Mey Rodríguez* – Docente – Presidente de Teen Star en Argentina
Somos uno, no tengo un cuerpo, soy mi cuerpo. La biología nos permite conocer, comprender y comprendernos.
Si partimos de una visión unitaria de la persona, abrazándola en todos sus aspectos: físico, emocional, intelectual, social, espiritual, mi propuesta es poner como punto de partida la “muchas veces olvidada” dimensión física.
Sí, así como lo estás leyendo, Algunos se preguntarán.
–¿Lo físico?, pero eso es lo menos importante, por delante van los valores, la psicología de la persona no podemos no empezar por ahí.
-Tal vez, el pensar que hay dimensiones más importantes que otras es la causa de nuestras dificultades para comprendernos realmente como una unidad, cuando, en realidad, somos uno.
Un punto de partida
–Entones, ¿por qué partir de la biología?
-Porque la biología de la persona nos permite reconocer la unidad, y comprender que no se puede separar. Que mi cuerpo no es algo que poseo, sino que soy yo mismo y que en la sexualidad queda impreso todo el ser humano, y que por tanto relacionarse con un otro implica actos de persona a persona, no de cuerpo a cuerpo. Si no es así, no se está reconociendo la condición de persona, convirtiéndose en mero contacto anónimo.
Actos de persona a persona, no de cuerpo a cuerpo.
Si la adolescencia se caracteriza por el crecimiento físico y psicológico de la persona, muchos de los cambios que experimentamos se deben al proceso de maduración corporal. El cerebro alcanza su tamaño máximo en la niñez, luego ya no crece, pero cambia su estructura. Hay áreas que crecen y otras que van disminuyendo, producto de podas neuronales que eliminan la información que no utilizamos. Ahora entonces la pregunta será ¿de qué depende lo que se elimina y lo que queda?
En tiempos de poda.
Existen tres condicionantes de la identidad personal que contribuyen a definir qué se elimina y qué queda:
.- Los factores fisiológicos, como las hormonas -entre otros- que condicionan los caracteres sexuales secundarios como por ejemplo el tono de voz, los ciclos menstruales y las características externas típicamente masculinas o femeninas.
.- La experiencia personal directa.
.- El entorno social.
–Existe una relación entre las hormonas, la experiencia personal y nuestro entorno?
–Claro que sí! Si somos una unidad. Se ha podido establecer un patrón del desarrollo del cerebro según las edades, ya que las áreas del movimiento maduran primero. Durante la adolescencia continúan las áreas que procesan las emociones -influenciadas por el gran desarrollo hormonal-, lo que implica un período muy sensible y por ello es tan importante generar un contexto de seguridad, fomentando la autonomía y de la mano, la vinculación con los demás. Este patrón del desarrollo finaliza con la corteza prefrontal, luego de los 20 años, que consolida el control de la conducta, la personalidad, la memoria de trabajo, y las funciones cognitivas superiores.
Como vemos, este punto de partida nos permite no dejar de atender lo físico, respetar los tiempos y procesos naturales e integrar afecto y razón. Ya que no planteamos una solución, para terminar con un problema, sino que buscamos ayudar a vivir.
No planteamos una solución, para terminar con un problema, sino que buscamos ayudar a vivir.
Así el planteo no será ¿qué tengo que hacer?, sino ¿quién querés ser?
Y la respuesta siempre será: “Vos”.
*En TEEN STAR queremos contribuir con todos «los instrumentos concretos con los que el hombre pueda descubrir quién es el hombre». Aprender a “leerse”, es decir a conocerse supone ser libre. Quien tiene una identidad es consciente de sí mismo, es libre.