Edición: María Lescano Periodista
La abogada Ximena Céspedes es miembro de Unión mujer. Conversando con ella el tema del feminismo y el lugar de la mujer en el mundo… es infaltable
No soy feminista pero sí creo en el poder de las mujeres. Mis abuelas, mis tías, mi mamá, mis hermanas, mis primas y mis amigas cercanas me han enseñado y demostrado que mueven al mundo. Mueven su casa, su trabajo, a sus hijos, a su comunidad y muchas veces sin siquiera pedir ayuda.
SV-Da la impresión de que tu visión de la mujer está sesgada por el cariño, les atribuís un don todo poderoso. ¿Puede ser?
-Veo que son multifacéticas, que son incansables, que encuentran soluciones y que manejan bien las crisis. Son ellas mismas quienes me han enseñado que viven, lloran, trabajan, disfrutan, crecen pero no solas, lo hacen de la mano de hombres como ellas. Yo misma, tengo no solo a mi esposo como acompañante de vida, sino que parte de mis mejores amigos, mentores y aliados son hombres.
-Se trata de una mujer ideal , o ¿hablas de características comunes?
-Hablo de esas mujeres que llegan lejos pero acompañadas. Que dejan estelas a su paso para otras mujeres que quieren ser como ellas, y sobre todo, que no pisan a otra para llegar a su destino, que no le tienen miedo a la sombra de nadie, al contrario, saben que de la mano de esa oscuridad, van a poder llegar mucho más lejos.
No pisan a otra para llegar a su destino, no le tienen miedo a la sombra de nadie.
-¡Feminismo o matriarcado?
-Yo creo en el matriarcado, y no en el sentido tradicional, sino porque he visto que las familias, en la medida que crecen y se dispersan -hoy los hijos pueden irse lejos y formar sus familias en otros continentes-, necesitan a alguien. Casi siempre es una mujer, que se convierte en el centro que propicia el acercamiento entre los miembros.
Quiero decir que yo creo en el matriarcado.
-Llega el momento de hablar de tu familia
–No concibo mi vida sin mis hijos y respeto aquellos que deciden no tenerlos, pero creo que traerlos al mundo es una forma, de trascender y más que eso: es una manera de dejar el egoísmo con el que nacemos. Dejamos de ser el centro de nuestro universo para dejar que sean ellos. La felicidad viene de ahí. Llega con la responsabilidad, es verdad, pero no conozco un orgullo más grande que el de ser madre.
-¿Qué lugar juega la libertad en la educación de los hijos?
–Creo que son prestados, que el trabajo de los padres es el de formarlos pero dejarlos libres para que construyan su propia vida y entre más pronto los dejemos crecer más fácil es para ellos volverse responsables y encontrar el camino por sí mismos.