[dropcap]L[/dropcap] legué a Buenos Aires, a colaborar con Sembrar Valores. Mi sueño era conocer una orientadora familiar. Donde yo vivo no existen. Yo veo que las familias necesitan tanto.
En Sembrar Valores me dieron la oportunidad de charlar con Mariuqui Magrane, a quien conocía por haber leído sus respuestas al Consultorio que se publica en la revista. Veamos…
María Eugenia Dufaur, mejor conocida como Mariuqui Magrane, es una hermosa mujer de sonrisa contagiosa. Se ha dedicado por 35 años a la Orientación Familiar con mucha paciencia y amor, es una pionera ya que recién en estos tiempos dicha ocupación está tomando auge como carrera profesional.
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»small»] Conociendo a Mariuqui [/button]
Mariuqui es madre de 9 hijos y abuela de 21 nietos. Ama asesorar a matrimonios, a familias enteras, escribir sobre estos temas, dar talleres y se apasiona cada vez más por su labor.
Viene de una familia ensamblada. Conoce de primera mano las dificultades que los hijos pueden pasar en estas situaciones, por lo que se determinó a ser gestora del cambio en las generaciones venideras. La movilizó la posibilidad de “educar en positivo”, tal como escuchó en su primer seminario para orientadores familiares.
-¿Por qué lo elegiste?
-Pienso que muchos hemos estudiado esto por alguna causa de dolor en nuestra propia familia. Yo me enamoré en mi primer seminario, dictado por el especialista español David Isaacs, precursor en estos temas. Me enseñó a educar en libertad y a generar cambios.
Quise ser orientadora para conocer mejor la naturaleza de nuestra familia, para entender al hombre y a la mujer, tener conocimiento de los hijos, educar en libertad, educar para el amor generoso, tratar de vivir el dolor con trascendencia desarrollando capacidades ignoradas por nosotros mismos. La familia es como un rompecabezas; se arma con piezas todas diferentes. Y si falta algún segmento, no hay caso, no cierra, no existen recetas.
Adquirir esta preparación no es fácil porque no está en todos lados. En la Universidad Austral existe como carrera hace bastantes años, en la Universidad Católica Argentina hay cursos no tan sistematizados. También la Universidad Católica de Santa Fe otorga este título. Para la formación continua y actualización está la Asociación Argentina de Orientadores Familiares.
COMO LOS BARCOS BUSCAN LOS FAROS
LAS FAMILIAS QUE NAVEGAN EN TORMENTAS,
BUSQUEN A LOS ORIENTADORES FAMILIARES
-¿Cómo ayudar?
-Partimos de la base de que “la familia perfecta no existe, ninguna es la ideal”. Trabajamos para prevenir dificultades que tarde o temprano llegan a cada familia y que, en cierta medida, están signadas por quienes las componen, sus historias personales, la cultura personal e institucional con la que llegan… Nos interesa ante todo prevenir. Esto elimina o, al menos, minimiza el daño o el dolor que pueda surgir de una relación.
Es un camino que consiste en ayudar a pensar… con buenas preguntas. Hay parejas que se aman pero no pueden convivir, se puede ayudar ¿por qué? Porque para lograr la armonía en los vínculos se necesita tiempo, gratitud, respeto.
-¿Cuándo llamar a un orientador?
-Cuando se traba una situación familiar y vemos que no va a ser fácil destrabarla. Nuestro consejo es no esperar a que estalle.
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En las encuestas que se repiten año tras año, el resultado es que para los argentinos la familia es lo más importante. Sin embargo, después el compromiso no es tan serio como la declaración de principios.
Una manifestación de ese cuidar a la familia, de cuidar a la sociedad toda, es la Dirección de Desarrollo Familiar creada en el ámbito del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Entre sus múltiples iniciativas está la disponibilidad de orientadores familiares atendiendo en lugares públicos de la ciudad, en las plazas y en eventos que convocan a las familias.
Se espera que el resultado de este trabajo ejercido por los orientadores contribuya a que las familias lleguen a vivir una sociedad más “sana”.
Katherine Pacheco (22). Estudiante de Administración de Empresas. Colombia. Voluntaria de AIESEC.