y no enojarte si no avisábamos cuántos íbamos, dándonos a entender que todos siempre son bienvenidos. Bol… y Pel… nunca estaban invitados. Por alimentarnos siempre, con el kiosco, la mezcla de coca y sprite, los copos con dulce de leche, los desayunos abundantes.

GRACIAS por las innumerables charlas que pudimos tener con vos, en tu cuarto, en el banco del jardín, en la galería, el estar o el office y después acordarte de lo que te habíamos contado, hasta cuando nosotros mismos nos habíamos olvidado, los exámenes, las tareas, los novios y novias y por no dejarnos criticar a nadie en tu presencia.

GRACIAS por esa energía y esa capacidad para transmitir a Dios, indirectamente, mediante tus obras, y otras más directas: el ángelus, la misa de los domingos, la bendición de la mesa. Por ayudarnos a rezar a la mañana y a la noche. Y por la oración “Jesús te quiero mucho y quiero quererte cada día más”: que refleja tu increíble trato con Dios, nos podemos imaginar la alegría al tenerlo ahora cara a cara.

GRACIAS por transmitirnos un ejemplo de amor que persevera y que supera todo obstáculo, como fue tu historia con el abuelito, por enseñarnos a valorarnos y a valorar la gran familia que tenemos y los momentos chiquititos en los que vimos reflejado tu amor a Dios y a tu familia.

GRACIAS por asegurarnos que de diez rifas que teníamos que vender, nueve nos las comprabas vos. Por los pijama dormi, y por prestarnos tu camisón cuando no teníamos pijama.

GRACIAS por los muchísimos veranos en Córdoba o en Miramar, el departamento de dos ambientes que hospedaba 50 personas.

GRACIAS por darle un sentido diferente a las navidades con los pesebres vivientes de Majo y los regalos inolvidables para que podamos cantar, “Lo que yo quería”, la bolsa acuática para el celular o las veinte remeras iguales. También por repartir pesebres en todos los locales de Don Torcuato porque “Sólo nos tiene que dar vergüenza ofender a Dios”.

GRACIAS por dejarnos jugar en tu jardín al cigarrillo 43, la escondida y el juego de las baldosas (Cielo, tierra, agua y fuego). Y prestarnos tu televisión para ver videos, y a veces, los entretenidísimos Bonanza o La familia Ingalls.

Por llevarnos los domingos a la calesita y cosernos toda la ropa, por prestarnos tu pileta para que después te demos “un beso fresquito”, y por cantar con nosotros “La gallinita roja”, “El loro perico”, “Hizo un nido un pajarito” y “Los diez perritos”.

Por mostrarnos siempre tu Ipad para que te ayudemos a usarlo, y puedas ver las fotos de todos que tenías ahí. Recién ayer nos pudimos dar cuenta de que siempre posás del lado izquierdo porque es tu “perfil bueno”.

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Todo esto, y muchísimas cosas más, demuestran tu lucha diaria, paciencia, entrega y generosidad, porque no dudamos de que era un esfuerzo aguantarnos gritando por todos lados.

No hace falta decir que no solo fuiste una gran abuela, sino un gran ejemplo de vida para todos. El ejemplo de la persona que busca la santidad en cada detalle.

En el velorio multitudinario que tuviste, otro ejemplo de lo querida que eras y seguís siendo, una de las más chiquitas de la familia cuando te vio exclamó que “La abuelita no está en el cielo, esta acá”.

En el momento nos reímos, pero ¿No tenía razón de algún modo? Sí, la Beby está en el cielo, seguramente tendrá algún lugar VIP, pero también va a seguir estando acá, todos los días, cada vez que nos reunamos la familia, cada navidad, cada domingo de asado, en cada recuerdo que tenemos tuyo.

Abuelita, gracias, muchísimas gracias por tu vida, por tu ejemplo, por todo. Te queremos muchísimo.

Tus nietos.

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