el temido boletín

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La entrega de boletines genera tensión y expectativa. La llegada de una mala nota puede ser una oportunidad, ¿estás preparado para manejarla?

 

María José Castilla Sastre | Docente | castilla.majose@gmail.com

 

[dropcap]L[/dropcap] a tensión en casa se siente. “¿Les entregaron los boletines?”. Damián y Flor están ansiosos. Su hijo Lauti siempre vuelve con algunas notas sobresalientes, varios «bien» y «muy bien». Resumiendo, un boletín «lógico». Excepto por ESA materia, siempre en la cuerda floja, haciendo equilibrio. Los invade la duda de siempre: ¿qué pasará en segundo ciclo cuando los contenidos se complejicen y también las exigencias? El miedo se hace realidad en el segundo trimestre de quinto grado. Lauti se encierra en su cuarto, después de echar a su hermanita de mal modo de su cama y arrojar la mochila sobre ella. Sus calificaciones le dejaron un sabor amargo y, luego de los gritos amenazantes de sus padres, lo que menos quiere es ponerse a estudiar.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]El primer tropiezo[/button]

 

El primer tropiezo de Lauti es esencial para trabajar con él, casi una oportunidad. ¿Cómo acompañamos su primera experiencia de fracaso? ¿Cómo lo guiaremos luego cuando no logre el anhelado ascenso con su equipo de fútbol, cuando sufra un desamor, cuando no quede seleccionado en el trabajo que esperaba? ¿Cómo le transmitiremos nuestro apoyo incondicional? ¿Cómo haremos tangible nuestra confianza en él, y en sus posibilidades de superar cualquier obstáculo que se le  presente?

No se trata de «hacer de cuenta que no pasó nada», sino de buscar una reacción positiva, un modo proactivo de aprender juntos del error. La nota no es algo externo a nuestro hijo, una etiqueta arbitraria que se “quedó pegada”, sino el reflejo de su trabajo en clases.

el temido boletin
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]En la escuela como en el deporte [/button]

 

Cualquiera que haya practicado algún deporte sabe que la principal batalla no es la que  se juega en la cancha, sino dentro de la cabeza de cada jugador. Levantar la cabeza  luego de la anotación del contrario, volver corriendo a defender en lugar de quedarse  pensando en lo cerca que estuvo esa pelota de entrar… son actitudes cruciales  que pueden determinar un partido. Lauti sabe que en fútbol, el resultado depende en  gran parte de su desempeño. Hay otras variables que intervienen, por supuesto, pero  él se sabe protagonista. ¿Por qué no siente lo mismo frente a las evaluaciones y los  boletines? Lo mismo sucede con los videojuegos. Los niños, y no tan niños, pueden pasar horas y días peleando por superar un mismo nivel, fracasando una y otra vez, demostrando una perseverancia que nos sorprende.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Información útil [/button]

 

La evaluación es información que servirá a los padres, a los docentes y también, principalmente, ¡a los alumnos! Sin embargo, son muchos los niños que reciben sus propios exámenes y los guardan pensando que son “notas para sus papás”. No vuelven a ellas, no leen las intervenciones que su maestro marca, no vuelven a enfrentar el ejercicio en que se equivocaron. Enseñarles, de a poco, a interpretar la evaluación, más allá de la nota, es tarea tanto de los padres como de sus maestros.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Mirando hacia delante [/button]

 

Los boletines y las evaluaciones suelen mirarse como “los resultados del trimestre que terminó”. Por alguna razón son varias instancias en el año, y no una clasificación cerrada al terminar la cursada. El objetivo de los mismos es mirar al futuro. El desafío no está en el trimestre pasado, el que refleja el boletín, sino en el que sigue. Días y semanas para “ir en busca de mejoras”, superarse y dar lo mejor de uno mismo. Por ello, un ayuda memoria para encarar una conversación sobre las calificaciones es revisar el tiempo verbal que empleamos.

¿CÓMO HAREMOS TANGIBLE NUESTRA
CONFIANZA EN ÉL PARA
SUPERAR CUALQUIER OBSTÁCULO ?

Reducir el verbo pasado (lo que pasó, lo que pudo y lo que no hizo) para centrarnos en el tiempo futuro (lo que hará, lo que podrá). La evaluación no debería sentirse como un “punto final” para nuestros hijos. De hecho, posiblemente muchos contenidos serán fundamento para la asimilación de otros más complejos.

Unos pasos se acercan a la puerta cerrada, con un vaso de gaseosa en la mano. Un tono cariñoso sale de la boca de Damián: “Lauti, ¿cuáles son tus posibilidades para mejorar esta nota?”

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