Entre Maturana y la inteligencia lúdica

Humberto Maturana, biólogo, pensador y escritor, falleció el día 6. Gracias a su exposición mediática pude descubrir la relación de su pensamiento con la inteligencia lúdica.

Humberto Maturana cuyos textos cubren un espectro bastante amplio, era recomendado vivamente por mi profesor de sociología y me generaba cierta desconfianza. Cuando recibí el mensaje de Marcos Cristal me apresuré a buscarlo en las redes.

Humberto Maturana

Así me enteré que su madre era Aymara pero su padre lo separó de ella cuando era muy chico, hasta que su abuelo los volvió a reunir en la ciudad de La Paz. Estudió en la Universidad de Chile, en Harvard y en London College. Trabajó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT. Fue un investigador pero fue más allá, fue un pensador, y según cuenta la leyenda hizo reflexionar al mismísimo Dalái Lama.

Entre la certeza y la confianza

Como mis búsquedas siempre intentan relacionar con la familia, me atreví al concepto de certeza, confianza y reflexión en el pensamiento de Maturana. Y lo encontré en sus propias palabras: Abrir el espacio a los hijos, ser honesto. Si voy a llegar a tal hora, por respeto al niño llego a esa hora. Y si no, le aviso si me tengo que demorar por algo que sea “verdadero e importante, no solo para mí sino también a sus ojos”, no se trata de explicar el respeto, sino de respetar, de reflexionar, de cambiar de opinión. Eso va a aprender el hijo, un modo de vivir. Cumplir la palabra, la promesa. Generar convivencia espontáneamente.

Ya en los años 60/70 este hombre hablaba de la equidad. Por ejemplo, preguntaba a la persona de la limpieza de la Universidad en la que trabajaba si sabía que él ganaba más.

-Sí, respondía el otro, usted es un profesor, usted ha estudiado.

-Pero, si te dijera que gano el doble ¿qué pensarías?

-Usted es un profesor, usted ha estudiado, repitió el hombre.

Y siguió, hasta siete veces más, recién ahí el empleado titubeó.

Y reflexiona:

Todos sabemos que hay un límite, pero el problema está en que queramos respetarlo y hacerlo. Ser honestos, que no haya engaño, ni abuso.

Maturana y la inteligencia lúdica

Marcos Cristal fue quien me trajo a estos recuerdos de estudiante. Conocí a Marcos antes de la cuarentena, en la Universidad Torcuato Di Tella. Me invitaron a una actividad sobre inteligencia lúdica, me interesó y allí estuve intentando descubrir este modo de pensar.

Cristal, fija su atención en un libro poco conocido de Maturana: «Amor y Juego, Fundamentos olvidados de lo humano».

Allí Maturana habla de una síntesis de dos singularidades de lo humano: el amor entendido como la aceptación del otro como un legítimo otro con quien convivimos, conversamos, reflexionamos, hacemos… y lo lúdico como la dimensión en la que podemos desplegar nuestra curiosidad, experimentar, cuestionar saberes, innovar…

Y  continúa en esta relación:

En un mundo tan incierto, la clave no está en los saberes que ya tenemos sino en la inteligencia con la que cuestionamos los saberes acumulados y cómo procesamos lo que ignoramos, en la capacidad de reflexionar y encontrar nuevos saberes. Y de hacerlo con otros, aceptando al otro como un legítimo otro, es decir como alguien que puede ver diferente y enriquecer nuestra mirada.

¿Qué es la inteligencia lúdica?

En un mundo tan incierto, insiste Cristal, la clave no está en los saberes que ya tenemos sino en la inteligencia con la que cuestionamos los saberes acumulados y procesamos lo que ignoramos, en la capacidad de reflexionar y encontrar nuevos saberes. Y de hacerlo con otros, aceptando al otro como un legítimo otro, es decir como alguien que puede ver diferente y enriquecer nuestra mirada.

Es Marcos Cristal quien define la inteligencia lúdica como la integración de la inteligencia racional y emocional con la inteligencia colectiva que aflora al trabajar con otros y agrega: En un mundo de incertidumbre y desafíos inéditos, la clave está una Inteligencia que sume una actitud más amorosa con los otros y más lúdica ante el mundo.

¿Relativismo?

Fue Maturana quien advirtió que el peligro mayor radica en confundir la realidad con nuestra mirada estrecha y pensar que nuestra visión es la realidad. Y desde allí pedir obediencia, no ya a nuestro saber, sino a esa «realidad objetiva» que nuestro saber supuestamente refleja.

¿Relativismo o humildad? No sé, me hace pensar… conocer nuestros límites, nuestro escaso conocimiento, aun creyendo que soy «experto» el otro me enriquece.

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