Episodio 2: Pantallas o NUESTRO CUIDADO EN JAQUE

Si nos descuidamos, las pantallas en vez de “aliadas” en la crianza de los hijos, se convierten en “competencia”.

Lic. María Catarineu – Especialista en bebes y niños en primera infancia @rayuelatiempodejuego . Lirios del Talar.

Las pantallas ponen en jaque los espacios de encuentro y cuidado más preciados donde se construye y se nutre el vínculo con nuestros hijos.  Sobre las rutinas de todos los días, la comida, el momento del cambiado, la hora de dormir y los tiempos de juego, si las dejamos las “niñeras virtuales” generan desde edades tempranas, una progresiva desnutrición emocional, cognitiva y relacional.  

Por más que cueste aceptarlo, eso es lo que ocurre cuando les damos a los niños un celular o una Tablet a la hora de la comida, se corta toda conexión con lo que está sucediendo en ese momento. Los estudios remarcan que no solo va en detrimento de la salud porque disminuye la sensación de saciedad, sino que altera la percepción gastronómica y por lo tanto, se pierde el disfrute, al limitar la atención de los cinco sentidos.

Es sobre las manchas del zapallo en la ropa, los fideos apelmazados, el avioncito de la cuchara y el sabor de la sobremesa, donde verdaderamente nos nutrimos.

Las pantallas provocan trastornos de sueño

También al cierre del día, las pantallas terminan provocando trastornos de sueño, no solo en la dificultad para conciliar, sino que los niños pequeños, al tener las pupilas más grandes y las lentes más transparentes, la luz de la pantalla penetra más y es más intensa la supresión de melatonina necesaria para dormir.

La relación de cuidado es asimétrica y el cachete con cachete de nuestro sostén y compañía es irremplazable. A la hora de dormir, frente a las oscuridades, nuestra compañía les ofrece el cobijo que necesitan. Las pantallas no operan como el relevo de cuidado.  

¿Es lo mismo si mi hijo está jugando con un objeto que transformó en juguete, imaginado por él mismo, activando su pensamiento, procesando sus emociones, que si está “hipnotizado” y pasivo frente una pantalla

DE LA RUTINA AL RITUAL

A pesar de que los días siguen teniendo 24 horas, los padres casi no tenemos tiempo para jugar con nuestros hijos. En general, solemos estar presentes en algunas “rutinas” como los momentos del baño, la comida y el cierre del día.

Cuando esos actos de todos los días, se sostienen en el tiempo y se colman de significado, se van convirtiendo en rituales de encuentro donde entramos en relación con ellos. En el chapuzón de al agua pato, el estribillo de milanesas con puré y el cierre del día con el cuento, vamos desplegando los más preciados tiempos de juego, donde se construyen los procesos más importantes de crecer. Escuchamos sus deseos mientras soplamos la sopa caliente, secamos sus lágrimas mientras los cambiamos y arropamos sus miedos a la hora de acostarlos.

OFRECER – NOS

“…La vida se apura tanto y tanto nos dura poco…” dice la canción de Teresa Parodi. Nuestros hijos van tomando lo que sus padres les vamos ofreciendo y como lo esencial es invisible a los ojos,  esos frutos de encuentro, van dejando una huella de vínculo en sus corazones.

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