Con Andrea Saporiti, Psicóloga @andy.saporiti, transitamos desde el ser intelectual, al desarrollo de las emociones para llegar a la inteligencia espiritual. Hoy nos invita vivir agradecidos para ser felices.
Por Dra. María Amalia Caballero – periodista – @mariaamalia.caballero.29
La inteligencia espiritual es la capacidad de ir a lo profundo y el espíritu es el “aliento” de vida, que nos conecta con lo esencial, es decir que, la inteligencia espiritual es propia de la naturaleza del hombre, es la que permite cuestionar, ir al núcleo o corazón de las cosas. Es la que lleva a preguntarnos por la existencia y el sentido de la vida.
Desde la primera infancia, los niños descolocan a los adultos con las preguntas existenciales que son propias del desarrollo humano. En ellos surgen los primeros cuestionamientos sobre el origen, la llegada al mundo, el comienzo de la vida y el planteo acerca de la muerte.
Tal vez, por esto, llegamos al cultivo de la inteligencia espiritual que nos permite integrar las dimensiones de la persona lograr, así, una vida con sentido, coherencia, libertad y plenitud. La capacidad de trascender, propia del ser humano, significa ir más allá de lo que se conoce, permite elevar la mirada para encontrar el propio sentido comprendiendo que somos parte de un todo.
¿Por qué hablamos hoy de inteligencia espiritual? Te invito a dar un gran paso: a través del ser Intelectual y la Inteligencia emocional que nos lleva a regular las emociones, llegamos a la Inteligencia Espiritual.
Hallazgo del milenio
A principios del nuevo milenio varios científicos comenzaron a investigar y hasta desarrollar el concepto de inteligencia espiritual QS.
Son Danah Zhoar e Ian Marshall quienes definieron la QS como: “La inteligencia con que afrontamos y resolvemos problemas de significados y valores, vemos nuestra vida en un contexto más amplio y significativo, así como al mismo tiempo nos permite determinar qué acción o camino es más valioso para nuestra vida”.
“Está en todo nuestro ser, como una totalidad trabajando de manera armónica con la inteligencia racional y la emocional. Es la inteligencia primordial”, afirman estos científicos británicos.
Nos preguntamos por el sentido y significado de la vida
A través de la inteligencia espiritual, nos preguntamos por el sentido y el significado de la propia vida.
Es muy interesante la investigación de Carole Crumley: «En muchas tradiciones, la palabra “espíritu” se refiere a fuerza de vida, la energía básica del ser. En términos simbólicos, el espíritu es el aliento de la vida, explica. El hebreo ruah, el griego pneuma, el latín spiritus y el sánscrito prajna todos significan tanto “aliento” como “espíritu”. Tradicionalmente, esta fuerza de vida se ve manifestada en nuestro amor; en las pasiones e inspiraciones que nos motivan y nos conectan con el mundo y a unos con otros”.
Entonces observamos que las tradiciones, tanto en Oriente como en Occidente, definen la espiritualidad como “aliento de vida”.
Y, es el austríaco monje benedictino Brother David, quien la define de una manera que nos muestra la relación con la vida. “La espiritualidad es una profunda conexión con la vida, en todos sus niveles y manifestaciones, es una medida permanente al hecho mismo de estar vivos”.
Vamos por más
Al descubrir esta capacidad que nos lleva a tomar consciencia de nosotros mismos, de las luces y las sombras -hallazgos que son consecuencia del mirarnos desde una perspectiva diferente-, alcanzamos capas más profundas de nuestro ser y podemos vivir la vida con un mayor significado. En este punto de nuestro conocimiento, nos preguntarnos también sobre la relación y el vínculo con los otros y descubrimos la oportunidad para desarrollar la empatía, la compasión y la generosidad.
De nosotros al mundo
Estos aspectos son necesarios para tener una vida mejor como sociedad, para vivir la vida tomando consciencia de los valores esenciales y, también, a reconocer y transitar el dolor.
Por lo tanto, podríamos decir que el cultivo de esta modalidad de la inteligencia QS desplegará características diferentes a la QI y QE.
Saporiti las puntualiza de la siguiente manera:
- Mayor conciencia de sí mismo y de los demás
- Capacidad de flexibilidad y adaptación
- Capacidad para afrontar el sufrimiento y el dolor
- La renuncia a causar daños innecesarios
- Marcada tendencia a preguntar y reflexionar
- Desarrollar y vivenciar valores
- Desplegar la creatividad y la imaginación
- Capacidad de trascendencia
Ponemos en acción nuestra inteligencia espiritual, tal como hemos desarrollado la inteligencia emocional y la intelectual. Ahora se trata de avanzar a través de la auto-observación para profundizar cada uno en su interior.
Aprender a comprender qué sentimos, cómo pensamos y qué nos sucede ante los acontecimientos de la vida nos dará elementos para encontrar las propias respuestas, nos anima Andrea.
Somos uno
A veces sentimos que estamos divididos interiormente, incluso la clasificación de distintas inteligencias, como otras muchas e innecesarias “clasificaciones” pueden llegar a desalentarnos, nos desconciertan.
Por eso, no sorprende que el primer paso sea encontrar la unidad personal, la integración de las tres dimensiones humanas: física-corpóreo, psicológica- afectiva y espiritual.
TRES dimensiones humanas: física-corpóreo, psicológica- afectiva y espiritual.
Desde niños, ya lo mencionamos, el asombro se manifiesta como el motor de la acción y a partir de allí surgen las preguntas, nos mueve a la curiosidad.
El asombro es el motor de la acción.
A veces, los adultos hasta presumimos por haber perdido la capacidad de asombro cuando, en realidad, se trata una cualidad que nos define como seres humanos.
Cuando nos dejamos llevar por este conocimiento certero, encontramos la alegría como disposición interna ante a la vida y su consecuencia es la paz interior resultado de la comprensión e integración de los ejes anteriores.
La alegría como disposición ante a la vida tiene como consecuencia la paz
Los talleres a los que nos invita Andrea Saporiti, acompañan en el conocimiento, la vivencia y la práctica de una conciencia más amplia sobre el sentido de la propia vida. Pretende que al descubrir el ser de cada uno en acciones simples y cotidianas obtengamos beneficios a nivel personal y vincular. Quizá sea el inicio para un vivir la vida basada en lo esencial, una vida agradecida.