EN BUSCA DE VERDADES

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Conversamos con John Carlin, periodista británico, quien comparte los valores que transmitió Mandela y que pueden inspirar a las nuevas generaciones.

 

María Amalia Caballero | Dra. en Comunicación Pública | direccion@sembrarvalores.org.ar
Arantxa Escribano | Periodista | arantxaescribano.724@gmail.com

 

[dropcap]E[/dropcap] speramos a John Carlin en el lobby del Sheraton de Retiro, nos preparamos, tiene fama de antipático. Sin embargo, durante la hora que hemos hablado, no ha dejado de sonreír; nos hace pensar en su libro «La sonrisa de Mandela».

Este periodista británico es altamente reconocido; ha entrevistado presidentes y personalidades de cualquier lugar del mundo. En Buenos Aires pasó parte de su infancia y afirma que para volver cualquier excusa es válida.

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«Sin duda habrá líderes en el mundo que son fantásticos pero no hay nadie que sea una luz para el mundo como lo fue Mandela. Personajes como él aparecen cada cien años en la historia de la humanidad». Tiene razón, Mandela subordinó su propia gloria al bien común y eso hoy es muy difícil de encontrar.

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“Mandela demostró tener unos valores que aún hoy siguen inspirando. Más allá de la política para mí es un ejemplo como persona”. Es el tema de su charla con chicos de 17 años y los padres de los colegios que lo invitaron.

“Sudáfrica era un país más dividido que cualquier otro en el mundo. Se necesitaba un objetivo y tener muy claro el camino. Así es más fácil tomar decisiones.”

LO UNICO QUE LAMENTO ES NO HABER PODIDO
ESTAR CON MI FAMILIA, NO HABER PODIDO SER
UN BUEN PADRE PARA MIS HIJOS

Y continúa enumerando valores: respeto a todos, aunque fueran sus enemigos, los que lo encarcelaron. Piensa que, en el fondo, esto obedece a un contexto histórico, si Mandela hubiera nacido blanco probablemente hubiera estado en la actitud del otro lado.

“Perdonar es respetar, es ponerse en el lugar del otro aunque seas su enemigo, conocer sus intereses y sus emociones. Eso le daba capacidad de negociar, de encontrar puntos en común, de tender puentes”, concluye.

Destaca la coherencia total entre lo que predicaba públicamente y su vida privada. “Integridad, coherencia, es el valor mayor y no sólo en el escenario. Trataba igual al jardinero, al camarero del restaurante, gente que no le reportaba valor político… que a la reina de Inglaterra.”

“Eso es lo importante en la vida, después, los caminos políticos, la carrera que elijan es cuestión menor”, les dice a los alumnos que están dilucidando su futuro.

John Carlin comparte estos temas con los chicos de colegio y con todo el equipo de mandos de un ministerio.

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“Nos estamos alejando demasiado de la verdad”, lamenta. «La gente busca sus verdades, no verdades objetivas, la que se acomode a sus creencias, es una cuestión de fe, la fe religiosa es una cosa, pero dos más dos son cuatro. Ante los hechos…, se dice que ha pasado la época de los hechos y se está negando la verdad».

Y continúa: «En esto son bastante protagonistas las redes sociales, cómo va a tener el mismo valor cualquier información sin fundamento, cualquier opinión de quien no sabe, de quien no está preparado respecto del investigador. Es algo bastante preocupante”, y no le importa poner en evidencia algún tema que siente como debilidad en sus conocimientos.

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Mandela sacrificó a su familia por su país. Sus hijos lo admiran como presidente pero como padre sienten que no estuvo cerca. Era imposible, entre otras cosas porque estuvo 27 años preso y salió con una misión titánica.

“Cuando le preguntan si siente amargura o resentimiento, -continua el periodista- la respuesta es ‘no’. ‘La gente me trató bien, lo único que lamento es no haber podido estar con mi familia, no haber podido ser un buen padre para mis hijos’.”

“Cuando se retiró de la vida pública se volcó a sus nietos y bisnietos, disfrutó mucho jugando con ellos. Le encantaban los chicos. Una de las cosas terribles de estar preso es que no ves niños”, concluye Carlin.

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