Las funciones ejecutivas son capacidades para la acción. Muchas situaciones concretas de la diaria pueden contribuir a su desarrollo
María José Castilla Sastre | Docente | castilla.majose@gmail.com
[dropcap]F[/dropcap] ede llega a casa del colegio y enfila directo para la cocina. Sus copos con leche ya están servidos, la tele prendida en su programa favorito. Su mamá recibe la mochila y empieza a buscar dentro el cuaderno para revisarlo, mientras le pasa una servilleta antes de que manche el mantel. Al abrir la cartuchera nota que le faltan algunos lápices. Por suerte quedan de repuesto en casa, y puede suplirlos en el momento. Al volver a la cocina, trae consigo el mapa que piden llevar al colegio, y lo mete en la mochila para que no se pierda.
[button link=»» color=»green1″ icon=»» size=»large»] Frenar la vorágine [/button]
Satisfacer los deseos inmediatamente y sin esfuerzo es una fantasía muy buscada entre niños, adolescentes, y también adultos. Una varita mágica vendría bien de vez en cuando.
El consumismo y la inmediatez forman un cóctel delicioso y peligroso. Nos acostumbramos a que todo sea ya, para hoy y ahora mismo. Pero sin la necesidad de alcanzar un objeto o una persona, ningún niño se pondrá de pie, y sin la necesidad de pedir ayuda, ningún niño aprenderá a expresar sus deseos.
«FUI OTRA VEZA LO DEL ABUELO, PORQUE ÉL
SIEMPRE ME ENTIENDE Y ME AYUDA AUNQUE
NO EXGERADAMENTE» . MARIO BENEDETTI
La vorágine en la que estamos envueltos los adultos muchas veces nos impide reflexionar sobre cómo afecta también a nuestros hijos y alumnos.
[button link=»» color=»green1″ icon=»» size=»large»] Capacidades para la acción [/button]
Un antiguo y muy conocido proverbio dice: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. Sin detenernos en debates sociales y políticos, centrémonos por esta vez en el aprendizaje de un niño. En una interacción permanente con el medio que lo rodea -y con los problemas que el medio presenta- los chicos en todo momento están adquiriendo y reinventando capacidades que dirijan sus acciones.
Las llamadas “funciones ejecutivas” permiten plantear un objetivo, planificar una secuencia de pasos que permitan cumplir ese objetivo, anticipar, distinguir obstáculos que puedan surgir, supervisar el plan en acción, evaluando su pertinencia, para decidir posibles cambios, entre otras facultades.
En los currículos de contenidos escolares se mencionan una y otra vez, al enfatizar la importancia de “aprender a aprender”, el desarrollo de “competencias”, el “saber hacer”, la “resolución de situaciones problemáticas”, todos estos, conceptos intrínsecamente dependientes de las funciones ejecutivas.
Evitarle los problemas sencillos de la actividad diaria a un niño le impedirá desarrollar sus capacidades para la acción, dañando primeramente su autopercepción y autoestima, porque si no le permitimos probar, no sabremos de lo que es capaz, y lo que es peor, él no sabrá de qué es capaz.
En un cuento de Mario Benedetti, una niña acude a su abuelo: “Fui otra vez a lo del abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente”. Me animo a decir que el abuelo del cuento acompaña más de lo que interviene, y la niña busca, prueba, se equivoca, pide ayuda…
[button link=»» color=»green1″ icon=»» size=»large»] Desde muy pequeños [/button]
Belén ya hace unos meses dejó de tambalearse. Ahora camina por todos lados y disfruta enormemente de arrastrar todo tipo de elementos. “fui otra vez a lo del abuelo, porque el siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente”. mario benedetti.
Su banqueta favorita hace un ruido inaguantable mientras es paseada por toda la casa. De pronto, el ruido cesa, y Belu, con la cara roja como un tomate, comienza a chillar, intentando hacer fuerza para atravesar la pata de una mesa que traba su juego favorito. ¿Cómo podemos intervenir, desde tan chicos, para enseñar a mirar lo que sucede alrededor, y ayudarlos a tomar decisiones que orienten las acciones?
La respuesta de acomodar la banqueta rápidamente, o de sacar a la niña de la situación, suele venir atada al impulso de evitar que la rabieta empeore, y poder retomar rápidamente nuestras ocupaciones.
Cuando hablamos de funciones ejecutivas, es preciso evitar el impulso. Se trata de colaborar en la autorregulación de la conducta para ajustar a nuestro hijo a la situación, de motivarlo a probar formas de resolución y de acompañarlo a sobrellevar las emociones que acompañan dicho proceso, convencidos de que tanto los logros como los fracasos le servirán en la adquisición de nuevas herramientas. Siempre teniendo en cuenta la edad a la que nos enfrentamos. Los niños muy pequeños necesitarán una intervención más precisa, para lograr el objetivo en un plazo de tiempo corto, casi inmediato. Pero a medida que van creciendo, es conveniente ir perdiéndole el miedo a ese lapso.
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Funciones ejecutivas
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Las llamadas funciones ejecutivas permiten plantear un objetivo, planificar una secuencia de pasos para alcanzar ese objetivo, anticipar, distinguir obstáculos que puedan surgir, supervisar el plan en acción, evaluando su pertinencia, para decidir posibles cambios, entre otras facultades.
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