Feedback: algo para agradecer

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¿Cómo reaccionamos habitualmente ante una observación de nuestro cónyuge? ¿Y al comentario de un hijo? Cuando somos nosotros quienes realizamos las sugerencias, ¿tenemos en cuenta ciertas pautas para ser eficaces y para no ser hirientes?

LORIS MARÍA BESTANI | PERIODISTA | LORISBESTANI@GMAIL.COM

[dropcap]N[/dropcap]os guste o no, o más bien para nuestra bendición, nuestra vida está atravesada de feedbacks que damos y recibimos. Sobre nuestro comportamiento, nuestro desempeño e incluso sobre nuestros sentimientos y modos de expresarlos. Proviene de familiares, cercanos y no tanto, pero también de amigos y de compañeros de trabajo en el ámbito laboral.

Cualquiera sea nuestra edad y realidad, necesitamos del feedback para crecer y para superarnos. Pero a la vez le tememos, y mucho. Es natural que no nos guste escuchar correcciones que nos hacen aunque sean realizadas con tacto e inteligencia. Como explican los autores Sheila Heen y Douglas Stone en su libro Thanks for the Feedback* -publicado en 2014 por la editorial Penguin en Estados Unidos-, esto se debe a que queremos progresar, pero queremos también ser aceptados tal cual somos. El problema es que si bien hay cosas nuestras que sólo nosotros podemos ver, hay otras que sólo el otro, que está cerca, puede señalarnos. Otra dificultad radica en que a menudo no sabemos cómo reaccionar ante observaciones de los otros por lo que optamos por ignorarlas o distorsionarlas. O simplemente nos paralizamos.

«No hay familia verdadera sin diálogo; escuchar, contar,
responder es la base de las relaciones
humanas,
siempre con respeto y amor al otro»

Al dar y al recibir

Marta Olavarría, madre de familia con tres nietos, considera que es muy importante «dirigirse a solas a la persona con quien uno quiere hablar, que no haya nadie que no esté directamente involucrado».

En una familia, quienes sientan las bases, y el tono, de cómo se hacen y reciben los comentarios -correctivos y motivadores- son los padres. Y para lograr cierta eficacia y un clima de cuidado en estas circunstancias, es importante que ellos fomenten la comunicación dentro del hogar y que salvaguarden, sin concesiones, el trato respetuoso.

Silvia Pelenur, psicóloga especialista en niños, afirma que «no hay familia verdadera sin diálogo; escuchar, contar, responder es la base de las relaciones humanas, siempre con respeto y amor al otro». Los menores imitan no lo que dicen los adultos sino lo que estos hacen y luego lo replican en la misma casa y afuera. Por eso, nada mejor que vean con qué respeto y firmeza se tratan sus mayores; si son delicados en los comentarios que se hacen, si cultivan cierta paciencia. En este sentido Silvia Pelenur agrega que «lo ideal es captar el tiempo del otro, cuándo está esperando nuestra escucha y nuestra palabra y cuándo prefiere nuestro silencio”.

Seguramente habrá exabruptos porque desbordes hay siempre, a veces acentuados por edades determinadas como la adolescencia o por situaciones de coyuntura. Pero estos serán la excepción. Los límites quedan establecidos por los adultos aunque, tal vez, nunca se expliciten. En la conducta no hay nada tan elocuente como el ejemplo.

Herramientas útiles

Por su parte, el libro ya mencionado sostiene que la eficacia final de cualquier observación estriba en cómo la percibe, e interpreta, el que la recibe. De ahí la importancia, según esta postura, de darle varias herramientas al receptor para que pueda aprovechar al máximo cada sugerencia que recibe.

Los autores Heen y Stone proporcionan pautas muy útiles tanto para el que da el feedback cuanto para quien lo recibe, aplicables en cualquier otro ámbito. Entre ellas, aconsejan que conozcamos nuestro modo habitual de tomarnos los comentarios que nos hacen para poder administrarlos mejor.

Algunos tendemos a invalidar el mensaje porque nos resulta más fácil desautorizarlo que tener que poner manos a la obra. Otros rechazamos en un primer momento el comentario, pero luego lo reconsideramos. Si conocemos nuestra matriz de reacción, y las emociones que la disparan, podemos aprovechar mejor lo que se nos dice.

Otra pauta es saber que hay un feedback que evalúa al otro y otro que lo motiva, y que ambos son importantes porque el primero nos ayuda a saber a dónde estamos parados y el segundo, hacia dónde ir. Una tercera pista es «desembalar» la observación, es decir, tomarnos un tiempo para analizarla antes de definir si nos es útil o no. Y otra es experimentar con pasos pequeños aquello que nos señalan como un camino completo por transitar. Por ejemplo y simbólicamente, si nos aconsejan llegar a Mendoza desde Buenos Aires, en vez de zambullirnos en la autopista y no parar hasta llegar, recorremos un primer tramo y vemos qué tal nos va. Así podremos avanzar con cautela y convicción si es que vemos los beneficios de continuar.

Hay garantías

En familia, con amigos y también en el trabajo, nos encontramos muchas veces en situación de evaluar y, otras veces, de recibir correcciones. Ambos roles plantean sus propios desafíos. Pero ambos son también necesarios y nos llevan, finalmente, a vivir con mayor plenitud.

Existen dos garantías para transitarlos exitosamente. Una es trabajar nuestra interioridad, conocer nuestras emociones y las creencias que las sustentan para poder reorientarlas según nuestros valores. La otra es cultivar siempre la alegría y el buen humor. Y si no nos salen espontáneamente, ver cómo adquirirlos.

 

[notification type=»note» title=»FUENTE»] Thanks for the Feedback: The Science and Art of Receiving Feedback Well (Gracias por el feedback: la ciencia y el arte de recibir feedback bien) Sheila Heen y Douglas Stone (Viking/Penguin, 2014) [/notification]

 

[notification type=»information» title=»PREGUNTAS CLAVE»]¿Busco el momento oportuno o me lanzo a hablar ni bien se me cruza una idea?
¿Me pongo en el lugar y en el tiempo del otro? [/notification]

 

 

 

 

 

 

 

 

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