Conversaciones difíciles
Una necesidad y una urgencia: la formación de directivos para instituciones educativas. ¿Quién se ocupa? Enterate acá.
Lucía Argibay Molina | Orientadora Familiar | luciaargibay@gmail.com | @Luciaargibay
[dropcap]P[/dropcap] rofesor de Harvard en la Escuela de Graduados en Educación, cubano de nacimiento, líder de los centros educativos de Baltimore. Andrés Alonso desayuna con Sembrar Valores en La Biela, ese porteñísimo lugar que inspira.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Una historia frecuente [/button]
Andrés nació en 1957 y pasó sus primeros años en Cuba. De esa época reconoce que sus padres fueron sus primeros educadores y también recuerda a jóvenes que salían al campo para enseñar a los mayores a leer y escribir. Aprendió de chico que si la familia y la comunidad van para el mismo lado se pueden lograr imposibles.
Tenía 12 años cuando, sin saber una palabra de inglés, se instaló a vivir en New Jersey junto a sus padres y familiares. En el colegio hizo buenos amigos y sus profesores le aconsejaron seguir sus estudios en la universidad. En ese momento, la familia se enorgullece por sus avances académicos pero teme que la distancia de su barrio y de su gente permita que Andrés pierda su “esencia”. En 1975 ingresó a la Universidad de Columbia en New York.
Este relato parece una historia más entre tantos cubanos emigrados a Estados Unidos. Sin embargo, aquí comienza la diferencia, nuestra cercanía e interés.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Alonso en Argentina [/button]
El dr. Alonso vino para dictar una capacitación a directivos y docentes de Jujuy, Corrientes y Buenos Aires. Los participantes son directores de escuelas estatales de estas localidades en las que los respectivos gobiernos acuerdan con Fundación Varkey a fin de que, tras estudiar juntos los resultados de las pruebas “Aprender”, puedan -tal como lo indica el nombre- aprender de aciertos y errores para seguir mejorando.
Lo suyo es la conversación y eso nos gusta… nos cuenta que uno de sus mayores desafíos y que más satisfacciones le produjo fue la experiencia que vivió junto a su equipo en Baltimore. Allí la educación estaba depauperada, la infraestructura en mal estado, los miembros de la comunidad educativa dispersos y desmotivados.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] ¿Qué aprendimos de Baltimore? [/button]
Así lo explica Andrés Alonso y así lo compartió con los directores que terminaron este encuentro con un nivel de motivación muy alto:
“Para comprender qué pasaba necesitaba escuchar a los docentes, los directivos, los estudiantes y sus familias, a los líderes comunitarios. Las respuestas que recibí fueron acusaciones cruzadas, ¿por qué?
Como resultado de estas conversaciones pude comprobar que los directivos estaban muy concentrados en los resultados académicos y nosotros les pedíamos que trabajaran más con las familias, que conocieran sus necesidades, que abrieran las puertas a la comunidad.
Tuve que cerrar escuelas porque no eran viables técnicamente, pero las familias se oponían porque no querían que el barrio perdiera la identidad que crea una escuela. Demandan del responsable una comunicación empática. No se comunica con moralismo.”
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Familia – Escuela – Comunidad [/button]
“La complejidad de la situación me exigía hacer foco y comprendí que se trataba de reconstruir la relación entre las escuelas, las familias de los estudiantes y la comunidad en la que están inmersas. Si reconozco a mis padres como mis primeros maestros, ¿cómo desconocer la fortaleza que encierran las familias unidas al desafío educativo? Yo recibí una gran influencia de mi familia y de mi comunidad, compartíamos valores y normas.
Los docentes -encargados de interactuar con los chicos- no estaban tan seguros de la fortaleza que representan las familias en la educación. El racismo, prejuicios de clase, problemas psicológicos, condiciones de extrema pobreza constituían el estilo de vida del lugar.
Los mayores problemas surgían cuando la escuela les cierra las puertas a los padres, allí donde se pedía una opinión y luego no se la tenía en cuenta. También hay ruido cuando los valores de la dirección son distintos de los de la comunidad. La empatía es estratégica, es un instrumento para tener el nivel de conocimiento cuando las cosas se ponen ásperas y difíciles.
Además, me ocupé de que los directores que iban a relacionarse directamente con docentes, alumnos y sus familias encarnaran los valores de integridad, responsabilidad y transparencia. Con la idoneidad y transparencia en la gestión se construye confianza.”
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Conversaciones [/button]
“Por mi experiencia personal quería instalar conversaciones acerca de las fortalezas de la comunidad para lograr el objetivo común: mejorar la educación. Sabía que sin el aliento de mi comunidad y el ejemplo de mis maestros que creyeron en mí, hubiera sido imposible graduarme y aprender.
En las primeras conversaciones, los docentes decían que a los padres no les importaba la educación de sus hijos, que no asistían a las reuniones que se los convocaba. Sin embargo, al buscarlas, las familias fueron las piezas clave para comprender lo que estaba pasando en la escuela y entender cuáles eran sus deseos y necesidades.
Establecimos consejos escolares con representación de líderes comunitarios, padres, maestros y alumnos y medíamos la participación familiar en cada escuela. Monitoreamos esos consejos y cuando veíamos que la mayoría de las familias estaban conformes, sabíamos que podíamos dar el paso al costado confiados en que estaban bien encaminados y cuando surgiera alguna dificultad, sabrían conversar para entender mejor lo que estaba pasando.”
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] El valor de la sonrisa [/button]
Una experiencia apasionante. Mucho queda afuera de la nota pero no nos resistimos a esta pregunta necesaria:
¿Por qué esa sonrisa permanente?
(Risas) – En este tipo de trabajo uno tiene que ser una persona que encauza la energía del problema hacia las posibles soluciones. Es así; si no, te abrumas. El número uno de la organización debe comprender el estado psicológico de su equipo. Aunque estés seguro de una cosa, tienes que buscar que ellos la descubran y la acepten. Como número uno, yo siempre tendría la última palabra en la conversación. ¿Por qué no esperar a que otro dijera sus palabras si puede haber 15 soluciones diferentes? Si frenaba la conversación se acababan las ideas y no me enteraba de lo que estaba pasando. Y, por otro lado, también hay que encontrar la manera para que las personas que piensan distinto, te oigan. Todo esto se logra con una sonrisa. Así, cuando yo me ponía serio, todo el mundo sabía que era algo central, algo ético, que la integridad del sistema estaba en juego.
[notification type=»information» title=»Conociendo a las escuelas»]
«Cada escuela es un mundo y tiene sus propias características, necesidades e iniciativas. Comprendí la conveniencia de que las escuelas pudieran trabajar en forma autónoma con poder de decisión para el uso de sus recursos, para extender el día escolar, para concentrarse en áreas académicas o brindar más contención socioemocional a los alumnos, expandir las artes y el deporte más allá del currículo. La mayor autonomía trae responsabilidad y protagonismo.»
Andrés Alonso
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[notification type=»information» title=»Fundación Varkey»]
Agustín Porres es el director de la Fundación Varkey en Argentina.
Desde hace casi un año dirige cursos de capacitación en liderazgo educativo para directores de escuelas públicas de los que ya han participado más de 500 directores y docentes con perfil de directivo.
Estudió en el colegio Los Robles, es Profesor de filosofía formado en Fundación Contemporánea y realizó estudios en la escuela de políticas públicas en Georgetown University.
Durante su paso por esta Universidad junto a su mujer Inés de Marcos y a Tomas Wind fundó Latin American Policy Association (LAPA). www.fundacionvarkey.org
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