[dropcap]L[/dropcap] a historia que nos propone el director, el gran documentalista Gianfranco Rosi se desarrolla en una pequeña isla, de apenas veinte kilómetros, ubicada al sur de Italia y a doscientos kilómetros de África.
Los habitantes llevan una vida sencilla, humilde, son pescadores. Conocemos a Samuel, su padre, sus abuelos, un DJ de la radio del lugar y a un médico, que nos conecta con la gran historia, la horrenda historia de Lampedusa.
A ella llegan los marginados y expulsados de África en busca de un futuro mejor en Europa.
Las dos historias no se tocan nunca, es como si los lugareños no supieran el drama que sucede en ese mar que tanto aman.
Sabemos del horror por algunas imágenes lejanas y el relato del médico que nos describe la cantidad de chicos, deshidratados o muertos, los adultos que mueren en el intento de llegar a Italia, las enfermedades mortales que traen de sus países de origen y se hacen más severas durante el viaje.
Recién al final nos encontramos con los rostros sufrientes de los inmigrantes y preguntarnos si el cinismo de «los que mandan» no es el culpable de esta tragedia que sigue ocurriendo frente a nuestros ojos.
Es notable la actuación de los protagonistas que no son actores, sino que hacen de sí mismos.
Resumen:
Samuel tiene 12 años y vive en una isla llamada Lampedusa, situada en el punto más meridional de Italia. Él va a la escuela, le gusta tirar con su honda e ir de caza. Le gustan los juegos terrestres, pese a que todo a su alrededor le habla del mar y de los hombres y mujeres que intentan cruzarlo para llegar allí. Porque Lampedusa no es una isla más, es el lugar que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas, que quieren vivir en Europa. Fuocoammare retrata el drama de los refugiados y sus penurias, pero también sus esperanzas de alcanzar una vida mejor.